Roma contra Cartago, arqueolog¨ªa de una batalla
El campo de la batalla de Ba¨¦cula donde se enfrentaron 15.000 hombres al mando de Escipi¨®n y Asdr¨²bal, en el 208 aC, sale a la luz en Ja¨¦n
A?o 208 aC. Los ej¨¦rcitos romano y cartagin¨¦s, a las ¨®rdenes de Escipi¨®n el Africano y Asdr¨²bal Barca (hermano de An¨ªbal), est¨¢n a punto de entablar batalla. Asdr¨²bal domina un cerro estrat¨¦gico en el que se ha instalado ante la llegada de su enemigo. Las tropas de Escipi¨®n, que han acampado a unos cuatro kil¨®metros, atacan a los cartagineses: primero con la infanter¨ªa ligera y luego con el grueso de su ej¨¦rcito, desplegando una maniobra de tenaza para rodear al ej¨¦rcito enemigo. Asdr¨²bal pierde el combate y huye, llev¨¢ndose, eso s¨ª, el tesoro y los elefantes. ¡°Es la batalla de Ba¨¦cula, una de las importantes de la Segunda Guerra P¨²nica, que enfrenta a las dos potencias del momento por el dominio del Mediterr¨¢neo, casi una guerra mundial¡±, apunta el arque¨®logo Arturo Ruiz.
La historia, los detalles de esta batalla, la cuentan los historiadores romanos Polibio y Tito Livio. Pero, ?d¨®nde se libr¨® exactamente? ?Qu¨¦ cerro era ese en el que se defendi¨® Asdr¨²bal y atac¨® Escipi¨®n? ?Por d¨®nde avanz¨® uno y huy¨® el otro? Un equipo de arque¨®logos de la Universidad de Ja¨¦n afirma haber descubierto el lugar del combate y encontrado el rastro de las tropas en sus movimientos sobre el terreno. Los investigadores est¨¢n leyendo los vestigios directos para entender qu¨¦ pas¨®. Lanzas, puntas de flecha y de jabalina, tachuelas de las sandalias, proyectiles de los honderos baleares que lucharon en las filas cartaginesas, broches de los ropajes, espuelas¡ incluso piquetas de las tiendas de acampada o los agujeros donde clavaron los de Asdr¨²bal la empalizada de protecci¨®n, han salido a la luz en los ¨²ltimos a?os. En total, estos arque¨®logos han recuperado ya m¨¢s de 6.000 objetos, dos tercios de ellos asociados al acontecimiento del 208 a C. Los ej¨¦rcitos de las dos potencias, afirman, se enfrentaron en el cerro de Las Albahacas cerca de la actual localidad de Santo Tom¨¦ (Ja¨¦n), un lugar estrat¨¦gico de acceso a la cuenca del Guadalquivir desde Cartago Nova (Cartagena) que Escipi¨®n hab¨ªa conquistado el a?o anterior. Asdr¨²bal estaba a tiro de las minas de cobre y plata de C¨¢stulo. Una regi¨®n importante para unos y para otros.
Polibio y Tito Livio aportan detalles del enfrentamiento de Ba¨¦cula
Es arqueolog¨ªa de una batalla, de un acontecimiento ef¨ªmero, algo ins¨®lito en la tradici¨®n de unas investigaciones que suelen ocuparse de ciudades, templos, tumbas o infraestructuras que perduran durante siglos. ¡°Hasta ahora solo se hab¨ªa excavado as¨ª una batalla de la antig¨¹edad, la de Teotoburgo, en Alemania, de romanos contra los germanos, y es muy posterior, del a?o 9 aC.¡±, recalca Juan Pedro Bell¨®n, del Instituto Universitario de Investigaci¨®n en Arqueolog¨ªa Ib¨¦rica (Universidad de Ja¨¦n). ¡°Hay alguna batalla excavada con una metodolog¨ªa similar, pero del siglo XIX, en concreto la de tropas estadounidenses contra indios en Little Big Horn, y algunos campamentos militares, pero nada m¨¢s¡±, a?ade su colega Manuel Molinos. Por ejemplo, las batallas de An¨ªbal en Italia se sabe que fueron en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas, pero no en qu¨¦ sitio exactamente, dice Bell¨®n, ni hay restos arqueol¨®gicos de ellas.
Con las detalladas descripciones de los historiadores romanos, los investigadores del Instituto de Ja¨¦n se plantearon, hace una d¨¦cada, encontrar los vestigios de la batalla de Ba¨¦cula. ¡°El general cartagin¨¦s recorr¨ªa entonces los parajes de C¨¢stulo, alrededor de la ciudad de B¨¦cula, no lejos de las minas de plata. Informado de la proximidad de los romanos cambi¨® de lugar su campamento y se procur¨® seguridad por un r¨ªo que flu¨ªa a sus espaldas¡±, escribi¨® Polibio. Y Tito Livio: ¡°El ej¨¦rcito de Asdr¨²bal estaba cerca de la ciudad de B¨¦cula y por la noche Asdr¨²bal repleg¨® sus tropas a una altura. Por detr¨¢s hab¨ªa un r¨ªo. La altura, que ten¨ªa una explanada en la parte m¨¢s alta, por delante y por los lados ce?¨ªa todo su contorno una especie de ribazo abrupto¡±.
¡°La Segunda Guerra P¨²nica es casi una guerra mundial¡±, dice Arturo Ruiz
Los arque¨®logos emprendieron una labor casi detectivesca para dar con el lugar de los hechos, con la ayuda de los textos cl¨¢sicos y t¨¦cnicas topogr¨¢ficas avanzadas, adem¨¢s de la observaci¨®n directa sobre el terreno. ¡°Schulten, en 1925, situ¨® la batalla de Ba¨¦cula al sur de Bail¨¦n, pero lo descartamos, porque la geograf¨ªa no se ajustaba a las descripciones de Polibio y Tito Livio¡±, cuenta Arturo Ruiz, arque¨®logo de la Universidad de Ja¨¦n que puso en marcha el proyecto de Ba¨¦cula. Tambi¨¦n se hab¨ªan propuesto otras localizaciones. Poco a poco, el equipo fue identificando posibles cerros y haciendo catas arqueol¨®gicas con detectores de metales, hasta que en el cerro de Las Albahacas empezaron a aparecer restos acordes con un enfrentamiento entre dos ej¨¦rcitos. Desde 2006, realizan excavaciones en el lugar y participan en los estudios una veintena de expertos: top¨®grafos, numism¨¢ticos, conocedores de armamento antiguo, especialistas en paleoclima y en an¨¢lisis qu¨ªmicos.
La investigaci¨®n, financiada por el Plan Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica, es una labor ardua y extensa. El teatro de operaciones se extiende por 400 hect¨¢reas, aunque las prospecciones m¨¢s intensas se centran en 20 hect¨¢reas. Los arque¨®logos han hecho decenas de transectos (l¨ªneas de prospecci¨®n con los detectores de metales) y centenares de cuadr¨ªculas.
Lucharon unos 15.000 hombres, seg¨²n los especialistas
En el 209 a C los romanos han tomado Cartagena y, un a?o despu¨¦s entran en la zona del alto Guadalquivir, dominado por los cartagineses. An¨ªbal ha estado en ese territorio de importancia estrat¨¦gica antes de dirigirse a Italia, recuerda Bell¨®n. Y en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica permanecen tres ej¨¦rcitos cartagineses: dos de ellos al mando de los hermanos de An¨ªbal, Asdr¨²bal Barca y Mag¨®n Barca, y otro al mando de Asdr¨²bal Gisc¨®n. ¡°La batalla de Ba¨¦cula abre el control de la B¨¦tica a Roma y, en adelante, Andaluc¨ªa ser¨¢ su almac¨¦n de aceite, trigo y minas de plata y plomo¡±, explica Ruiz. ¡°Seg¨²n una teor¨ªa, Escipi¨®n entra en Andaluc¨ªa por Despe?aperros, pero nosotros sostenemos que lo hace por el valle del r¨ªo Guadiana Menor¡±, apunta Bell¨®n. Quiere evitar que Asdr¨²bal llegue a Italia para apoyar a su hermano An¨ªbal y, a la vez, evitar que se unan los otros dos ej¨¦rcitos cartagineses.
La historia solo contaba con las fuentes de una de las partes en conflicto, explica Ruiz. ¡°Y los romanos ensalzan a Escipi¨®n como gran estratega que planifica el movimiento envolvente de su ej¨¦rcito, que afronta la dificultad y dureza de la batalla de Ba¨¦cula y que, al final, derrota a Asdr¨²bal¡±, comenta Bell¨®n. Pero ahora los arque¨®logos intentan leer directamente las pruebas para averiguar qu¨¦ paso. Apenas aparecen en el cerro armas cortas, lo que indica que el enfrentamiento cuerpo a cuerpo fue limitado. Sin embargo, a?ade Bell¨®n, hay muchas armas arrojadizas, como lanzas, flechas, proyectiles de los honderos bale¨¢ricos y dardos.
En el cerro de Las Albahacas han encontrado armas, broches, piquetas...
¡°Asdr¨²bal elige el cerro sabiendo que es un punto defensivo estrat¨¦gico para defenderse y para preparar la huida¡±, contin¨²a Bell¨®n. ¡°Los romanos establecen su campamento a unos cuatro kil¨®metros e, inmediatamente, fuerzan la batalla atacando a los cartagineses. Tienen desventaja te¨®rica sobre el terreno ya que atacan cuesta arriba, pero tienen ventaja num¨¦rica¡±. No est¨¢ claro cu¨¢ntos hombres participaron en la batalla. Tito Livio habla de 70.000 (40.000 romanos y 30.000 cartagineses). Puede ser exagerado. Los arque¨®logos de Ja¨¦n lo dejan en unos 15.000en total.
¡°Ni Polibio ni Tito Livio son contempor¨¢neos de los hechos, y escriben bas¨¢ndose en la abundante documentaci¨®n romana, aunque el primero, que naci¨® en 200 a C, se considera una fuente m¨¢s fidedigna porque escuchar¨ªa datos de primera mano. De los cartagineses no hay testimonios porque la ciudad de Cartago fue arrasada al final de la Tercera Guerra P¨²nica, cuando los romanos finalmente se hicieron con el poder absoluto del Mediterr¨¢neo¡±, apunta Molinos.
Despu¨¦s de Ba¨¦cula, Escipi¨®n permanece poco tiempo en el campamento del cerro que ha tomado al enemigo. Asdr¨²bal huye y llega a Italia, en el 207 a C. Una vez all¨ª, env¨ªa dos emisarios a An¨ªbal, pero los romanos los interceptan y atacan: Asdr¨²bal muere en la batalla de Metauro.
El rastro de las tachuelas de sandalia
Las sandalias de los romanos, que no de los cartagineses, llevaban unos remaches de hierro en la suela de cuero, para proteger el material frente al deterioro del uso y para mejorar el agarre. Las tachuelas se desprend¨ªan. O el calzado quedaba abandonado por alguna causa. Entonces esas piezas, denominadas clavi caligarii, de un cent¨ªmetro de di¨¢metro aproximadamente y dos o tres mil¨ªmetros de alto, con una punta curvada para sujetarlas al cuero, quedan sembradas por el campo. Para los expoliadores carecen de valor, as¨ª que permanecen en el lugar durante siglos, hasta convertirse en un tesoro para los arque¨®logos.
¡°Hemos encontrado cientos de tachuelas en Ba¨¦cula y, gracias a ellas hemos podido localizar no solo el campamento romano, su punto de partida, sino tambi¨¦n el camino de unos cuatro kil¨®metros que recorri¨® el ej¨¦rcito de Escipi¨®n para atacar al enemigo en el cerro, as¨ª como la zona donde se despleg¨® y la batalla¡±, explica el arque¨®logo Juan Pedro Bell¨®n. Es una forma de arqueolog¨ªa din¨¢mica importante, e incluso se han hecho estudios para estimar cu¨¢ntas tachuelas perder¨ªa un soldado romano caminando, a?ade Bell¨®n.
Las tachuelas salen ahora a la luz con los detectores de metales (apoyados con GPS para una localizaci¨®n exacta de cada pieza), y los arque¨®logos de Ba¨¦cula han analizado los resultados del barrido del territorio con ellos identificando las zonas de mayor densidad de tachuelas (campamentos y batalla) y piezas m¨¢s dispersas en el camino. Cuando los investigadores han comparado la ruta que marca el rastro de las tachuelas con el mejor camino trazado sobre la topograf¨ªa de la zona han visto que los romanos acertaron.
?Y de los movimientos de los cartagineses? Puede haber un rastro de sus monedas, sus armas... El plan de investigaci¨®n ahora es seguir a las tropas de Asdr¨²bal en la retirada y profundizar el conocimeinto del campo de batalla.
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