Cuando Zaragoza ten¨ªa playa
Una muestra recorre el ocio de la ciudad desde la posguerra hasta el fin del franquismo La instalaci¨®n de la base militar americana supuso una revoluci¨®n en la capital aragonesa
Una tienda de productos de belleza ocupa el lugar del antiguo caf¨¦ Moderno y una de ropa el del bar Alaska. La playa de Zaragoza fue sustituida por clubes deportivos y la ciudad dio la espalda al r¨ªo. Una exposici¨®n reproduce esa Zaragoza desaparecida. La de los 40 cines, los mayores caf¨¦s cantante de Europa y la de los ba?istas tomando el sol a orillas del Ebro. En dos meses, m¨¢s de 11.500 miradas han recordado o conocido los lugares m¨ªticos de ocio de la ciudad. Fotograf¨ªas, entradas de espect¨¢culos, ilustraciones, ropa e incluso una Vespa sirven para recrear la diversi¨®n de los a?os cuarenta a los setenta. La muestra estar¨¢ hasta el 24 de febrero en el Centro de Historias.
El tiempo y el cambio de h¨¢bitos modificaron, desde la posguerra hasta principios de los setenta el paisaje de la capital aragonesa. A ello contribuyeron tambi¨¦n los yanquis. El coronel Harris desembarc¨® en Zaragoza un d¨ªa de 1955 para poner los cimientos de la base americana en la ciudad. Le siguieron 2.200 soldados estadounidenses. Los militares trajeron novedades en su equipaje para un pa¨ªs que estaba superando la autarqu¨ªa: chicles, chocolatinas, coches¡Pero su llegada supuso algo m¨¢s, un vuelco en el ocio de la ciudad.
"M¨¢s de cien personas han cedido sus objetos para la exhibici¨®n"
"Esta exposici¨®n no se podr¨ªa haber hecho en otro sitio, porque aqu¨ª hubo tanta vitalidad en esos a?os, adem¨¢s de Madrid y Barcelona. Y a ello ayud¨® la llegada de la base", se?ala Sergio Artiaga, comisario de la exhibici¨®n. No es que solo los americanos fueran responsables de todo esto. Los peri¨®dicos de la ¨¦poca recuerdan que la base era una ciudad en miniatura autosuficiente y que los estadounidenses llegaban a estar meses en Zaragoza sin aprender ni una palabra de castellano. Pero algo qued¨®. La capital aragonesa se convirti¨® por ejemplo en pionera del juego de bolos en Espa?a.
Durante esos a?os el Ebro, considerado como una calle m¨¢s, se convert¨ªa en una extensi¨®n del Mediterr¨¢neo y los zaragozanos no ten¨ªan que recorrer 300 kil¨®metros para tomar el sol y ba?arse. Una foto en blanco y negro, tomada quiz¨¢s por uno de esos ba?istas y almacenada en el archivo municipal, recoge la estampa de un perfecto domingo playero. Los clubes n¨¢uticos y deportivos acabaron con esta porci¨®n de tierra que supon¨ªa el escape a los 40 grados de calor.
M¨¢s de 100 personas han colaborado para componer el mapa de la diversi¨®n zaragozana. Con los objetos que han guardado durante todo este tiempo en sus casas se han llenado nueve salas. Los creadores de la exposici¨®n han tardado un a?o en reunir todo el material. En este recorrido dos generaciones se unen. Una es la de los que vivieron esa ¨¦poca, en la que se pod¨ªan salir todas las noches de la semana a una sala de fiestas diferente. La otra es la que prefiere ver cine en su ordenador y descubre con esta muestra c¨®mo se divert¨ªan sus padres.
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