'Los vivos y los m(¨ªos)': recordar o no recordar

En el escaparate de la antigua tienda de ultramarinos de Tres Peces 34, una maleta vieja abierta, llena de arena, sugiere que polvo seremos en el ¨²ltimo viaje. Dentro, comienza la funci¨®n: una joven de hoy regresa con las cenizas de su abuelo a su pueblo natal (del que hubo de huir durante la Guerra Civil), para darles sepultura. Los vivos y los m(¨ªos), de Jos¨¦ Cruz (Madrid, 1977), obra ganadora del premio L¨¢zaro Carreter, habla con aliento po¨¦tico sobre la necesidad de vencer odios at¨¢vicos, de resta?ar heridas y de reordenar la memoria colectiva. El grosor del texto, el empaque tr¨¢gico de la puesta en escena de ?lvaro Tejero y la densidad de la atm¨®sfera creada por los espl¨¦ndidos actores de TurliTava, su compa?¨ªa, hicieron de esta funci¨®n una experiencia inolvidable.

Su p¨²blico sufr¨ªa un shock de inmersi¨®n mientras acompa?aba a sus protagonistas a la trastienda o cuando bajaba con ellos a la h¨²meda cueva del establecimiento. Teatro esencial, en di¨¢logo continuo con el espacio para el que fue hecho a la medida, representativo de una generaci¨®n que viene empujando fuerte y con otras ideas. Los vivos y los m(¨ªos) ha sido punta de lanza de una tendencia: ahora en Madrid se multiplican los espect¨¢culos concebidos para espacios no teatrales. Nunca sabremos donde podr¨ªa haber llegado Tejero, de 33 a?os, porque una automovilista que cuadruplicaba la tasa de alcoholemia se lo llev¨® por delante cuando volv¨ªa de una funci¨®n, pero su compa?¨ªa se ha juramentado para llevar a t¨¦rmino el proyecto que dej¨® perge?ado: Das Werk (La f¨¢brica), comedia negra sobre la crisis econ¨®mica y la fuga de talentos, para la que anda buscando un espacio fabril de principios del siglo XX.