?Y d¨®nde est¨¢ el sexo?

Junto a las t¨ªpicas pel¨ªculas navide?as, de esp¨ªritu solidario, ternura (a menudo) atosigante y pasajera exaltaci¨®n de la caridad, cada a?o se cuelan otras que, ambientadas tambi¨¦n alrededor del Bel¨¦n, del ¨¢rbol y del consabido (re)encuentro familiar, parecen querer convertirse en esa travesura gamberra que da la vuelta al esp¨ªritu navide?o, apelando a situaciones no ya peligrosas sino directamente prohibidas en tiempos de sonrisas, abrazos y camelos. Es el caso de La hija de mi mejor amigo, comedia de Julian Farino, director brit¨¢nico hasta ahora centrado en la realizaci¨®n de teleseries de ¨¦xito (The office, El s¨¦quito, Big love), que se adentra en el tormentoso mundo del adulterio que a¨²na gran diferencia de edad y amistad ¨ªntima entre familias. En principio, una pel¨ªcula para amantes de las risas prohibidas.?

Pero solo en principio. Porque a pesar de la exquisita presencia de gente como Hugh Laurie, Allison Janney y Catherine Keener, y de que los di¨¢logos tienen una calidad un escal¨®n por encima de la media en este tipo de comedias rom¨¢nticas, sobre todo algunas contrarr¨¦plicas, la pel¨ªcula apunta alto hacia la incorrecci¨®n cuando en realidad es tan pacata como (casi) todas. Primero, porque evidentemente en la relaci¨®n amorosa entre el personaje maduro y el personaje joven, el aventajado es el hombre casi cincuent¨®n y el veintea?ero es la chica (El graduado s¨ª que era atrevida, y hace casi 50 a?os de su estreno). Segundo, porque el punto de vista se desplaza de forma un tanto cobarde hacia la hija de ¨¦l, que es la que narra en off el romance y sus consecuencias. Tercero, y b¨¢sico, porque le falta la imprescindible secuencia de sexo entre la pareja ad¨²ltera, que hay que suponer que se produce pero que no se atreven a mostrar ni siquiera en forma de elegante elipsis (con eso hubiera bastado). Y cuarto, porque el desenlace no es acorde con lo narrado hasta entonces, sobre todo teniendo en cuenta que no est¨¢bamos ante una relaci¨®n basada en lo f¨ªsico, en el sexo, sino en una complicidad real de personas de distintas edades, sorprendidas ellas mismas por la naturalidad de sus sensaciones. Porque si el secreto de su ¨¦xito se hubiera basado en el sexo, lo hubi¨¦ramos visto, ?verdad?