Corrupci¨®n en el Ayuntamiento

Cargos municipales con cuentas ocultas. Relaciones de amistad con promotores inmobiliarios. Oscuras recalificaciones de terrenos. Connivencia con agentes corruptos de los cuerpos de seguridad. Promesas vanas en ¨¦poca de elecciones. Pol¨ªticos honestos, empeque?ecidos por la putrefacta maquinaria del poder. Los ricos cada vez m¨¢s ricos y los pobres cada vez m¨¢s pobres. No, no hablamos de Espa?a. Estamos en Nueva York, en una ficci¨®n que durante buena parte de su metraje podr¨ªa ser realidad. Es La trama (nada que ver ni con la de Hitchcock ni con la de Mamet), absurdo, equ¨ªvoco t¨ªtulo espa?ol del mucho m¨¢s original Broken city. Una pel¨ªcula de poderoso reparto y tem¨¢tica de inter¨¦s, que se diluye en su final.

Cuando se tiene a gente como Russell Crowe, Mark Wahlberg o Jeffrey Wright, y se est¨¢ visualizando un guion en principio trascendente y cr¨ªtico, lo mejor que puede hacer un director es clavar su mirada en la autoridad interpretativa y dejar que el relato fluya con naturalidad. Pero Allen Hughes, esta vez sin su hermano Albert al lado, como en Desde el infierno y el resto de su filmograf¨ªa, da una de cal y otra de arena. Por un lado, filma con una fotograf¨ªa de tonos ocres, tan oscura como los sentimientos de los personajes, que encaja bien con el tono de la historia, retratando as¨ª un Nueva York desangelado. Pero por otro demuestra que no hay nada m¨¢s peligroso que un director inepto con una steadycam en la mano rodando una conversaci¨®n interesante; vuelta tras vuelta, el espectador solo piensa en que un ser querido le regale un tr¨ªpode para su cumplea?os.

Adem¨¢s, conforme avanza la pel¨ªcula, el guion no acaba de sostenerse, sobre todo en las relaciones entre personajes, hasta llegar a un desenlace que no se ajusta con los tiempos que corren ni con su desesperanza. Tanto que incluso un actor con el carisma, la experiencia y el poder¨ªo gestual y vocal de Crowe parece perdido en la ¨²ltima secuencia, obligado a verbalizar un di¨¢logo que roza lo sonrojante.