Arte en la calle, ?arte desahuciado?
El Mus¨¦e de la Poste de Par¨ªs expone, hasta el 30 de marzo, 70 obras de 13 artistas urbanos de prestigio internacional. La exposici¨®n se titula M¨¢s all¨¢ del arte urbano pero, en realidad es un m¨¢s ac¨¢ puesto que los han encerrado en un local cuando lo suyo deb¨ªa ser ontol¨®gicamente un lugar sin determinaciones.
Artistas urbanos y mucho m¨¢s que artistas del campo, pero el arte que ahora practican muchos de estos pintores ciudadanos sobre las grandes urbes posee la particularidad de que no solo se capturan artificialmente para mostrarlos despu¨¦s en salas bajo techo, sino que al ser street art o arte de la calle su encantamiento desaparece radicalmente con el acantonamiento.
Obra de callejeros y de marginales, de fumatas o de rebeldes sin causa, estos grafiteros existen desde los a?os sesenta, aunque solo en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas han penetrado desde las fachadas a los paneles de algunos museos. Solo en Par¨ªs los grafiteros han pasado ya por la sala Cartier y por el Grand Palais, lo que no es solo una casualidad sino m¨¢s bien una sorna. Aquello contra lo que luchaba y sigue luchando la polic¨ªa y los servicios de limpieza de los municipios millonarios ha logrado la categor¨ªa de arte con valor inestimable. Porque, ?cu¨¢nto valdr¨¢ hoy una obra de Corbread que pintaba hace m¨¢s de medio siglo en los vagones del metro neoyorquino? O ?qu¨¦ precio obtendr¨ªa en Christie¡¯s las creaciones de Banksy, Obey o Space Invader? Acaso mil millones o acaso, tambi¨¦n, ni un c¨¦ntimo. El valor sustantivo de estas obras es que no se pueden vender a menos que unas veces se derribe un edificio u otras un puente. Es por tanto tan s¨®lo l¨²dico o simb¨®lico. Son, lo que se llamar¨ªa, impagables. Aunque, como era de esperar, ya hay algunas galer¨ªas, como WallWorks, Itinerance o Ligne 13 en Par¨ªs que han introducido soportes m¨¢s o menos convencionales para no desaprovechar los r¨¦ditos.
Pero, ?ser¨ªan entonces estos productos comerciales suced¨¢neos enlatados? La Tate Modern expuso los grafitis en su fachada y as¨ª se ha hecho en Filadelfia o Copenhague, entre otros lugares. Sin el soporte de la ciudad no hay arte urbano. Y ya sin arte urbano toda gran ciudad pierde modernidad. Lo marginal ha prestado valor a lo central, lo excluido a lo integrado y, al fin, los recursos m¨¢s pobres han enriquecido al arte de mayor integridad. Un grafitero si es tal no cobra. Es famoso porque lo contempla todo el mundo con una u otra emoci¨®n, es famoso porque se agrega a los monumentos, se plasma en el trayecto cotidiano, compone la pared del vecino que se proyecta d¨ªa y noche sobre nuestras ventanas. Es famoso porque no es famoso o no se sabe d¨®nde est¨¢. No se sabe donde est¨¢ el autor ni de la fama se sabe ad¨®nde va.
En Par¨ªs, es ahora corriente ver constantes motivos de arte urbano, sea en las se?ales de tr¨¢fico, en los buzones, en los pasos de peatones. Tanto en las esquinas como en las bajantes, en las fachadas o en las columnatas. El grafiti empez¨® siendo una forma b¨¢rbara de ensuciar lo venerable y ahora lo que fuera suciedad se expone en el Grand Palais al modo de joyas. Pronto el Thyssen, que ahora alberga una exposici¨®n de Cartier, instalar¨¢ a su lado una bater¨ªa de street art. El lujo se aparta radicalmente de la miseria pero ambos se juntan en su incalculable valor moral o material. ?Y qu¨¦ otra cosa podr¨ªa ser m¨¢s significativa de esta ¨¦poca? Cuando el dinero se ha concentrado como una bomba at¨®mica en manos de unos pocos, los muchos componen la bomba humana de acaso mayor explosi¨®n. Al borde de la desesperaci¨®n y el estallido social, el arte de los marginados se reconduce a las salas con medidas de seguridad.
?Haremos tambi¨¦n del hambre un show brillante? Claro que s¨ª. ?frica fue un escenario inmejorable para las vanguardias de hace un siglo que supieron sacar inspiraci¨®n de sus vidas primitivas. Ahora regresa un fen¨®meno semejante. El grafitero es un artista rico reducido a cero. Pero puede ser la nueva inspiraci¨®n. Una inspiraci¨®n que se recrea no de la abundancia que es ya excremento del sistema sino del impulso desahuciado. Un impulso que trata de decir lo que la afon¨ªa del arte actual no puede. Haciendo ver, en los m¨¢rgenes, el relevo de las metr¨®polis tradicionales, se trate de su poder econ¨®mico, pol¨ªtico o cultural. Con una importante particularidad y es que ese mundo en ciernes no reproducir¨¢ el poder del poder, la pol¨ªtica de esta pol¨ªtica ni la condici¨®n de ning¨²n sistema maestro. Cre¨ªamos que la libertad se hab¨ªa secado y, sin embargo, ahora fluye desde las canaletas de los desag¨¹es, por los t¨²neles del ferrocarril, por los ojos h¨²medos de un puente. Se desliza por las fachadas para volver del rev¨¦s el edificio m¨¢s educado puesto que la posible educaci¨®n del futuro ser¨¢ igual a la liberadora creaci¨®n y educaci¨®n sin canon.
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