¡°No doy cr¨¦dito a tanta mala leche¡±
Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Goya al mejor actor el pasado domingo, habla sobre premios, pol¨ªticos, fracasos ideol¨®gicos y sus inicios en el teatro aficionado
Es uno de los nueve fundadores de la Academia y hasta el domingo no solo no hab¨ªa ganado un goya, es que ni siquiera hab¨ªa sido candidato. Jos¨¦ Sacrist¨¢n (Chinch¨®n, 1937) por fin ha ganado el premio a mejor actor con El muerto y ser feliz, de Javier Rebollo. Desde Roma (2004) hasta Madrid, 1987 (2011), el cine le ha llamado poco y a¨²n menos le ha interesado lo ofrecido. Ahora, convertido en actor fetiche del cine m¨¢s rompedor, en una versi¨®n 2.0 de la expresi¨®n ¡°a la vejez, viruelas¡±, Sacrist¨¢n est¨¢ feliz, tranquilo y con el cabez¨®n en la mano.
Pregunta. ?Vivimos tiempos convulsos?
Respuesta. S¨ª, pero, ?qu¨¦ esper¨¢bamos de gobiernos de derechas? Y aqu¨ª la izquierda tiene tanta culpa¡ No ha estado a la altura, no ha sabido dar soluciones, no ha entendido a la gente. La impunidad de este gobierno nace de la debilidad de la izquierda.
P. ?Qu¨¦ le parecen las declaraciones del ministro Montoro sobre los actores y los impuestos?
R. Naturalmente que no se puede generalizar as¨ª, me parecen impresentables.
P. ?Se esperaba esta reacci¨®n a la gala?
R. No doy cr¨¦dito a tanta mala leche. Quien haya visto la gala no puede creerse esta reacci¨®n.
P. Da la sensaci¨®n de que hab¨ªa gente esper¨¢ndoles con ganas.
R. Est¨¢ claro que hay algo ah¨ª. Dicho esto, tengo muchos a?os y no voy a entrar a ladridos. Qu¨¦ jaur¨ªa, qu¨¦ jungla.
P. Por fin, el Goya. Para alguien que ve el cine en un reclinatorio en una sala en su casa de campo debe de ser importante.
R. S¨ª y no. Porque todos tenemos ego, porque a todos nos gustan los premios. Y porque viene de los compa?eros. Mi carrera ya est¨¢ hecha desde mucho antes de que empezaran los Goya. Claro que alguna vez me doli¨® no ser candidato, pero el rencor es venenoso, no puedes regirte por ¨¦l. Y por eso si no me volv¨ª loco entonces, no me puedo volver loco de alegr¨ªa hoy.
P. Uno de los grandes del landismo, reconvertido en fetiche de la vanguardia.
R. Yo al landismo le tengo mucho respeto, y Alfredo Landa m¨¢s. Yo era el meritorio de la compa?¨ªa titular del teatro Infanta Isabel y ¨¦l ya estaba all¨ª. ?l ya hab¨ªa hecho ¡ªjoder, mira que pasan los a?os¡ª Nacida ayer, que hab¨ªa sido previamente incluso una gran pel¨ªcula. Ya ten¨ªa nombre. Yo defiendo el landismo y sus alrededores, c¨®mo no, porque el de Chinch¨®n ¡ªes decir, un servidor¡ª iba viendo que se asentaba en el cine con esas pel¨ªculas. Con el tiempo la gente ve que Landa es un actor inmenso, inmenso. Sin ponernos exquisitos, hay que poner las cosas en su sitio y hacer justicia: para m¨ª el landismo era que me sonara el tel¨¦fono, comer, trabajar¡ Mi primera pel¨ªcula fue La familia y¡ uno m¨¢s, y as¨ª se cumpl¨ªa el sue?o de un chaval de Chinch¨®n. Y encima me pagaban. Joder, si ten¨ªa a un lado a Alberto Closas y al otro a Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez.
P. Como muchos de su generaci¨®n, usted ha pasado poco a poco de la comedia al drama.
R. Siempre ha existido una mirada por encima de mucho pijo, de mucho indocumentado sobre la comedia. Yo no tiro nada, y le¨ª hace poco revistas de cine de hace cuatro d¨¦cadas con cr¨ªticas de llam¨¦mosles ilustres que cruj¨ªan aquellas pel¨ªculas y nos pon¨ªan de vuelta y media. Y ahora venga a reivindicar. Salvando las distancias, Preston Sturges ha contado m¨¢s cosas de nuestra sociedad que Francesco Rossi. Defiendo que esto es un juego. No quiero perder de vista el ni?o que yo era, la sensaci¨®n de que estoy jugando. Por eso en mis personajes hay algo de m¨ª. Siempre dar¨¦ la cara por un g¨¦nero en el que dio sus mejores obras Billy Wilder.
P. Y lleg¨® una transici¨®n hacia otro cine.
R. Hacia una tercera v¨ªa, si se puede denominar as¨ª. Dej¨¦ de perseguir suecas con mi amigo Alfredo y empec¨¦ a ponerle cara al espa?olito medio de los setenta. Somos una correa transmisora entre lo que ocurre y lo contado. Me preocupa la trascendencia, la huella que dejas, y el ni?o de Chinch¨®n no me deja ser objetivo: defender¨¦ mi trabajo hasta el final.
P. ?Tiene la sensaci¨®n de que cada vez son menos?
R. S¨ª, en los premios Forqu¨¦ recib¨ª el galard¨®n de manos de un grupo de hijos y viudas de Sancho Gracia, Carlos Larra?aga, Juan Luis Galiardo, Tony Leblanc¡ Y eran unos t¨ªos recios, los tres primeros unos galanes. De repente tuve el flash de que aparec¨ªa la muerte en mi vida. Esta temporada ha muerto tanta gente: Paco Valladares, Juan Carlos Calder¨®n, Bernardo Bonezzi¡
P. ?Y le da a uno para recordar su infancia?
R. S¨ª, yo trabajaba como maestro tornero, y ya sab¨ªa yo que aquello no era lo m¨ªo. Empec¨¦ en grupos de aficionados, en uno como Los juglares. Pero, ?qui¨¦n le dec¨ªa a mi padre que no volv¨ªa al taller? La suerte fue que la mili me toc¨® en Melilla, y entonces te ibas 18 meses. Aprovech¨¦ eso para no volver al taller. Cuando regres¨¦ a Madrid, alguien me dijo que Jos¨¦ Luis Alonso hab¨ªa hecho un comentario favorable a una interpretaci¨®n m¨ªa antes de la mili, y me plant¨¦ en su casa, a pedir lo que fuera. Me acuerdo c¨®mo fui de Carabanchel a su casa en la calle Serrano, c¨®mo me col¨¦ a espaldas del portero. ?l trabajaba en el teatro Infanta Isabel. Le di pena, me hizo caso y empec¨¦ de meritorio, casi de meritorio del meritorio en la obra El cenador. Alfredo Landa y yo, entre funci¨®n y funci¨®n ¡ªhab¨ªa dos diarias¡ª, nos pregunt¨¢bamos si eso era ser actor. Hab¨ªa mucho funcionariado, sordidez, tarteras con comida fr¨ªa en camerinos tristes. Bueno, lo que contaba Bardem en C¨®micos. Me ganaba la vida como pod¨ªa, ayudando en una editorial, en el teatro, contribu¨ªa lo que pod¨ªa en mi casa. Era 1961. Me fui a Am¨¦rica de gira en dos a?os y me volv¨ª porque aquello no daba para m¨¢s y lleg¨® el cine.
P. Y no ha parado.
R. No, porque no me lo permito. El cine me ha querido, el teatro m¨¢s. Ahora estoy con Don Quijote¡ S¨ª, llevaba tiempo sin trabajar en el cine. Pero es que el teatro me ha dado mejores oportunidades. Estoy encantado con que mi vuelta se deba a pel¨ªculas tan distintas como El muerto y ser feliz o Madrid 1987, con directores tan especiales y estupendos como Javier Rebollo o David Trueba. Porque me han empujado a jugar, y, en el caso de Rebollo, a volver a Argentina, mi naci¨®n adoptiva.
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