Psicoan¨¢lisis de un rat¨®n tr¨¢gico
Art Spiegelman cuenta en ¡®MetaMaus¡¯ el origen, el ¨¦xito y la crisis de su obra maestra, ¡®Maus¡¯ Es el ¨²nico tebeo que ha ganado el Pulitzer
Dibujar ratones. Para la peque?a Nadja, ese era el oficio de su padre. Lo cual era cierto. Pero reduccionista. Porque con sus roedores antropom¨®rficos Art Spiegelman llen¨® uno de los c¨®mics m¨¢s famosos de la historia: Maus. Y el relato en forma animal de c¨®mo su padre, Vladek, sobrevivi¨® al Holocausto es el ¨²nico tebeo que haya ganado el Pulitzer, en 1992. Adem¨¢s de cambiar para siempre el mundo del c¨®mic y el de su autor.
¡°Maus mostr¨® que el tebeo pod¨ªa ser tan interesante como la literatura o la pintura, que pod¨ªa tratar un tema enorme como el Holocausto¡±, asegura el dibujante estadounidense (Estocolmo, 1948) por tel¨¦fono. De ello, y de much¨ªsimo m¨¢s, habla Spiegelman en MetaMaus, una mezcla de documentos, bocetos, fotos, un DVD, conversaciones con su padre, testimonios de su familia y, sobre todo, su largu¨ªsima charla con la profesora Hillary Chute, que se acaba de publicar en Espa?a (Mondadori).
¡°He dado todo lo que pod¨ªa. MetaMaus es una de las obras m¨¢s enciclop¨¦dicas jam¨¢s editadas¡±, defiende Spiegelman. Exagerado o no, lo cierto es que las 300 p¨¢ginas del libro contestan a las preguntas claves (?Por qu¨¦ un c¨®mic? ?Por qu¨¦ ratones? ?Por qu¨¦ el Holocausto?) y a pr¨¢cticamente todas las dem¨¢s cuestiones que hayan surgido sobre Maus.
Por ejemplo, MetaMaus narra el proceso de creaci¨®n de la obra maestra de Spiegelman. Y c¨®mo tard¨® 13 a?os en terminar los dos tomos en blanco y negro de Maus. ¡°Sab¨ªa que ser¨ªa un proyecto largo. Empec¨¦ entrevistando de nuevo a Vladek [en 1972 Spiegelman grab¨® varias horas de conversaciones con su padre y public¨® una primera versi¨®n de Maus, de tres p¨¢ginas] y descubr¨ª que no pod¨ªa comprender lo que me contaba a no ser que me metiera de lleno en el tema¡±, desvela el dibujante.
De ah¨ª que Spiegelman conjugara las charlas con su padre con un buceo hasta lo m¨¢s profundo del abismo del Holocausto. ¡°Le¨ª todo lo que tuviera que ver con lo ocurrido¡±, relata el autor. Y no solo. Vio pel¨ªculas y documentales, entrevist¨® a otros supervivientes relacionados con su familia y viaj¨® a Auschwitz y a Dachau. ¡°Fue espeluznante. De verdad ten¨ªas la impresi¨®n de caminar sobre huesos¡±, escribe Spiegelman de su visita a Dachau. De la forma de los lavabos a las c¨¢maras de gas, el autor busc¨® en los campos de exterminio las respuestas a su gran reto: ¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil fue visualizar lo sucedido, recrearlo. Ponerme a rebuscar fue doloroso, me hizo sentir ese vac¨ªo que se experimenta al mirar una foto de familia de antes y despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial¡±. Como la que comenta el propio Vladek en Maus: ¡°Solo Pinek, mi hermano menor, sobrevivi¨®. Del resto de mi familia no queda nada¡±.
El volumen contiene una entrevista con el autor, bocetos, fotos y mucho m¨¢s
Precisamente el padre de Spiegelman es la figura central de Maus. Su dram¨¢tico pasado de jud¨ªo n¨²mero 175113 en Auschwitz es la columna sobre la que el c¨®mic se rige: ¡°Si exist¨ªa constancia hist¨®rica clara tend¨ªa a triangular lo ocurrido y subsumir el recuerdo de Vladek con el colectivo. Pero si exist¨ªa alguna raz¨®n personal para que ¨¦l lo recordara diferente optaba por su versi¨®n y, en caso de que fuera necesario, intentaba corregirla¡±.
Aunque Maus tambi¨¦n narra el entonces presente de la compleja relaci¨®n entre Vladek y Art. ¡°No me quer¨ªa asemejar en nada a ¨¦l. Me hice artista porque le parec¨ªa algo in¨²til¡±, cuenta Spiegelman. Qu¨¦ opinar¨ªa Vladek de la versi¨®n final de Maus jam¨¢s se sabr¨¢: falleci¨® en 1982. A?os antes, en 1968, se suicid¨® Anja, madre de Art y esposa de Vladek, con quien comparti¨® el drama de la estancia en Auschwitz-Birkenau.
¡°El c¨®mic es el idioma natural de intentar cumplir un mandato que no era consciente de estar atacando: el deseo de mi madre de que contara su historia¡±, explica Spiegelman sobre las razones de su apuesta por el tebeo. Las dem¨¢s tuvieron que ver con ¡°la abstracci¨®n que implica la p¨¢gina del c¨®mic, el hecho de yuxtaponer momentos temporales¡± y con un formato que ¡°busca las esencias¡±.
Con sus jud¨ªos ratones y sus nazis gatos en cambio Spiegelman busc¨® reproducir la ¡°deshumanizaci¨®n b¨¢sica en un proyecto de aniquilaci¨®n¡±. De hecho, la propaganda alemana a la saz¨®n retrataba a los jud¨ªos como roedores. Aunque, tal vez por eso, o porque ¡°la imagen del rat¨®n contiene el estereotipo de la criatura pat¨¦tica e indefensa¡±, Maus no hizo especial ilusi¨®n en Israel. Y hace solo muy poco se tradujo al hebreo. Tampoco hubo fans de Spiegelman entre los polacos, retratados como cerdos.
M¨¢s en general, a Maus le cost¨® arrancar. Publicado entre 1980 y 1991 en la revista de c¨®mics de vanguardia RAW, que Spiegelman y su mujer, Fran?oise Mouly, hab¨ªan fundado, el autor cuenta que el libro pas¨® por el rechazo de ¡°todas las editoriales respetables¡±. Finalmente, Pantheon edit¨® el primer tomo ¡ªhubo que acelerar la publicaci¨®n porque Spielberg estaba preparando el filme Fievel y el nuevo mundo, de tem¨¢tica parecida¡ª, y fue un triunfo. Incluso demasiado, para su autor. ¡°En mi arrogancia, daba por hecho que mi obra se valorar¨ªa de forma p¨®stuma. El ¨¦xito me provoc¨® una crisis. Me empuj¨® a quererme esconder en una ratonera y a desaparecer¡±, recuerda Spiegelman. Solo sali¨® de all¨ª gracias a su analista. Y en 1991 por fin se public¨® el segundo tomo de su obra.
Su ¨¦xito me llev¨® a querer esconderme en una ratonera"
Sin embargo, 20 a?os despu¨¦s, su relaci¨®n con Maus sigue siendo contradictoria. ¡°El hecho de que tuviera tanta difusi¨®n me parece un regalo y un desastre. Me aport¨® seguridad econ¨®mica, pero nunca podr¨ªa haber previsto la carga de intentar no estorbar a la obra. Hab¨ªa contra¨ªdo una obligaci¨®n con los muertos¡±, asegura.
De esto, y de su fama, se quejaba Spiegelman en una conversaci¨®n con Matt Groening. Pero el creador de Los Simpson le ofreci¨® una perspectiva distinta: ¡°Es como si te lamentaras del cenicero sucio de tu Rolls Royce¡±. Spiegelman ha aprendido tambi¨¦n a no quejarse de las versiones y an¨¢lisis que se han hecho de Maus a lo largo de la historia: ¡°En el fondo, para m¨ª todos son malentendidos. Con MetaMaus me he explicado claramente. Ya no es mi trabajo¡±.
Hab¨ªa contra¨ªdo una obligaci¨®n con los muertos¡± Art Spiegelman
Otra cosa es sin embargo que Spiegelman defienda su libro con u?as y dientes. Por eso siempre se ha negado a una adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica. Y por eso ha pronunciado decenas de no a galer¨ªas y museos del calibre del MoMA, que quer¨ªan exponer o comprar sus dibujos. ¡°No veo por qu¨¦ haya que rehacer Maus. Solo ser¨ªa por dinero¡±, relata el autor.
Adem¨¢s, Spiegelman aprecia su obra como est¨¢ hecha. Porque todo en Maus ¡°est¨¢ entrelazado¡± y cada p¨¢gina tiene detr¨¢s cuadr¨ªculas, bocetos y un largo estudio gr¨¢fico y conceptual. Tal vez un trabajo imprescindible para un dibujante que no se considera especialmente habilidoso y desde luego no estar¨ªa de acuerdo con la definici¨®n que de ¨¦l da otro artista famoso del tebeo, Seth: "Es uno de los mejores, m¨¢s listos y m¨¢s talentosos dibujantes de la historia". Spiegelman mantiene un perfil mucho m¨¢s bajo: ¡°No tengo la habilidad innata. La he compensado con la obsesi¨®n y con una reflexi¨®n intensa sobre qu¨¦ quer¨ªa hacer. El pensamiento sustituy¨® la tinta¡±. Tras eso, lo dem¨¢s estaba hecho. Solo faltaba dibujar ratones.
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