El padre de la generaci¨®n X vuelve para diseccionar las angustias del individuo en la era de las redes sociales
Tras una d¨¦cada de silencio literario, Douglas Coupland regresa con ¡®Atrac¨®n¡¯, un conjunto de microrrelatos sobre la aniquilaci¨®n de la identidad en la sociedad capitalista contempor¨¢nea
El a?o era 1989. Douglas Coupland, por entonces apenas un redactor publicitario canadiense de 28 a?os contratado por una editorial para escribir un ensayo sobre los boomers, se instal¨® en el desierto de Mojave y empez¨® a dar forma a una novela de maquetaci¨®n fragmentada ¡ªpedazos de cielo nuboso, aqu¨ª y all¨¢, esto es, im¨¢genes como prehist¨®ricos banners¡ª que jam¨¢s hab¨ªa planeado escribir y que no solo dio nombre sino sobre todo contenido, prefiguraci¨®n, a una generaci¨®n. La tormentosa y triste generaci¨®n X. Aquella a la que Kurt Cobain puso cara, marcada est¨¦ticamente por las camisas de le?ador y a la que la soledad de un nihilismo ferozmente tierno y autocomplaciente molde¨® hasta transformar la amistad en sustituto de la familia y de cualquier tipo de amor rom¨¢ntico.
El ejemplo m¨¢s claro de aquello que Coupland etiquet¨® en Generaci¨®n X es el cl¨¢sico cinematogr¨¢fico de Ben Stiller La dura realidad, que protagonizaron Ethan Hawke y Winona Ryder, dos iconos de la ¨¦poca. ¡°Yo ni siquiera pretend¨ªa ser escritor. Acab¨¦ si¨¦ndolo por accidente¡±, dijo en una ocasi¨®n Coupland, que desde la publicaci¨®n de aquel texto en 1991 entreg¨® una obra ¡ªnovelas, colecciones de relatos y ensayos¡ª cada dos, tres o cuatro a?os, entre ellos la laureada y extremadamente visionaria novela Microsiervos (1995). Hasta que en 2013 abri¨® un par¨¦ntesis durante el cual se ha dedicado al arte ¡ªhizo una ballena pixelada y una escultura que los visitantes deb¨ªan modificar con sus chicles mascados, entre otras cosas¡ª que cerr¨® en 2021 con la publicaci¨®n en ingl¨¦s de Binge (Atrac¨®n), una colecci¨®n de 60 microrrelatos editada ahora en espa?ol por Alianza con traducci¨®n de Juan Gabriel L¨®pez Guix.
El mismo sello prepara tambi¨¦n la reedici¨®n de Generaci¨®n X y Microsiervos, en un momento de renovado inter¨¦s por la obra del autor canadiense. Tal vez por su habilidad para diseccionar las ansiedades y los desaf¨ªos de la sociedad hiperconectada. Las obras de ficci¨®n de Coupland, hoy un tipo de 62 a?os alejado de los focos hasta el punto de que comunicarse con ¨¦l es misi¨®n imposible ¡ªha esquivado la petici¨®n de una entrevista con EL PA?S durante semanas y lleva a?os sin responder preguntas de ning¨²n tipo¡ª, pormenorizan una sociedad de individuos ¨²nicos domesticados, destruidos y colectivizados por el capitalismo, el sistema que, en busca de clientes, convierte en producto todo lo que toca ¡ªlas relaciones, a las personas, todo aquello que puede llegar a sentirse¡ª y, a la vez, aliena y aleja de la realidad a sus habitantes, someti¨¦ndolos a una infantilizaci¨®n que les impide madurar. Todo lo que son es todo lo que desean, y desean sin consecuencias, como los ni?os o, mejor, como los adolescentes. La ¨²nica salida a esa sobredosis de uno mismo es un upgrade de producto, ser otro, renacer en tu propio cuerpo.
Le ocurre a uno de los personajes de los microrrelatos de Atrac¨®n. La protagonista de ComRom no sabe por qu¨¦ est¨¢ viva. ¡°Aporto cero a la sociedad¡±, se dice. ¡°Me parece parad¨®jico que, pese a mi inutilidad generalizada, si me mataras, tendr¨ªas que ir igualmente a la c¨¢rcel por asesinato¡±. ¡°No quiero estar muerta, pero no quiero ser yo. Llevo 52 a?os haci¨¦ndolo y no me ha llevado a ninguna parte¡±, se repite. No sirvo entre tanto producto, luego ?para qu¨¦ existir?
M¨¢s que una cr¨ªtica al sistema, la ficci¨®n de Coupland realiza una autopsia, puesto que en sus historias el capitalismo parece operar desde un m¨¢s all¨¢ en el que el ser humano es una colecci¨®n de neurosis apenas sujetas por una idea del yo invadida por el deseo de ser una infinidad de otros. Sus personajes son piezas de un engranaje que han olvidado que una vez fueron algo m¨¢s que piezas de ese engranaje. Lo que les define son sus debilidades, aquello que les hace ¨²nicos, en el peor de los sentidos. El futuro, para ellos, es puro espejismo, una rueda de h¨¢mster que no piensa detenerse. Todo ello desarrollado con un sentido del humor enternecedoramente salvaje, un peculiar absurdo pop que ha influido sobremanera en la ficci¨®n de este siglo XXI, de Alexandra Kleeman a Sheila Heti, pasando por Paul Murray y el Pulitzer Joshua Cohen.
Lo que media entre aquel Microsiervos, primer atisbo, precario y alienante, de la vida al otro lado, esto es, dentro de la pantalla del ordenador ¡ªlos protagonistas son oficinistas frikis, una aproximaci¨®n a una prehist¨®rica Silicon Valley exenta de todo glamour¡ª y este Atrac¨®n es una sofisticaci¨®n de la manera en que Coupland aborda la p¨¦rdida de la inocencia y de cualquier tipo de esperanza desde el m¨¢s esperanzador de los mundos: aquel que pretende vender la perfecci¨®n y, a la vez, una estandarizaci¨®n que en la era de Instagram ha hecho del ser humano su propio producto.
Quiz¨¢ el escritor y artista canadiense que naci¨® en la Alemania Occidental no haya hecho otra cosa en todo este tiempo que escribir eso que no pudo escribir en el desierto de Mojave. Un largo tratado ¡ªen ficci¨®n¡ª sobre los boomers, o mejor, sus consecuencias. Despu¨¦s de todo, sus personajes son adultos ilusos e inmaduros, ni?os grandes terriblemente mimados, condenados a vivir en un mundo de deseos inaccesibles. Un mundo dividido en clientes y empleados y en el que, como reza el t¨ªtulo de uno de sus cl¨¢sicos, Todas las familias son psic¨®ticas (2001), porque no pueden no serlo.
¡°Tengo curiosidad por el momento en el que la personalidad se convierta en una patolog¨ªa¡±, escribi¨® hace no demasiado, convencido de que la era de las redes sociales est¨¢ acelerando el borrado de aquello que nos hace ¨²nicos y promoviendo el producto ¡ªel yo¡ª id¨¦ntico, lo que ¨¦l denomina ¡°la autofobia¡±, el miedo a ser distinto. ¡°Seamos honestos, ser ¨²nico no es f¨¢cil. Es dur¨ªsimo. Es mejor ser como el resto, y sentirte solo y a la vez parte de algo. El ser humano de hoy no est¨¢ preparado para pensar por s¨ª mismo¡±, dictamin¨® en ese mismo ensayo, publicado con motivo del 30 aniversario de la llegada de Generaci¨®n X a librer¨ªas, en aquel lejano 1991 en el que el fin de siglo era una amenaza y, a la vez, una oportunidad que claramente el mundo iba a desaprovechar. De ah¨ª toda esa angustia tan estramb¨®ticamente nost¨¢lgica que hoy sigue intacta porque todo estaba perdido ya entonces.
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