La biblioteca de la discordia
Un hurac¨¢n de cr¨ªticas enturbia la remodelaci¨®n de la m¨ªtica New York Public Library Las obras del proyecto de Norman Foster est¨¢n previstas para este a?o
El proyecto de la discordia se llama Central Library Plan y consiste en la profunda remodelaci¨®n de una de las joyas de Nueva York: la sede central de su biblioteca p¨²blica, ubicada en Bryant Park. Art¨ªculos a favor y en contra, manifiestos y hasta campa?as de relaciones p¨²blicas han ido calentando el airado debate en torno al futuro de este emblem¨¢tico edificio, una discusi¨®n que arranc¨® hace dos a?os y que desde el comienzo desbord¨® los aspectos formales de la intervenci¨®n propuesta. ?Se trata de la creaci¨®n de la biblioteca m¨¢s grande abierta al p¨²blico en la historia de la humanidad, como defiende su presidente Anthony Marx, o de un palacio al presentismo, como lo calific¨® el acad¨¦mico Edmund Morris, feroz cr¨ªtico del plan?
El 25 de enero pasado parec¨ªa que la aprobaci¨®n por parte de la comisi¨®n de conservaci¨®n de la ciudad (Landmark Commission), solucionaba el embrollo y aclaraba el horizonte, pero la tregua ha resultado ser provisional. El respetado cr¨ªtico de The New York Times Michael Kimmelman volvi¨® a avivar el fuego sentenciando la semana pasada que el plan dise?ado ¡°tiene toda la elegancia y distinci¨®n de un centro comercial de los suburbios¡±. Sea como fuere desde la New York Public Library confirman que el proyecto ha sido aprobado por el patronato y ha superado el principal escollo administrativo. Las obras arrancar¨¢n a lo largo de este a?o, aunque a¨²n no se conoce la fecha exacta y se est¨¢n tramitando los permisos. Subrayan, adem¨¢s, que el di¨¢logo con el p¨²blico sigue abierto y se pueden a?adir modificaciones.
Como toda saga neoyorquina esta atribulada historia, tiene mucho que ver con cuestiones financieras y consideraciones inmobiliarias. Pero tambi¨¦n cuenta con originales episodios que van desde una detenci¨®n por conducci¨®n ebria ¨Cel presidente de la instituci¨®n, Anthony Marx, perdi¨® su carnet unos meses y da?¨® su reputaci¨®n frente a muchos de los trabajadores que se oponen al plan¨C; hasta acusaciones de secretismo; pasando por cartas de protesta ¨Cfirmadas entre otros por Mario Vargas Llosa y Salman Rushdie¨C y un careo entre cr¨ªticos y defensores celebrado el a?o pasado en el New School.
En oto?o de 2008 el entonces presidente Le Clerc anunci¨® que el arquitecto brit¨¢nico Norman Foster se encargar¨ªa de dise?ar el Central Library Plan. La atenci¨®n p¨²blica estaba entonces absorta en la campa?a electoral y la debacle de Wall Street, que tocaba de cerca las chequeras de los fil¨¢ntropos de la ciudad. Tres a?os despu¨¦s un art¨ªculo de Scott Sherman en The Nation hac¨ªa sonar las alarmas y desvelaba los aspectos m¨¢s controvertidos del nuevo proyecto, que en ese momento a¨²n no estaba terminado y cuya consecuci¨®n estaba en manos del sucesor de Le Clerc, Marx, conocido acad¨¦mico a quien preced¨ªa su fama de estrella en la recaudaci¨®n de donaciones y visi¨®n progresista, como presidente de Amherst College. ¡°Podemos almacenar y tener acceso a los libros sin tener que prescindir de espacio en una de las localizaciones m¨¢s importantes de Nueva York. En la medida en que podamos ofrecer ese espacio al p¨²blico y reemplazar libros con gente, ese ser¨¢ el futuro de las bibliotecas¡±, declar¨® Marx a The Nation. M¨¢s de 200 intelectuales firmaron entonces una carta que clamaba contra la reconversaci¨®n de la biblioteca ¨Cque actualmente recibe cerca de 1,6 millones de visitas al a?o¨C en ¡°un concurrido centro social donde la investigaci¨®n ya no ser¨ªa el foco principal¡±.
De acuerdo con las ideas que gu¨ªan el plan, la New York Public Library cerrar¨¢ y vender¨¢ dos de sus 84 sucursales de pr¨¦stamo. Una est¨¢ ubicada justo en frente de la sede central y la otra que se encuentra en la calle 34, en las inmediaciones de la Morgan Library. La venta ayudar¨¢ a costear parte del proyecto cuyo presupuesto ronda los 300 millones de d¨®lares, ¨C150 de los cuales ser¨¢n aportados por la alcald¨ªa¨C. Adem¨¢s, esto permitir¨¢ ahorrar cerca de 15 millones en gastos de mantenimiento de las sucursales que desaparecer¨¢n, dinero que se podr¨¢ reinvertir en nueva contrataci¨®n de personal y de materiales. La biblioteca se encuentra entre las cinco m¨¢s importantes del pa¨ªs, s¨®lo por detr¨¢s de la Library of Congress en volumen, pero a diferencia de esta instituci¨®n que recibe 200 millones de d¨®lares anuales del erario p¨²blico, la New York Public Library tiene que recaudar la pr¨¢ctica totalidad de sus fondos. Es decir, los gastos de las sucursales de pr¨¦stamo son costeados por la ciudad, pero no los de sus cuatro bibliotecas de investigaci¨®n, que han visto dr¨¢sticamente mermados sus recursos. Esto forz¨® en 2008 al cierre de dos unidades especializadas (en Oriente Medio y Asia y en Esl¨¢vicas y B¨¢lticas), as¨ª como la venta de una sucursal de pr¨¦stamo frente al MoMA en 2007. En 2010 la Universidad de Columbia destin¨® m¨¢s de 26 millones de d¨®lares a la comprar de nuevos materiales, frente a los 10.8 que pudo invertir la New York Public Library.
Seg¨²n el plan de Foster el edificio central dise?ado en 1911 por Carrere & Hastings ¨Cel mismo estudio que firm¨® el palacete de la Frick Collection¨C, volver¨¢ a conjugar su funci¨®n de biblioteca de consulta con la de pr¨¦stamo, como anta?o. Para ello se dise?ar¨¢ una biblioteca dentro de la biblioteca, las siete plantas de almac¨¦n de libros ¨Clas estanter¨ªas cerradas al p¨²blico o stacks¨C bajo el Rose Reading Room desaparecer¨¢n, pero esta sala de lectura quedar¨¢ intacta. El plan inicial contemplaba que cerca de tres millones de libros ser¨ªan trasladados a nuevos dep¨®sitos fuera del edificio, donde las condiciones de conservaci¨®n son mejores, pero habr¨ªa que pedir que los trajeran a la sede central para ser consultados.
M¨¢s de 200 intelectuales han firmado una carta contra la obra
Finalmente, gracias a una generosa donaci¨®n particular, se ha decidido que la mitad de estos vol¨²menes ir¨¢n a un dep¨®sito debajo de Bryant Park que comunica con el edificio central, en total 1.5 millones de vol¨²menes. La otra mitad ser¨¢ trasladada a Princeton, en Nueva Jersey. El p¨²blico tendr¨¢ acceso al 70% del edificio central en lugar de al 32% como ocurre en la actualidad. ¡°Nuestros libros estar¨¢n correctamente conservados bajo tierra y el p¨²blico tendr¨¢ la luz y la espectacular vista del parque. Es un buen intercambio¡±, declar¨® Marx durante la presentaci¨®n del plan el diciembre pasado.
No ha faltado quien ha tratado de plantear esta batalla como un enfrentamiento entre acad¨¦micos y pueblo llano, porque lo que se ha debatido hasta ahora no ha sido tanto la forma sino la funci¨®n que esta adorada instituci¨®n est¨¢ llamada a jugar en el futuro. Para unos se trata de una burda desacralizaci¨®n, para otros de una visionaria apertura de puertas que asegurar¨¢ la viabilidad econ¨®mica y su adaptaci¨®n al futuro. ¡°La renovaci¨®n a?adir¨¢ m¨¢s de 1.800 metros cuadrados de espacio p¨²blico. Me pregunto sin embargo si lo que realmente quiere decir p¨²blico es popular. Los acad¨¦micos tambi¨¦n somos personas y empezamos a sentirnos, bueno, si no amenazados, cada vez m¨¢s desplazados. No es tranquilizador escuchar que la mitad del material de consulta va a ser transferido a -?perd¨®n?- Nueva Jersey¡±, escribi¨® el acad¨¦mico Edmund Morris en una carta abierta publicada en The New York Times.
El frente sigue abierto, pero lo cierto es que como recuerda la gu¨ªa de 1930 del Writer's Project Association, aunque parezca incre¨ªble la pol¨¦mica siempre rode¨® a la sede de la New York Public Library: ¡°El edificio ha sido muy criticado por su falta de funcionalidad, excesivo detalle y sacrificio de valores utilitarios a favor de la apariencia¡±. ¡°Al final es un tema de dinero, pero lo bueno es que en Nueva York se han hecho tantos atropellos que la gente est¨¢ alerta¡±, concluye el m¨ªtico Michael Seidenberg, regente de un local semiclandestino de venta de libros.
Babelia
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