El ruinoso negocio de ¡®Los tah¨²res¡¯
La casa de subastas Sotheby's, a juicio al adjudicar por 50.000 euros un 'caravaggio' de 11 millones
La imagen es casi id¨¦ntica a la de otro cuadro que conocemos bajo la firma del maestro Caravaggio: dos rufianes enredando a un joven paje en la mesa de juego, aunque la t¨¦cnica de luces y sombras no revela todav¨ªa el dominio del claroscuro asociado al gran artista del barroco italiano. ?Pint¨® Los tah¨²res solo una vez o ejecut¨® un ensayo previo para pulir su composici¨®n? La diferencia entre una u otra respuesta ha sido estimada en casi 10 millones de libras (11,57 millones de euros) y va a convertir a Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) en at¨ªpico objeto del escrutinio de los tribunales brit¨¢nicos del siglo XXI. El antiguo propietario de una pintura que Sotheby?s vendi¨® como mera copia por 48.600 euros se ha querellado contra la sala brit¨¢nica de subastas por desde?ar la hip¨®tesis de que aquella obra fuera original, escatim¨¢ndole varios d¨ªgitos a su verdadero valor de mercado.
La demanda reci¨¦n planteada por el coleccionista Lancelot William Thwaytes ante el Tribunal Supremo del Reino Unido no pretende, por supuesto, que sus jueces sustituyan a los expertos en historia del arte a la hora de dictaminar la autor¨ªa del cuadro. Pero s¨ª exige compensaciones econ¨®micas, una vez constatado el desfase entre la magra cifra sellada por el martillo de Sotheby?s en 2006 por la supuesta r¨¦plica de Los tah¨²res y la cotizaci¨®n que el comprador, sir Denis Mahon, consigui¨® propulsarle tan solo meses despu¨¦s (hasta 11,5 millones de euros) al certificar su firma como la del mism¨ªsimo Caravaggio.
El prestigio de las grandes casas de subastas del arte se sustenta mayormente en la tasaci¨®n adecuada de las piezas que sus clientes ponjj a la venta y, como tal, Sotheby?s persiste en la reivindicaci¨®n de que aquel cuadro atribuido a ¡°un seguidor de Caravaggio¡± sigue siendo la imitaci¨®n de uno de sus condisc¨ªpulos. Los responsables de la empresa han denotado cierto nerviosismo a la hora de declinar una conversaci¨®n directa sobre el caso con este diario (lo cual es at¨ªpico), remiti¨¦ndose a un comunicado p¨²blico en el que se subraya el apoyo a sus argumentos por parte de un pu?ado de entendidos brit¨¢nicos y extranjeros de reconocido prestigio.
La solidez de esos razonamientos colisiona con el nuevo ¡°descubrimiento¡± de un caravaggio que el ya fallecido historiador del arte y coleccionista Denis Mahon reivindic¨® en su momento para la supuesta primera versi¨®n de Los tah¨²res, sustent¨¢ndose en el diagn¨®stico de otros insignes expertos como el director de los museos vaticanos, Antonio Paolucci. Sir Denis, ¨¦l mismo una voz muy considerada en el mundo del arte como historiador y depositario de una impresionante colecci¨®n barroca italiana, adquiri¨® a precio de ganga ese cuadro a su entender minusvalorado por Sotheby?s, y consigui¨® revalorizarlo de inmediato pese a las opiniones encontradas de los expertos. Ah¨ª radica la argumentaci¨®n del querellante Thwaytes, en la denuncia de una ¡°falta de investigaci¨®n y an¨¢lisis¡± por parte de Sotheby?s que impidi¨® a la pieza pujar much¨ªsimo m¨¢s alto, fuera quien fuera su verdadero autor.
El comprador logr¨® certificar la firma del autor y multiplic¨® su valor
Si bien el testamento de Mahon acaba de legar a la National Gallery de Londres casi la mitad de las exquisitas obras que atesor¨®, ning¨²n responsable de esa instituci¨®n ha querido opinar sobre ese Caravaggio que tanto defendi¨® en vida, pero cuya autor¨ªa aparece todav¨ªa imprecisa. La propia instituci¨®n fue objeto de pol¨¦mica el a?o pasado al certificar con inusitada celeridad la firma de Leonardo da Vinci para una obra reci¨¦n descubierta, el Salvator Mundi, insertada en una impresionante exposici¨®n sobre el genio renacentista, al tiempo que prestaba o¨ªdos sordos a las reivindicaciones de autor¨ªa leonardiana que clamaba otro cuadro ajeno a la muestra (La bella principessa).
Respaldar, y por tanto autentificar, tantas obras desconocidas de grandes autores que vienen ¡°aflorando¡± en los ¨²ltimos a?os de forma sorprendente, es una compleja labor de expertos que no puede sustraerse a ciertas dosis de pol¨ªtica. En el caso de Caravaggio, sin embargo, cualquier alerta permanece encendida desde que dos historiadores del arte, italianos y desconocidos, anunciaran hace siete meses que hab¨ªan descubierto nada menos que un centenar de dibujos del joven Michelangelo, con tan poca sustentaci¨®n como tremenda publicidad.
Babelia
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