El mapa del horror nazi se ensancha
Un estudio del Museo del Holocausto de Washington cifra en 42.500 los campos de la muerte, centros de trabajos forzados y guetos jud¨ªos implantados por Hitler
Existen los grandes e infames nombres que siempre conformaron la cartograf¨ªa del horror: Auschwitz, Dachau, Treblinka, Varsovia. Y luego viene el vasto e interminable universo de grandes, medianos o peque?os campos de concentraci¨®n y guetos que formaron el coraz¨®n del r¨¦gimen nazi. Ahora, un estudio elaborado por investigadores del Museo del Holocausto de Estados Unidos en Washington ha cifrado en 42.500 los centros de la tortura, el sufrimiento y la muerte pensados y puestos en marcha por los nazis.
El total es tan inmensamente superior al que se cre¨ªa hasta ahora que puede que la historia del Holocausto est¨¦ a punto de ser reescrita. De hecho, el hallazgo realizado por Geoffrey Megargee y Martin Dean ¡ªprincipales responsables del proyecto¡ª es de tal envergadura en los n¨²meros que aporta que ha ca¨ªdo como una aut¨¦ntica bomba entre los especialistas del horror nazi y la soluci¨®n final.
Seg¨²n Megargee y Dean, entre 15 y 20 millones de personas murieron o fueron prisioneras en algunas de las instalaciones que el r¨¦gimen nazi cre¨® en Alemania o en sus pa¨ªses ocupados desde Francia a Ruman¨ªa, y que ahora se identifican en una gran enciclopedia cuyo ¨²ltimo volumen est¨¢ previsto que vea la luz en 2025. Los lugares ahora documentados no solo incluyen centros de la muerte, sino tambi¨¦n 30.000 campos de trabajo forzado, 1.150 guetos jud¨ªos, 980 campos de concentraci¨®n, 1.000 campos de prisioneros de guerra, 500 burdeles repletos de esclavas sexuales para los militares alemanes y miles de otros campos cuyo uso era practicar la eutanasia en los ancianos y enfermos, practicar abortos y germanizar a los prisioneros.
Hartmut Berghoff, director del Instituto Hist¨®rico Alem¨¢n en Washington, explica que cuando el Museo del Holocausto comenz¨® esta meticulosa investigaci¨®n, ¡°se cre¨ªa que el n¨²mero de campos y guetos estaba en los 7.000¡±. Partes enteras de la Europa en guerra se convirtieron en agujeros negros de muerte, tortura y esclavismo con la creaci¨®n de campos y guetos durante el reinado de brutalidad de Hitler entre 1933 y 1945. ¡°Ahora sabemos c¨®mo de densa fue esa red, a pesar de que muchos campos fueran peque?os y tuvieran una vida corta¡±, explica.
Partes enteras de la Europa en guerra se convirtieron en agujeros negros de muerte, tortura y esclavismo con la creaci¨®n de campos y guetos durante el reinado de brutalidad de Hitler entre 1933 y 1945
En un principio, los campos se construyeron para encerrar a los oponentes pol¨ªticos del r¨¦gimen, pero a medida que el nazismo se extend¨ªa como un c¨¢ncer por Europa, no solo se dio caza a los jud¨ªos sino tambi¨¦n a gitanos, homosexuales, polacos, rusos, comunistas, republicanos espa?oles¡ Dependiendo de las necesidades de los nazis, los campos y los guetos variaban de tama?o y de organizaci¨®n, concluye el estudio.
El mayor gueto de triste fama es el de Varsovia, que durante su mayor ocupaci¨®n alberg¨® a 500.000 personas. El campo m¨¢s peque?o identificado ahora por los investigadores del Museo del Holocausto ten¨ªa a una docena de personas realizando trabajos forzados en M¨¹nchen-Schwabing (Alemania).
La investigaci¨®n se ha alargado 13 a?os, a lo largo de los cuales las cifras del horror fueron creciendo sin parar a manos de los especialistas... hasta llegar a esos 42.500. El mapa que dibujan estos n¨²meros ofrece una fotograf¨ªa en la que literalmente no se pod¨ªa ir a ning¨²n lugar de Alemania sin encontrarse con un campo de trabajo o de concentraci¨®n.
Durante a?os, muchos investigadores han centrado su trabajo en sacar a la luz a todas las v¨ªctimas del Holocausto, que muchos consideraban que era muy superior a la que se cita en los libros de texto. El n¨²mero de jud¨ªos v¨ªctimas del nazismo se cifra en seis millones.
El hallazgo es un argumento m¨¢s para combatir a los revisionistas y negacionistas del Holocausto
La investigaci¨®n no solo abre la puerta a un nuevo cap¨ªtulo de lo que la terminolog¨ªa nazi denomin¨® la soluci¨®n final, sino que posibilitar¨¢ a los supervivientes del Holocausto presentar demandas o recuperar propiedades que les fueron robadas. Hasta la fecha, muchas peticiones a las compa?¨ªas de seguro eran rechazadas porque las v¨ªctimas dec¨ªan haber estado en un campo del que no se ten¨ªa registro. Eso acaba de cambiar. Aunque en opini¨®n del profesor Berghoff, decir que la historia se va a reescribir ser¨ªa ¡°una exageraci¨®n¡±. ¡°La historia del Holocausto y su dimensi¨®n ya se conoce de sobra. Pero estamos sabiendo nuevos detalles, lo que es muy importante y deja los contornos mucho m¨¢s claros¡±, apunta.
El trabajo ha recopilado documentaci¨®n aportada por m¨¢s de 400 investigadores e incluye tambi¨¦n relatos de primera mano de las v¨ªctimas que describen con precisi¨®n c¨®mo funcionaba el sistema y cu¨¢l era su prop¨®sito. Para algunos analistas, el hallazgo no solo es una herramienta fundamental para estudiosos y supervivientes sino un argumento m¨¢s para combatir a los revisionistas y negacionistas del Holocausto.
El caso personal de Henry Greenbaum, superviviente del Holocausto, de 84 a?os y que vive a las afueras de Washington, queda recogido en la investigaci¨®n del Museo. Es un claro ejemplo de la amplia variedad de sitios que los nazis utilizaron para aniquilar a los que consideraban enemigos de su doctrina. Greenbaum pasa hoy sus d¨ªas mostrando el Museo del Holocausto a los visitantes. En su brazo est¨¢ tatuado el n¨²mero que el r¨¦gimen le asign¨®: A188991. Su primera reclusi¨®n fue en el gueto de Starachowice (en su Polonia natal), donde los alemanes le encerraron a ¨¦l y a su familia junto a otros habitantes jud¨ªos en 1940. Greenbaum ten¨ªa entonces 12 a?os.
Su familia fue enviada a morir en el campo de Treblinka, mientras ¨¦l y su hermana fueron destinados a un campo de trabajos forzados. Su siguiente destino fue Auschwitz, de donde fue sacado para trabajar en una f¨¢brica ¡ªtambi¨¦n en Polonia¡ª y despu¨¦s enviado a otro campo de trabajo en Flossenb¨¹rg, cerca de la frontera checa. Con 17 a?os, Henry Greenbaum hab¨ªa pasado por cinco encierros distintos e iba camino del sexto campo cuando fue liberado por los soldados norteamericanos en 1945.
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