Usted y yo ahora
?Pudo usted leer algo estas fiestas?
¡ªMoo Pak, de Gabriel Josipovici. Bien traducido por Juan de Sola, publicado por C¨®mplices. El t¨ªtulo juega con Moor Park, el nombre de la finca inglesa en la que Swift conoci¨® a Stella, su primer amor. Moo Pak es la historia de unos largos paseos por parques de Londres, donde dos amigos conversan acerca del mundo. Una oda a los viajes andados, al arte de caminar y conversar cuando esta actividad se convierte en la m¨¢s luminosa, tal vez porque tiene el ritmo de la respiraci¨®n humana.
¡ª?Qui¨¦nes andan ah¨ª?
¡ªUsted y yo ahora. Pero en Moo Pak los caminantes se llaman Jack Toledano y Damien Anderson. El primero habla de c¨®mo marcha el dif¨ªcil ¡ªposiblemente p¨¦simo¡ª libro en el que trabaja desde hace a?os. Siendo en apariencia la escritura el asunto central de Moo Pak, la novela es una unidad fluida ¡ªsin puntos y apartes ni divisiones por cap¨ªtulos¡ª en la que en realidad se fusionan h¨¢bilmente todos los temas del mundo.
¡ªEso obliga a infinidad de paseos.
¡ªY conduce a una completa decepci¨®n ante el estado de las cosas. En el terreno literario, por ejemplo, Toledano se confiesa horrorizado por todo lo que hoy rodea el mundo del libro. No puede olvidarse de una intervenci¨®n que vio de Naipaul en la televisi¨®n, donde este ley¨® un doloroso texto autobiogr¨¢fico muy ¨ªntimo que conmov¨ªa en su libro pero no cuando lo ley¨® frente a las c¨¢maras, porque era ¡°como si nos pidiera que comprendi¨¦ramos el mal trago por el que pas¨®, a la par que admir¨¢ramos su literatura¡±.
¡ªLo vio como una cat¨¢strofe m¨¢s de nuestro tiempo.
¡ªA Toledano, le pareci¨® de mal gusto esa intervenci¨®n y muy sintom¨¢tica de nuestra cultura moderna. Quiz¨¢s Dante y Swift y Kafka fueron afortunados, nos dice, pues jam¨¢s tuvieron que resistir la tentaci¨®n de lo que hemos dado en llamar atenci¨®n mediatica. Quiz¨¢s de haber estado expuestos, ellos tambi¨¦n habr¨ªan sucumbido, aunque no es seguro. Al fin y al cabo, dice Toledano, Beckett no sucumbi¨®, Bernhard no sucumbi¨®, Pinget no sucumbi¨®¡ Y usted, ?qu¨¦ ha le¨ªdo ¨²ltimamente?
¡ªLos art¨ªculos que informan de la ca¨ªda en las ventas de libros en Espa?a. Algunos llevan este curioso subt¨ªtulo: La lectura no ha ca¨ªdo, pero s¨ª el consumo de libros.
¡ªBueno, se ha le¨ªdo siempre tan poco en este pa¨ªs que lo raro hubiera sido lo contrario: que cayera la lectura. Quedan leyendo los de siempre.
¡ª?Qui¨¦nes cree usted que son?
¡ªDec¨ªa Flaubert que la chusma, la masa, el reba?o, siempre ser¨¢ detestable. No hay nada que tenga importancia, dec¨ªa, salvo un peque?o grupo de seres inteligentes que siempre son los mismos y que son los portadores de la antorcha.
¡ªSospecho que los portadores siguen todos en su puesto.
¡ªA Juan Mars¨¦ le preguntaron el otro d¨ªa si se ve¨ªa escribiendo en una Catalu?a independiente y dijo: ¡°Me veo sentado en esta mesa, escribiendo a mano y con buena letra, acompa?ado por el saxo de Charlie Parker destilando Oh, lady be good. Me veo en esas horas en que me libro de la hostilidad del mundo¡±.
¡ªNormal. Nadie puede con la pulsi¨®n solitaria del escritor que se adentra en su trabajo, sobre todo si para ¨¦l, como dec¨ªa Kafka, ¡°escribir es un verdadero escribir y al mismo tiempo nada¡±. En casos as¨ª, asciende el grado de locura. Y ya se sabe que es bien antigua la relaci¨®n entre locura y literatura.
¡ªCon la crisis esa relaci¨®n se ha acentuado a¨²n m¨¢s. Todo se hunde menos el placer en el gabinete de escritura.
¡ªS¨ª. Y eso me recuerda que Kafka hablaba de clavar una mesa con habilidad paciente y minuciosa y al mismo tiempo no hacer nada, y no en forma que se pudiera decir ¡°Para ¨¦l clavar no es nada¡±, sino ¡°Para ¨¦l clavar es un verdadero clavar y al mismo tiempo nada¡±, con lo cual, dec¨ªa Kafka, incluso el clavar ser¨ªa a¨²n m¨¢s audaz, a¨²n m¨¢s decidido, a¨²n m¨¢s real y, por supuesto, a¨²n much¨ªsimo m¨¢s loco.
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