Leila Guerriero rompe las fronteras del periodismo
El nuevo libro de la reportera argentina, 'Plano americano', ahonda en las ra¨ªces literarias del oficio
Cuando te adentras en los circuitos po¨¦ticos de Leila Guerriero, la sobresaliente periodista argentina, no tiene m¨¢s remedio que subrayar esta frase, que viene al encuentro tan solo unas p¨¢ginas m¨¢s all¨¢ del comienzo de su libro Plano americano (Universidad Diego Portales, Chile, 2013): no es verdad que el periodismo tenga fronteras, ni que trate exclusivamente de la actualidad.
Tampoco es cierto que el periodismo trate tan solo de la realidad: es sue?o, investigaci¨®n, rabia, incertidumbre, duda. Al periodismo le fabricaron fronteras (no solo las de los libros de estilo, estas son las menores) para dejarlo seco. Guerriero se revuelve contra eso como una ni?a muy bien malcriada; acude a las citas de los asuntos que trata desnuda de equipaje, va a beber de las fuentes de la curiosidad y cuando acaba su excursi¨®n, en la que lo acompa?a el lector ¨¢vidamente, no es porque haya terminado de investigar, de adentrarse en el alma de sus sujetos, sino porque se retira para que uno se reclame ya parte del texto. Y para siempre.
Este es un libro ejemplar, el reflejo de un estilo que mejora al lector y que pone en su sitio la escritura period¨ªstica salvaje: ella escribe sin contemplaciones, no se recrea sino que recrea la respiraci¨®n, el aliento de personajes como Nicanor Parra, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s o Fogwill, los universos misteriosos e in¨¦ditos de Roberto Arlt, la vida desgraciada y sublime de Idea Vilari?o, el amor violento de Juan Carlos Onetti...
El libro est¨¢ lleno y salpicado de hallazgos de una enorme intensidad, a los que ella llega desde un esp¨ªritu ind¨®mito, no existe respiro en su pesquisa; hasta el ruido de los orines al caer (en Fogwill), hasta las dudas met¨®dicas y sard¨®nicas (en Parra), hasta esa investigaci¨®n ins¨®lita sobre el alma de Arlt son como elementos f¨ªsicos que trascienden el propio ¨¢mbito de las met¨¢foras para convertirse en piedras en el ojo, en la f¨ªsica realidad que ella persigue. No hay pasado para estas p¨¢ginas, todo est¨¢ escrito como si estuviera sucediendo y siguiera sucediendo una vez que uno dej¨® el libro a un lado. Gente viva, y para siempre, es el resultado de la visita de Leila Guerriero.
El periodismo no trata de la actualidad, o no siempre, o no necesariamente. Ese es el cors¨¦ en el que nos han servido el oficio para que piquemos y hagamos solo lo que aparece en la agenda de los actos, de los hechos o de los sucesos. Leila Guerriero ha ido a visitar a Arlt cuando ya no est¨¢, a Homero Alsina Thevenet cuando ya no es noticia, a Idea Vilari?o (?qu¨¦ reportaje, qu¨¦ poema!) cuando ya nada puede decir porque est¨¢ muerta¡ Pero en todos esos reportajes del m¨¢s all¨¢ de las almas hay m¨¢s realidad, y m¨¢s periodismo, que en muchas de las notas marcadas por la urgencia de lo que nos toca cubrir porque acaba de ser noticia.
Colecci¨®n de reportajes
El libro es, obviamente, una colecci¨®n de reportajes o notas, en el decir latinoamericano; pero el estilo Leila o la t¨¦cnica Guerriero convierte esa sucesi¨®n en una unidad inquietante, que se ofrece como un continuo, como un crescendo en su voluntad sim¨¦trica y po¨¦tica. A veces ese tono en alza tiene sus misteriosas aventuras personales para el lector, pues el libro contiene azares que uno abraza como coincidencias marcadas por esta mujer cortazariana que es Leila Guerriero.
Lo cuento. Cuando iba terminando el cap¨ªtulo Arlt (acaso, con el de Idea, lo m¨¢s ejemplar, de ejemplos, del libro), escrib¨ª un mensaje a un amigo canario, cont¨¢ndole que estaba en la playa; por los avatares del abecedario t¨¢ctil, sali¨® plata y no playa, y este amigo, crey¨¦ndome en La Plata, me aconsej¨® que buscara libros de una escritora que yo desconoc¨ªa, Aurora Venturini. Ah, no me di cuenta de la trasposici¨®n playa-plata en mi propio mensaje, as¨ª que no prest¨¦ atenci¨®n a la inquietante sugerencia de lectura que me hac¨ªa este amigo, as¨ª que segu¨ª leyendo la inquietante ascensi¨®n de Leila hacia el alma de Robert Arlt. Hasta que termin¨¦ el cap¨ªtulo y me dispuse a leer el siguiente. El siguiente era sobre Andrea Venturini.
Este es un libro obligatorio para periodistas, j¨®venes o viejos; pero es imprescindible, sobre todo, para periodistas que dejaron de creer en el oficio como una de las bellas artes. Manuel Vicent dice que el periodismo es la literatura del siglo XX. Si alg¨²n d¨ªa el maestro Vicent tuviera que demostrarlo con textos que no sean suyos, este libro de Leila Guerriero le puede ayudar decisivamente. A m¨ª me ha servido para creer que el oficio no tiene fronteras, o estas est¨¢n en el horizonte.
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