La Chunga entre los b¨¢rbaros
Vargas Llosa asiste en el Teatro Espa?ol de Madrid al rescate de su obra dram¨¢tica
La Chunga est¨¢ rota; ha echado de su taberna a Meche, la mujer que ama, le grita que compadecerse de ella ¡°es tan peligroso como enamorarse¡±, y expulsa a los b¨¢rbaros que insisten en saber qu¨¦ ocurri¨® cuando las dos subieron al cuarto, ¡°aquella noche¡±. ¡°?Ma?ana me cuentas lo que pas¨® esa vez con Mechita, Chunga?¡±. Aquellos se van y ella le ha ganado a aquellos bestias. Y ya dormita. Tel¨®n. La batalla ha terminado, pero seguir¨¢ la guerra de ¡°la condici¨®n femenina en una sociedad primitiva y machista¡±, que de eso va La Chunga seg¨²n su autor.
Abajo un hombre de pelo blanco, nervioso, ha contenido la respiraci¨®n durante casi dos horas. Escribi¨® esa escena, y las que anteceden, en 1983, las vio representar decenas de veces y ahora la ve otra vez en el viejo teatro Espa?ol. Tras un segundo, desde que cae el tel¨®n, aplaude, y dice al o¨ªdo de quien tiene al lado: ¡°?Aitana est¨¢ soberbia!¡± Aitana es Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, La Chunga en la obra, y este hombre es Mario Vargas Llosa; acaba de bajarse del avi¨®n que lo trajo de Am¨¦rica y Natalio Grueso, director del Espa?ol, y Joan Oll¨¦, que dirige aqu¨ª La Chunga, lo han invitado a un ensayo general de su propia obra.
Los actores -¡ªS¨¢nchez-Gij¨®n, Irene Escolar, que es Mechita, Asier Etxand¨ªa, el novio de Mechita, los otros int¨¦rpretes que configuran el extravagante grupo de Los inconquistables¡ª reciben el aplauso del patio de butacas y esperan que suba el autor, a ver qu¨¦ cuenta. ¡°Han estado soberbios¡±. A todos les dice un comentario, de todos ha aprendido, dice, ¨¦l es un actor, tambi¨¦n; y ¨¦l quiso ser antes dramaturgo que novelista; este ensayo lo ha entusiasmado, vali¨® la pena escribir La Chunga, habla de lo que pasa en el mundo, y no solo de lo que sucede en esa tabernucha. Una peque?a inquietud, anuncia, y entonces lo miran como si fuera a mentarles la bicha: no, es solo que hay un tel¨®n que baja demasiado pronto. ¡°?Es lo ¨²nico que te ha parecido mal?¡±, bromea S¨¢nchez-Gij¨®n. S¨ª, es lo ¨²nico, parece.
El ensayo ha empezado con un golpe de autoridad. El autor ha entrado demasiado pronto, ¡°a¨²n no tienes que estar aqu¨ª¡±. Se lo dice Oll¨¦; ha aprendido a mandar a Mario, porque el Nobel ha sido actor a sus ¨®rdenes. Con Oll¨¦ ¡ªy con S¨¢nchez-Gij¨®n¡ª hizo La verdad de las mentiras y Las mil y una noches; ¡°fue un int¨¦rprete disciplinado y riguroso¡±, de modo que ahora el director sabe que va a obedecerle. Relegado al plano del espectador ansioso, le comentar¨ªa enseguida a Grueso, en el bar del Espa?ol, de co?a: ¡°?He sido v¨ªctima de un escrache nada m¨¢s llegar a Madrid!¡±. Hace seis meses que Grueso le propuso poner La Chunga y toda su obra dram¨¢tica ¡°en el teatro m¨¢s viejo de Europa¡±, porque aqu¨ª siempre ha venido ¡°todo escritor importante de cada una de las ¨¦pocas de la literatura en espa?ol¡±. Medio a?o m¨¢s tarde la propuesta empieza a andar. Este jueves se estrena La Chunga. Le seguir¨¢n Kathie y el hipop¨®tamo (estreno en noviembre), Al pie del T¨¢mesis (principios de 2014), La se?orita de Tacna (oto?o del 14), Ojos bonitos cuadros feos (final del 14), El loco de los balcones (sin fecha), adem¨¢s, el escritor peruano, est¨¢ escribiendo otra pieza teatral.
La pieza habla de lo que pasa en el mundo y no solo de esa tabernucha
Vargas Llosa le dice al periodista que ¡°en innumerables lugares del mundo hay mujeres en la condici¨®n de lucha contra el sometimiento que representa esta Chunga de Piura; mujeres que si no son duras no sobreviven, no pueden competir entre los b¨¢rbaros y los machistas¡±. En eso aparece una mujer vestida con ropajes r¨²sticos, sus ojos oscurecidos por las marcas de la madrugada y la miseria, y lo abraza como si lo estuviera esperando desde hace medio a?o o un siglo. Sabe que es La Chunga, o m¨¢s bien la actriz que la representa. Con S¨¢nchez-Gij¨®n ha actuado en esos montajes que hizo con Oll¨¦, sabe como respira.
Ahora ya ¨¦l es solo el autor, un espectador de privilegio por el que no se para nada. Oll¨¦ lo ¡°maltrata¡±, dice, ¡°?me ha echado!¡±. Pero es como tiene que ser, estamos ensayando, esto es muy serio, ¡°ha de empezar cuando est¨¦ todo listo¡±. Abraza a Aitana, abraza a Oll¨¦, se abraza con Natalio. Como si estuvieran a bordo de un barco que zarpa pero que tiene por delante una traves¨ªa complicada. La capitana arriba es Aitana, La Chunga. Ley¨® la obra; ella no era La Chunga, pero se empe?¨®, ara?¨® cada l¨ªnea, se envejeci¨®, se hizo fea o desarreglada (¡°?No quiero ser guapa!¡±, La Chunga grita en la obra propiamente dicha), y al fin les demostr¨® a Oll¨¦ y a quien se pusiera por delante ¡°que soy La Chunga, ya lo ver¨¢n¡±. Ella fue la que dijo: ¡°Y Meche es Irene, ya lo ver¨¢n¡±. Describe Vargas a Meche en su texto: ¡°Mujercita de formas duras y rasgos atractivos¡±. Y La Chunga es ¡°Una mujer espigada y sin edad, de expresi¨®n dura, de piel lisa y tirante, huesos firmes y ademanes en¨¦rgicos, que mira a la gente sin pesta?ear¡±.?S¨¢nchez-Gij¨®n y Escolar, ¡°ahora ya no hay duda¡±, dicen Oll¨¦ y Grueso.
Aqu¨ª abajo son Aitana e Irene, all¨¢ arriba son La Chunga y Mechita. Est¨¢n en medio de un torbellino que, dice el autor, ¡°a veces parece fantas¨ªa y a veces parece realidad¡±, y es ¡°la expresi¨®n dram¨¢tica de buena parte de la historia de la humanidad: la lucha contra el machismo y contra la barbarie¡±. Ya lo dejan entrar; pero ¨¦l entiende que le hayan impedido el paso al ensayo, hasta que estuviera a punto todo. Oll¨¦ dice: ¡°?Es que no es La Chunga todav¨ªa!¡±. ¡°No, si te entiendo. ?Ya s¨¦ que para ustedes el mejor autor es el que ya se muri¨®!¡±. R¨ªen otra vez. Grueso dice: ¡°Era un sue?o traer a Mario al Espa?ol. Y, mira, lo hemos hecho¡±. Cuando La Chunga se ech¨® en la mecedora a descansar de su batalla contra los b¨¢rbaros empez¨® en realidad a cumplirse el compromiso del Espa?ol con Vargas Llosa, y ¨¦ste parec¨ªa un chiquillo con zapatos nuevos. ¡°Como si siempre hubiera imaginado as¨ª La Chunga¡±.
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