Cyrano de Bergerac nunca muere
El ¨¦xito del montaje de Oriol Broggi en el Centro Dram¨¢tico Nacional, con soberbia actuaci¨®n de Pere Arquillu¨¦, lleva al autor del texto a recorrer los mil y un ¡®cyranos¡¯ del ¨²ltimo siglo, destacando los de Depardieu, Flotats y el propio Arquillu¨¦
Edmond Rostand estaba tan convencido del fracaso de su Cyrano de Bergerac que unos minutos antes del estreno, la noche del 27 de diciembre de 1897, pidi¨® excusas a Constant Coquelin, el protagonista, y a la compa?¨ªa del Th¨¦?tre de la Porte Saint Martin ¡°por haberles embarcado en una aventura semejante¡±. Como dijo luego su amigo Jules Renard con una mezcla de admiraci¨®n y envidia, la obra era ¡°un magn¨ªfico anacronismo¡±: muy libremente inspirada en la vida del olvidado escritor franc¨¦s del XVII, Cyranosurge, como una flor ins¨®lita, en un momento en el que imperan el naturalismo n¨®rdico (Ibsen, Strindberg) y los vodeviles de Feydeau y Courteline. Rostand vende otra cosa. Vende una pieza popular y profundamente rom¨¢ntica que conjuga la comedia de aventuras y la pasi¨®n secreta, que pasa del melodrama intimista a las escenas b¨¦licas del asedio de Arras; una funci¨®n divertida, emocionante, entretenid¨ªsima, armada sobre una torrentera de verso que roza el virtuosismo. Y, desde luego, con un protagonista excepcional. Cyrano, ese ins¨®lito cruce entre Porthos y Alceste, ese librepensador que ha elegido el dif¨ªcil camino de ¡°ser admirable en todo¡±, seduce por su ingenio y su grandeza de esp¨ªritu, y conmueve por ese coraz¨®n que enmascara su sufrimiento con una finta, una broma, un hondo silencio.
Depardieu firm¨® un ¡®cyrano¡¯ arrollador, violento, sensible: le nominaron al Oscar
Los temores de Rostand duraron poco. En el entreacto, el p¨²blico rompe a aplaudir, puesto en pie, y al final le premia con una ovaci¨®n de veinte minutos. Georges Cochery, ministro de finanzas, prende su Legi¨®n de Honor en la solapa del dramaturgo, ¡°para ir ganando tiempo¡±. Actitud premonitoria, porque Rostand recibir¨¢ la m¨¢xima condecoraci¨®n francesa pocos d¨ªas despu¨¦s, el 1 de enero de 1898. La funci¨®n es un triunfo absoluto. Coquelin interpreta a Cyrano durante 410 noches en Par¨ªs y viaja luego a Londres y Estados Unidos. En Nueva York toma su antorcha Richard Mansfield, que protagoniza la versi¨®n inglesa, aunque el verdadero ¨¦xito lo alcanzar¨¢ Walter Hampden en 1923, con 232 funciones, en la traducci¨®n de Brian Hooker, utilizada en todo el mundo anglosaj¨®n durante cuatro d¨¦cadas, hasta que el novelista Anthony Burgess la traduce de nuevo.
Walter Hampden es el Cyrano por antonomasia del teatro americano durante la primera mitad del siglo veinte. Monta la comedia en 1926, 1928, 1932, 1936 y 1946, a?o en que se despide de la escena con una singular funci¨®n de beneficio en el Ethel Barrymore Theater de Broadway: el nuevo Cyrano, Jos¨¦ Ferrer, protagoniza cuatro actos, y Hampden se ocupa del quinto. A partir de entonces, el nombre de Ferrer queda unido para siempre al personaje de Rostand: lo encarnar¨¢ en teatro, en televisi¨®n (1949 y 1955), y lo llevar¨¢ al cine en dos ocasiones. La primera, en 1950, a las ¨®rdenes de Michael Gordon, le vale un oscar; la segunda, Cyrano y D¡¯Artagnan, en 1964, es una considerable rareza de Abel Gance, con amplio reparto espa?ol (Rafael Rivelles, Juli¨¢n Mateos, Alfredo Mayo, Laura Valenzuela), de la que Jos¨¦ Luis Dibildos y Rafael Garc¨ªa Serrano firman la versi¨®n castellana.
El Cyrano brit¨¢nico de la posguerra es, sin duda alguna, Ralph Richardson, que la lleva al Old Vic en 1946. Ese mismo a?o, Claude Dauphin protagoniza en Francia una floj¨ªsima versi¨®n cinematogr¨¢fica en franc¨¦s, dirigida por Fernard Rivers. La lista de actores que la han interpretado en la escena francesa ser¨ªa interminable. Citemos los m¨¢s destacados: Jean Martinelli en la Com¨¦die (1946); el gran Daniel Sorano, que obtiene un enorme ¨¦xito con una versi¨®n televisada, en 1960; Jacques Weber, que en 1983 alcanza las 300 representaciones con una puesta de Jer?me Savary y repite el rol en 2006; Jean Marais (1970), Jean-Paul Belmondo (1990), y Francis Huster (1997). En la pantalla, la adaptaci¨®n m¨¢s completa, brillante y suntuosa es la superproducci¨®n que Jean-Paul Rappeneau dirige en 1990 sobre un gui¨®n de Jean-Claude Carri¨¨re: G¨¦rard Depardieu es un Cyrano arrollador, violento y sensible, bigger than life, en un trabajo que recibir¨¢ una candidatura al Oscar, hecho ins¨®lito para una interpretaci¨®n de habla no inglesa. La pel¨ªcula, que obtiene diez premios C¨¦sar, alcanza un enorme ¨¦xito en Francia (c¨®mo no) y en el resto de Europa.
El d¨ªa del estreno (1897) Rostand cre¨ªa que su obra iba a ser un gran fracaso
El texto de Rostand, que ya hab¨ªa conocido lecturas oper¨ªsticas a principios del veinte, genera varias comedias musicales a partir de los a?os setenta. Salvo la compuesta y protagonizada por Domenico Modugno en Roma (1978), que dura dos a?os en cartel, casi todas las dem¨¢s se estrellan. Christopher Plummer se lleva un Tony por el musical de Michael J. Lewis (con libro y canciones de Anthony Burgess), pero la funci¨®n, estrenada en 1973 en el Palace de Broadway, echa el tel¨®n a las 49 funciones. M¨¢s estrepitoso (y reciente) es el batacazo en 2009 de Cyrano de Bergerac, que firmaron Leslie Bricusse y Frank Wildhorn, los responsables de Jekyll & Hyde: solo se estren¨® en Tokyo, en japon¨¦s, y no pas¨® de las 20 funciones. Raphael, por cierto, estuvo a punto de hacerla en Madrid.
Por el contrario, montajes aclamados en el mundo anglosaj¨®n fueron, en Londres, el de la Royal Shakespeare (1983), con Derek Jacobi y Sinead Cusack, en el Aldwych; el de Anthony Sher (1997) en el Theatre Royal, y el de Stephen Rea (2004) en el National Theatre. En Nueva York hay que destacar la versi¨®n de c¨¢mara que protagoniz¨® Frank Langella en el Roundabout (1980) y la que corri¨® a cargo de Kevin Kline y Jennifer Garner, dirigidos por David Leveaux en el Richard Rodgers Theatre, en 2007.
En nuestro pa¨ªs, Manuel Dicenta y Maria Dolores Pradera la representan en el Espa?ol, en 1955, a las ¨®rdenes de Jos¨¦ Tamayo. Pasan treinta a?os hasta el gran montaje protagonizado por Josep Maria Flotats, dirigido por Maurizio Scaparro, con Rosa Cadafalch, Ramon Madaula, Abel Folk, Jaume Valls y un extenso reparto: es uno de los mayores ¨¦xitos de la historia del teatro catal¨¢n, que supone la puesta de largo de la compa?¨ªa Flotats en el Poliorama y permanece casi un a?o en cartel. En 2000, Manuel Galiana y Paula Sebasti¨¢n encabezan el cartel del espect¨¢culo dirigido por Mara Recatero en el Espa?ol. En 2002, el Teatro Meridional ofrece en el Festival de Almagro una versi¨®n para cuatro personajes, que firma Alvaro Lavin, coprotagonizada por Marina Szerezevsky. En 2007, Jos¨¦ Pedro Carri¨®n y Luc¨ªa Quintana la llevan de nuevo al Espa?ol, en puesta de John Strasberg, de nuevo en el Espa?ol.
En 2011, Pere Arquillu¨¦ se atreve a desafiar el poderoso recuerdo de Flotats interpretando a Cyrano, que nadie hab¨ªa encarnado en catal¨¢n desde entonces, y, adem¨¢s, en la misma versi¨®n de Xavier Bru de Sala. La funci¨®n, dirigida por Oriol Broggi, coprotagonizada por Marta Betriu y Bernat Quintana, consigue un gran ¨¦xito de p¨²blico y cr¨ªtica en la nave g¨®tica de la Biblioteca de Catalu?a, en Barcelona. El segundo reto tiene lugar en la presente temporada: interpretar, a los pocos meses, la obra en castellano (2.600 versos, m¨¢s de la mitad de los cuales corren a cargo de Cyrano), en una nueva versi¨®n que tambi¨¦n firma Bru de Sala, en el Valle-Incl¨¢n de Madrid. Broggi solventa la multiplicidad de escenarios y tonos, Arquillu¨¦ est¨¢ plet¨®rico de fuerza, iron¨ªa y emoci¨®n, Marta Betriu es una Roxane (aqu¨ª Rosaura) elegante y delicada, y el ¨²ltimo acto tiene la sobria hondura de una pel¨ªcula de Ford. No se la pierdan: est¨¢ en cartel hasta el 6 de enero.
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