Una estrella olvidada del Renacimiento
Una exposici¨®n en la National Gallery de Londres redescubre la obra de Federico Barocci Se trata de un autor cuya torturada personalidad rehuy¨® la fama
El nombre de Federico Barocci apenas tiene resonancia entre el gran p¨²blico de hoy, y sin embargo este pintor renacentista fue grande en su tiempo, un artista solicitado y muy cotizado que cont¨® con el apoyo de importantes mecenas y la admiraci¨®n de sus coet¨¢neos del siglo XVI. El refinamiento y sensibilidad crom¨¢tica de sus cuadros, fundamentalmente de tem¨¢tica religiosa, han salido de las iglesias italianas por primera vez para protagonizar una exposici¨®n en la National Gallery londinense que pretende redescubrirnos la obra de un autor cuya torturada personalidad rehuy¨® los c¨ªrculos art¨ªsticos y la fama.
La muestra Barocci: Genialidad y Elegancia exhibe hasta el 19 de mayo el grueso de sus retablos y pinturas m¨¢s importantes -la mayor¨ªa procedentes de su Urbino natal y la regi¨®n italiana de Le Marche-, junto a los brillantes trabajos preparatorios que permiten descifrar la evoluci¨®n de cada obra. Piezas estelares como El Entierro de Cristo, La ?ltima Cena o La Visitaci¨®n nos revelan a un artista que comienza a cuestionar la convenci¨®n pict¨®rica al colocar sus figuras en composiciones din¨¢micas, anticip¨¢ndose en casi medio siglo a los sucesores barrocos. Porque Barocci encarna una figura de transici¨®n entre el Alto Renacimiento y el Barroco, a cuyos representantes influy¨® con la sensualidad y visceralidad de los colores de su paleta.
A pesar de la notoriedad adquirida en vida, el personaje no se prodig¨® en los grandes centros de la pintura, la escultura y la arquitectura de su ¨¦poca. El otrora joven y talentoso dibujante de Urbino (1535-1612), aleccionado a perseverar por el maestro Miguel ?ngel, apenas pudo disfrutar de una exitosa aunque breve aventura romana, zanjada abruptamente por un episodio traum¨¢tico que marc¨® su biograf¨ªa: tras la participaci¨®n de Barocci en un fresco del Vaticano para el papa P¨ªo IV, un rival celoso plant¨® veneno en su ensalada durante una comida al aire libre. No todos los bi¨®grafos del artista avalan esa versi¨®n, algunos atribuyendo los graves problemas de salud que desde entonces sufri¨® a su car¨¢cter hipocondr¨ªaco. Pero, fuera cual fuera la verdad, el afectado opt¨® por recluirse para siempre en su ciudad del centro de Italia, donde pudo desarrollar un estilo personal y experimentar con un abanico de t¨¦cnicas antes de que se convirtieran en pr¨¢ctica art¨ªstica com¨²n.
Teniendo en cuenta la precariedad de su estado f¨ªsico, que no le permit¨ªa trabajar m¨¢s de dos horas al d¨ªa, sorprende cu¨¢n nutrida es la producci¨®n de Federico Barocci. Artista minucioso hasta lo obsesivo, ejecut¨® miles de bosquejos, dibujos, estudios en pastel y peque?os ¨®leos preparatorios de cada detalle de sus cuadros, que la National Gallery expone como exquisitas obras con vida propia. En ellas dej¨® patente su fascinaci¨®n por la figura humana y por los animales, que sol¨ªa integrar en sus composiciones sobre las historias del evangelio. ¡°Plasm¨® lo sagrado con una belleza divina y una humanidad irresistible¡±, sostiene el director del museo, Nicholas Perry, sobre una narrativa religiosa imbuida de calidez y emoci¨®n. En otras palabras, Barocci dotaba a las historias b¨ªblicas de una accesibilidad que tanto necesitaba la Iglesia cat¨®lica en tiempos de crisis y contrarreforma, de ah¨ª los abundantes encargos que recibi¨® desde los centros religiosos.
La exposici¨®n recoge tambi¨¦n su ¨²nica pintura secular (Eneas escapa de Troya), y una colecci¨®n de retratos entre los que destaca el de su principal protector, Francesco Maria della Rovere, duque de Urbino, quien promovi¨® el nombre del autor incluso en cortes extranjeras. El impacto de la obra de Federico Barocci logr¨® trascender a su muerte, pero acabar¨ªa languideciendo frente al de la brocha vigorosa de sus sucesores barrocos. El reconocimiento que los historiadores del arte brindan a una de las figuras m¨¢s innovadoras y centrales del ¨²ltimo Renacimiento no se ha visto proyectado en la difusi¨®n de su obra, reservada a los visitantes de las iglesias italianas y mayormente de las de la regi¨®n de Le Marche. La National Gallery quiere reivindicarla con una de las exposiciones m¨¢s recomendables de la temporada muse¨ªstica en la capital brit¨¢nica.
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