Confieso que (me) he filmado

La experiencia personal como fuente principal, y quiz¨¢ ¨²nica, de la inspiraci¨®n y de la creaci¨®n. Autoficci¨®n. Una pr¨¢ctica habitual en el c¨®mic y espor¨¢dica en la literatura, aunque casi nunca experimentada en el cine. No a la manera de Woody Allen, que probablemente lleva d¨¦cadas cont¨¢ndonos su propia vida, sus conversaciones, sus neurosis, convertidas en pel¨ªculas de ficci¨®n. Sino a la manera ¨²nica, provocativa y casi impudorosa de El¨ªas Le¨®n Siminiani. Mapa, ¡°una pel¨ªcula-canci¨®n¡±, seg¨²n reza el subt¨ªtulo de su trabajo. ?Una gran mentira, como I¡®m still here, de Cassey Affleck? No, al menos eso dice Siminiani en las entrevistas. Y tampoco lo parece. ?Una gran verdad? Por supuesto. Una confesi¨®n en toda regla. Siminiani filma y filma; a veces hasta se filma. ?El resultado? Una pel¨ªcula-diario sobre cuatro a?os de existencia, un relato que casi funciona como un espejo que acaba convirti¨¦ndose en una comedia rom¨¢ntica generacional sobre un treinta?ero que no (se) encuentra.

¡°Cuando te miras al espejo, el reflejo que te devuelve, ?es una m¨¢scara de ti?¡±. La letra de la canci¨®n-emblema de la pel¨ªcula, Walk out, de Matthew Sweet, resume el esp¨ªritu de Mapa. Siminiani, mediante una voz en off perpetua, narrada por ¨¦l mismo, experimenta con la conjunci¨®n entre m¨²sica e im¨¢genes, se ayuda de grafismos, reflexiona sobre su trabajo, sobre su vida, sobre el cine en general, marca pautas (autor)referenciales, viaja a India y dibuja un mapa f¨ªsico de su trayecto que en realidad es un mapa humano. Con un socarr¨®n sentido del humor, en su primer largometraje tras una serie de cortos impactantes, ya fuera en esta l¨ªnea de autoficci¨®n (L¨ªmites: 1? persona), en otra, m¨¢s cercana a la denuncia sociopol¨ªtica (El tr¨¢nsito), o en otra m¨¢s, donde se parte de la realidad para acabar en la ficci¨®n (El premio, candidato al Goya al mejor cortometraje de ficci¨®n en la pasada edici¨®n de los galardones), Siminiani ha compuesto una obra ¨²nica; ins¨®lita, pues no se parece a nada, y casi insolente, al poner al espectador en la tesitura de tener (para luego querer, desear) que inmiscuirse en territorio ajeno, como el que se cuela en la casa de otro, casi en coraz¨®n ajeno. Su poder de observaci¨®n, que m¨¢s tarde revela poder de imaginaci¨®n, le lleva de aqu¨ª para all¨¢ y, quiz¨¢ como en la vida, y como pocas veces en el cine, no hay posibilidad de cl¨ªmax final, lo que quiz¨¢ deje el cuerpo un tanto mustio despu¨¦s de tantas revueltas. Pero as¨ª es la realidad. ?O era ficci¨®n? No. Siminiani confiesa que (se) ha filmado.