Rombos
Rajoy inaugur¨® un pantano. Su servicio de prensa, con gran inteligencia, aprovech¨® que la Renault pasa por el Pisuerga y con el nuevo acuerdo de la marca francesa para las plantas espa?olas le mont¨® a Rajoy un cumplea?os feliz en su primer aniversario. Postulado como presidente cuando se vaticinaba calma chicha, los azares de la pol¨ªtica han reservado al Rajoy con su L de learner un primer a?o de conductor de rallies. Silenciadas las voces del sindicato discordante y bendecido un marco laboral sesentero, festejamos el acuerdo de Renault y sus trabajadores como si hubi¨¦ramos encontrado la f¨®rmula m¨¢gica para reactivar la econom¨ªa mundial. En la desmesura solo ha faltado elegir a ese Rajoy con el chaquet¨®n de operario como el hombre mejor vestido del a?o.
A empleo regalado no le mires el diente, nos decimos para celebrar que la marca conocida por su rombo apueste por nuestra cadena de montaje. Pero el rombo era tambi¨¦n en nuestra infancia el s¨ªmbolo de lo que estaba permitido ver en la tele. Un rombo era un aviso, pero dos rombos era la orden de apagar el televisor para los hogares con conciencia. A la Renault le ha tocado la publicidad merecida; Audi, en cambio, tuvo que regalar coches a los jugadores del Bar?a para que la prensa acudiera tan feliz a cubrirlo como noticia pagada. Pero los dos rombos del prohibido mirar ese mismo d¨ªa le correspondieron a varias acciones.
La implantaci¨®n de la tasa Gallard¨®n prolonga la clasista percepci¨®n de ¡°justicia para quien se la pueda pagar¡±. La crisis de basuras en Jerez y Madrid, el descuido de la seguridad en la soterrada M-30 y en el Madrid Arena, avisan de que la privatizaci¨®n de ¨¢reas de responsabilidad social acarrea consecuencias. La movilizaci¨®n del personal sanitario, la serie interminable de ejemplos de uso de la reforma laboral como guillotina, la puesta en venta de pisos de protecci¨®n oficial, la disparatada comparecencia del ministro Montoro haciendo campa?a electoral en Catalu?a a costa de una instituci¨®n prudente como deber¨ªa ser Hacienda, son algunas realidades a las que los dos rombos dejaron fuera de la merienda con pastel. Porque no hay nada m¨¢s cruel que echar a perder un cumplea?os feliz.
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