El grito sordo de Sierra Leona
El fotoperiodista Fernando Moleres, colaborador de EL PA?S SEMANAL, gana el premio Tim Hetherington, otorgado por World Press Photo y Human Rights Watch por su trabajo con los j¨®venes de la c¨¢rcel de Freetown
John Carlin comenzaba su cr¨®nica sobre una esquina del infierno en la tierra golpeando: "Viven el aqu¨ª y ahora porque han olvidado su pasado y no son capaces de ver un futuro". Se refer¨ªa a los j¨®venes que conviven con la sarna y el miedo en la c¨¢rcel de Freetown en Sierra Leona. Durante los meses que el periodista de EL PA?S pas¨® en este pa¨ªs africano en 2010, sus ojos fueron los del fotoperiodista Fernando Moleres. De enero a octubre guard¨® en su memoria fotogr¨¢fica el grito sordo de unos chavales que esperan a la justicia durante a?os por robar una bolsa de harina. Moleres le puso las gafas de cerca al lector de EL PA?S SEMANAL para recordarle sin remilgos que hay remedio para la miop¨ªa que impide ver hasta olvidar. Ahora, recibe por su labor el galard¨®n Tim Hetherington, otorgado desde hace dos a?os por World Press Photo y Human Rights Watch.
"Me he emocionado mucho", dice al otro lado del tel¨¦fono Moreles. "Este premio va a permitir que Free Minor Africa sea sostenible". La iniciativa de la que habla nada m¨¢s ser felicitado por el galard¨®n es la ONG que fund¨® tras descubrir la desesperanza que asola Sierra Leona. En colaboraci¨®n con la residencia St. Michael, donde trabajaba Chema Caballero, ayuda a esos chicos que primero fotografi¨® entre rejas y chinches y contra los que volvi¨® a disparar este a?o en busca de cierta esperanza tras la liberaci¨®n.
"Muchas instituciones rechazan a los ni?os de la calle", explica el fotoperiodista. "Mi ONG les paga la estancia y la comida en este centro para que puedan reinsertarse". En la mayor¨ªa de los casos, son los m¨¢s j¨®venes los que optan por la ayuda de Moleres, los adultos prefieren iniciar una nueva vida, que el fot¨®grafo tambi¨¦n acompa?a ayud¨¢ndoles a buscar, por ejemplo, talleres de primer empleo. "La parte m¨¢s dura es la incertidumbre de no saber cu¨¢ndo se puede producir un juicio", cuenta. "Contamos con un asesor legal para las causas m¨¢s graves, pero estos chicos suelen estar condenados por peque?os robos".
"?Fernando!", grit¨® uno. "?Fernando!", otro. "?Fernando! ?Fernando! ?Fernando Torres!". Su apellido no es Torres. Pero este otro Fernando, menos famoso en el resto del mundo, era una estrella del rock para los reclusos", relataba Carlin en su reportaje. No le hizo falta hacer tres malabarismos con un esf¨¦rico, su labor fue mucho m¨¢s prosaica:? "Ellos le quer¨ªan porque les trataba con respeto y buen humor, y porque -a falta de que lo hicieran las ONG que pululan por Freetown les llevaba medicinas. Fernando se detuvo en el centro del patio y abri¨® una bolsita que llevaba en el cintur¨®n del vaquero, y la muchedumbre se arremolin¨® en torno a ¨¦l. Sac¨® un tubo de crema y los presos se colocaron para que les pusiera un poco en sus manos. En cuanto la ten¨ªan, se bajaban el pantal¨®n corto y se apresuraban a aplic¨¢rsela en la entrepierna, para calmar el picor".
Moleres ha viajado a Sierra Leona en cuatro ocasiones y espera repetir el a?o pr¨®ximo en busca de Abdul Sesay. El 4 de julio de 2013, despu¨¦s de 9 a?os en prisi¨®n, los siete primeros esperando una explicaci¨®n legal a su encierro, un chico que con 13 a?os pas¨® de la condena de la calle a la del encierro, volver¨¢ a pisar el asfalto. En la puerta le esperar¨¢ este fotoperiodista que encontr¨® en un rinc¨®n del mapa africano su nueva causa personal y period¨ªstica. "Free Minor Africa supone unos 800 d¨®lares al mes, una cifra muy complicada de mantener para un fotoperiodista, este premio es una ayuda m¨¢s para que la ONG contin¨²e".
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