Sevilla rompe el cerco de Ai Weiwei
El CAAC es el primer museo espa?ol en dedicar una muestra al creador perseguido por Pek¨ªn Una pel¨ªcula sobre su vida y su obra se estrena en Espa?a
Cinco toneladas de los frutos secos de porcelana m¨¢s famosos del arte, las pipas de girasol que Ai Weiwei hizo fabricar a mano a 1.600 de sus compatriotas para llenar en 2009 la Sala de Turbinas de la Tate Modern, dan la bienvenida a los visitantes de la muestra Resistencia y tradici¨®n (hasta el 30 de junio). Es la primera dedicada por un museo espa?ol al artista chino. Se inaugur¨® por fin hoy ¡ªestuvo programada para el pasado septiembre, pero se cay¨® del cartel por falta de dinero¡ª en el sevillano Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo (CAAC) y sin la presencia de Ai Weiwei. Tampoco pudo participar en el montaje, pese a que lo ha supervisado desde su estudio en Pek¨ªn; las autoridades no le permiten salir de China, donde recibe el tratamiento de ¡°enemigo p¨²blico¡± y se enfrenta a acusaciones por evasi¨®n fiscal y pornograf¨ªa. El estreno hoy en los cines de un documental sobre su vida y opiniones art¨ªsticas y pol¨ªticas (Never sorry, de Alison Klayman) completa el desembarco del creador en Espa?a.
Tan c¨¦lebre por su influencia en el sistema del arte (figura el tercero en la actual lista Art Review de los 100 m¨¢s poderosos), como por su feroz disidencia del r¨¦gimen chino, postura que dio con sus huesos en la c¨¢rcel y su nombre en la cr¨®nica internacional, troce¨® la obra de las pipas (100 millones en total, con un peso de 150 toneladas) para su venta por separado. En la operaci¨®n, el que reparti¨® (el centro londinense) se llev¨® la mayor parte.
La porci¨®n que ha viajado a Sevilla (3,3 millones de unidades) debe contemplarse atendiendo a las medidas de seguridad impuestas por el prestador: la distancia la marca una valla, y un sensor alerta cuando al visitante le vence la tentaci¨®n de llevarse un souvenir. El objetivo es que el conjunto, que acab¨® por darle fama mundial m¨¢s all¨¢ de los c¨ªrculos art¨ªsticos, regrese intacto.
La pieza con m¨¢s tir¨®n de la muestra cuenta con una seria competidora en la espectacular Descending light (2007), monumental l¨¢mpara color rojo mao¨ªsta que ocupa la nave central de la capilla donde estuvo enterrado durante 35 a?os Col¨®n, en los lejanos tiempos que el centro de arte fue el monasterio que fundaron los cartujos en el siglo XIV. La obra, met¨¢fora sobre la decadencia del r¨¦gimen comunista chino, ca¨ªdo con estr¨¦pito desde el techo de la utop¨ªa al suelo del capitalismo de Estado, solo se hab¨ªa visto en una ocasi¨®n en Nueva York (cuando fue creada para la galer¨ªa Mary Boone) y es propiedad de Helga de Alvear.
No es la ¨²nica aportaci¨®n que los comisarios (Luisa Espino y Juan Antonio ?lvarez Reyes, director del centro) deben a la generosidad de la coleccionista, que tambi¨¦n ha prestado la instalaci¨®n titulada como el estudio pequin¨¦s del artista, 258 Fake, con im¨¢genes cotidianas extra¨ªdas del blog que mantuvo mientras el Gobierno chino se lo permiti¨® (2005-2009); la esfera de madera de palisandro Divina proporci¨®n, colocada entre las puertas talladas de la capilla externa; y Jarras coloreadas, conjunto de vasijas del neol¨ªtico manchadas con pintura industrial. Estas sirven al creador para reflexionar sobre la destrucci¨®n del patrimonio chino y la potencia del pa¨ªs en el terreno de la copia (intencionadamente, nunca ha querido despejar las dudas sobre la autenticidad de las supuestas piezas prehist¨®ricas).
Adem¨¢s de las dobles lecturas y de los interrogantes que caracterizan la obra del artista, consumado funambulista de los alambres que separan la denuncia pol¨ªtica y la iron¨ªa, la sobreexposici¨®n medi¨¢tica y el satisfecho aplauso del mercado, el recorrido ofrece un interesante juego de espejos con el pasado. El centro de arte (que adem¨¢s de cartuja, fue propiedad de Rumasa y sirvi¨® de residencia de los reyes de Espa?a durante la Expo) funcion¨® como sede tras la desamortizaci¨®n de la c¨¦lebre f¨¢brica de loza y porcelana china del ingl¨¦s Charles Pickman. Una de las m¨¢s caracter¨ªsticas l¨ªneas de trabajo de Ai parte de la tradici¨®n de la cer¨¢mica imperial para plantear las paradojas del progreso asi¨¢tico, como sucede en las esculturas cedidas por Ivorypress (donde expuso en 2009). Su galer¨ªa espa?ola tambi¨¦n aporta el tr¨ªptico fotogr¨¢fico en el que el artista deja caer una urna de la dinast¨ªa Han y el conjunto de 96 vasijas El fantasma Gu bajando la monta?a, en el que la comisaria Enciso observa ¡°rastros de la herencia minimalista¡±.
A ?lvarez Reyes le gusta recurrir al concepto de la ¡°migraci¨®n de las formas¡±, inspirador de la dOCUMENTA 12 comisariada por Roger M. Buergel, para explicar los viajes mentales propuestos. El de la porcelana china, apreciada por el gusto ingl¨¦s, fabricada en el XIX a orillas del Guadalquivir y retomada como discurso por una estrella global. El del creador que rompe con su pasado para, a su vuelta en los noventa de Nueva York, abrazar la tradici¨®n como acto de resistencia. O el de la tenue luz del refectorio cartujo inmortalizada por Zurbar¨¢n que alberga el fogonazo del espect¨¢culo intelectual del arte contempor¨¢neo.
Y podr¨ªa tener sentido: ¨¦l fue uno de los artistas que marcaron aquella dOCUMENTA, como recuerda, al final de la muestra, el v¨ªdeo Cuento de hadas, testimonio del proyecto por el que Ai Weiwei llev¨® a 1.001 compatriotas a Kassel. Una cifra sin duda m¨¢s realista que el que el filme de Klayman emplea como eslogan efectista: ¡°?Puede un artista cambiar la vida de 1.400 millones de personas?¡±.
Babelia
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