Marina Tom¨¢s de Raluy, artillera del hombre bala
La gran madre del circo espa?ol ha fallecido a pie de pista, en un carromato
Con permiso de los inevitables payasos, la verdadera alma del circo est¨¢ moldeada por los ¡°n¨²meros de sensaci¨®n¡±. Hace falta mucha imaginaci¨®n y una gran t¨¦cnica para montar eso del ¡°m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa¡±. Por las necesidades de la posguerra, pero sobre todo por amor, Marina Tom¨¢s Jorb¨¢ se aup¨® a la historia de nuestro circo como la artillera del gran n¨²mero acrob¨¢tico montado por su marido Lu¨ªs Raluy. Ya no era suficiente ver lanzarse al hombre bala. Por el mismo precio los asistentes al espect¨¢culo iban a presenciar lo nunca visto, el lanzamiento por doble ca?¨®n. Un hombre y una mujer sal¨ªan disparados a la vez para asombro de la concurrencia y de los propios actores de la haza?a que no sab¨ªan si aterrizar¨ªan sanos y salvos. Marina dio a mediados del mes pasado su ¨²ltimo salto mortal sobre la vida, lanzada hacia lo m¨¢s alto a sus 92 a?os. En su estela no solo ha dejado un n¨²mero legendario, sino a toda una estirpe de hombre y mujeres del circo, que practican todav¨ªa la vida ambulante en sus cl¨¢sicos carromatos, de feria en feria, de pa¨ªs en pa¨ªs. El Circo Raluy.
Con solo 20 a?os, Marina se dej¨® conquistar por un malabarista circense, integrante del n¨²mero de barras de Los Keystones. A pesar de sus habilidades, Luis Raluy Iglesias no consigui¨® sortear los controles del final de la Guerra Civil en Valencia y se vio atrapado en su marcha hacia Barcelona, confinado ocho meses en un campo de concentraci¨®n. Con la ayuda de su hermana, el cura y el alcalde, consigui¨® al menos ¡°no perder la guerra contra el hambre¡±, y lleg¨® a Sant Adri¨¢ de Bes¨®s (Barcelona), donde aquella chica 10 a?os m¨¢s joven, que so?aba viendo pasar trenes por el primer puente de ferrocarriles de Espa?a, obtuvo el permiso paterno para saltar a la vor¨¢gine del circo.
Marina se subi¨® a la barra fija y
Marina se subi¨® a la barra fija y destac¨® en el looping. Engatillaba sus pies, se dejaba caer y daba vueltas sin parar. Tambi¨¦n colabor¨® en las rutinas de payasos. Como el n¨²mero de la copita de licor. Ella la llevaba en una bandeja para el payaso principal. Aunque limpiaba los labios con una servilleta al desconsolado payaso ¡ªsu propio marido¡ª, al final la copita se la beb¨ªa ella. Con el tiempo, Luis y Marina decidieron que no solo pod¨ªan hacer buenos n¨²meros bajo la carpa, sino tener su propio circo.
Ella llevar¨ªa la gesti¨®n y ¨¦l la direcci¨®n t¨¦cnica. Sus cuatro hijos fueron educados en las rutinas circenses. Mujer lista y emprendedora, no se le pondr¨ªa nada por delante. Cuando lleg¨® la oportunidad de su gran gira internacional, a la conquista de ?frica, Lu¨ªs se asust¨® con el ruido de los motores de la primera avioneta y quiso abortar el tour. Marina no se arredr¨® y cogi¨® el mando. La aventura les llev¨® no solo a Madagascar, donde les hab¨ªan contratado, sino a un viaje por media ?frica. Saltaron a Asia, hasta llegar a China, donde los elefantes murieron de fr¨ªo y un tif¨®n arras¨® el circo.
Marina nunca se dej¨® vencer.
No ser¨ªa la primera ni la ¨²ltima vez que la troupe se quedar¨ªa con lo puesto. Pero Marina nunca se dej¨® vencer. El circo Raluy se rehizo como un n¨²mero de magia, compr¨® carromatos de ¨¦poca y sigui¨® dando sus funciones. Pero el mayor drama lo vivi¨® en Lleida. Ella era la artillera responsable de disparar el ca?¨®n de aire comprimido. Midi¨® la presi¨®n con el man¨®metro. Todo listo. Pero al lanzarse, Luis dud¨® entre hacer un mortal simple o un doble mortal, y acab¨® golpe¨¢ndose contra las tablas. Se parti¨® la columna.
La prudencia de no moverle del sitio y el tes¨®n para recuperarse, colgado literalmente durante meses por el cuello, le devolver¨ªan a su ca?¨®n y la vida al Circo Raluy. ¡°Mi madre nos cuid¨® como una loba a su manada¡±, afirma su hijo Luis, que con su hermano Carlos llevan las riendas de este circo ya legendario. ¡°Nunca nos falt¨® la comida y en la caravana nos ense?¨® a leer y a escribir¡±. De los caminos de la Espa?a de la posguerra hasta las giras por Madagascar, Marina Tom¨¢s tir¨® siempre del carro. La gran madre del circo espa?ol ha fallecido a pie de pista, en un carromato, cuando solo faltaban unos d¨ªas para que sus hijos, sus nietas Rosita, Louisa y Kerry y dem¨¢s familia se embarquen de nuevo en gira mundial hasta la isla de la Reuni¨®n, en el ?ndico, al este de Madagascar. Justo donde el matrimonio Raluy-Tom¨¢s alcanz¨® su primer gran ¨¦xito internacional. El sue?o ambulante del circo cl¨¢sico seguir¨¢ dando vueltas por cuatro continentes. Un r¨¦cord que en la actualidad solo ostenta la familia Raluy.
Babelia
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