La caza del zorro rojo
Paul Preston ha construido una historia sobre Santiago Carrillo repleta de alicientes En 'El zorro rojo' hilvana un relato sobre la idea de que el pol¨ªtico siempre se guio por el inter¨¦s propio y "traicion¨® a sus camaradas"
Vaya por delante: Paul Preston ha construido una historia de Santiago Carrillo repleta de alicientes. Bien escrita, amena y con un aparato documental que, si no siempre se apoya en fuentes primarias, tiene la suficiente envergadura como para apoyar el relato con gran solvencia.
Y vaya tambi¨¦n por delante que ese relato est¨¢ marcado por una idea fuerza que lo arma de una poderosa intenci¨®n desde sus primeras p¨¢ginas hasta la conclusi¨®n: Carrillo siempre actu¨®, a lo largo de su vida entera, como un hombre guiado por ¡°el inter¨¦s propio. En consecuencia, traicion¨® a camaradas y se apropi¨® de sus ideas¡ su ambici¨®n y la rigidez con la que la puso en pr¨¢ctica malbarataron los sacrificios y el hero¨ªsmo de las decenas de miles de militantes que sufrieron en la lucha contra Franco¡±.
Estas frases finales provocan alguna pregunta: ?habr¨ªa podido llegar a ser hegem¨®nico el partido comunista en Espa?a si su direcci¨®n hubiera estado en manos m¨¢s generosas y abiertas? ?Habr¨ªan cometido menos cr¨ªmenes los comunistas si sus l¨ªderes hubieran sido menos estalinistas?
En el verano de 1936 el comunista Fernando Claud¨ªn y el socialista Santiago Carrillo llevaron adelante una jugada maestra que culminaron con el paso a la disciplina comunista de las juventudes unificadas en la JSU. Fue la primera traici¨®n de Carrillo que inici¨® as¨ª, seg¨²n el relato de Preston, una carrera por el poder que le llevar¨ªa en 18 a?os a la m¨¢xima direcci¨®n del PCE.
La c¨²pula del PCE dispuso con absoluta impunidad sobre la vida de muchos de sus militantes
Entre las dos fechas, muchos cr¨ªmenes, que no se inventa Preston. Desde Paracuellos, que por fin entra en el desarrollo del historiador ingl¨¦s como una matanza planificada, hasta los asesinatos, alguno frustrado, individualizados de dirigentes ¡°traidores¡± como Qui?ones, Monz¨®n, Trilla, Comorera, o de otros m¨¢s humildes, como el guerrillero asturiano Luis Montero, Sabugo. A lo largo de los a?os, la c¨²pula del PCE dispuso con absoluta impunidad sobre la vida de muchos de sus militantes. Durante la guerra, sobre la de excompa?eros que eran tratados peor que los fascistas, como los militantes del POUM.
Esta lista de cr¨ªmenes atroces no se distingue demasiado, sin embargo, de la que pueden exhibir otros (o todos) partidos comunistas, disciplinados seguidores de las doctrinas de Stalin sobre c¨®mo resolver los problemas internos en la construcci¨®n de su salvaje utop¨ªa. ?Fue Carrillo o fue Carrillo dentro de una cultura pol¨ªtica determinada? No hab¨ªa mucho margen si se estaba dentro del aparato. La decisi¨®n sobre una muerte compete, desde luego, al que la toma. Pero est¨¢ claro que sin Carrillo, las habr¨ªa tomado otro¡ o no estar¨ªamos hablando de un partido comunista de la ¨¦poca.
Porque los cr¨ªmenes del PCE est¨¢n ligados a la cultura pol¨ªtica comunista, y a su sumisi¨®n absoluta a los designios del PCUS, que determinaba de forma puntillosa las estrategias de cada uno de los partidos entregados a la defensa de la revoluci¨®n sovi¨¦tica como primer argumento de su l¨ªnea de acci¨®n.
La descripci¨®n detallada de los errores estrat¨¦gicos del PCE en su combate contra el franquismo plantea pocas dudas
La descripci¨®n detallada de los errores estrat¨¦gicos del PCE en su combate contra el franquismo plantea pocas dudas. Y es cierto que Carrillo, como secretario general, fue el mayor responsable de los, en ocasiones, disparatados an¨¢lisis sobre la debilidad del franquismo, o las oportunistas adjudicaciones de protagonismo en huelgas y disturbios que siempre parec¨ªan poner al r¨¦gimen de Franco contra las cuerdas y siempre fracasaban. En torno a eso, la controversia de Carrillo con Fernando Claud¨ªn y Jorge Sempr¨²n merece en el libro una s¨ªntesis bien montada a partir de los densos testimonios publicados de sus protagonistas.
Preston fija con acierto la importancia de la reuni¨®n de M¨²nich en 1962 y, sobre todo, de los acontecimientos de Checoslovaquia, invadida por los tanques sovi¨¦ticos en agosto de 1968. Aquel fue el hecho definitivo que provoc¨® (no solo esta vez con el error, sino con el acierto) los primeros movimientos de independencia del PCE con relaci¨®n a la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
?Fue tambi¨¦n por ambici¨®n personal o porque esta vez acert¨® con una apuesta pol¨ªtica que contribuir¨ªa de forma decisiva a la credibilidad democr¨¢tica de su partido? Carrillo, a partir de 1968, tomando algunas ideas de otros, como Sempr¨²n, Claud¨ªn o Pradera, encabez¨® un camino estrat¨¦gico que dio frutos abundantes. El PCE, desde luego, acab¨® convirti¨¦ndose en la fuerza decisiva para que se produjera una alianza entre fuerzas muy dispares que liquidara el franquismo por la v¨ªa pac¨ªfica. Tambi¨¦n se convirti¨® en un partido de m¨¢s de doscientos mil afiliados con carn¨¦.
Y no fueron (aunque los hubiera) los errores de Carrillo los que dieron al PSOE el papel de partido hegem¨®nico de la izquierda en los a?os que siguieron. Ese lleg¨® a ser el sue?o de Carrillo, como probablemente Su¨¢rez so?¨® que la UCD se consolidar¨ªa como un partido dominante.
Y quiz¨¢s hay algo de contagio en el historiador de ese sue?o cuando se considera que la gran ambici¨®n del que fue dirigente del PCE tantos a?os malbarat¨® los esfuerzos de miles de militantes.
El zorro rojo: biograf¨ªa de Carrillo. Paul Preston.Traducci¨®n de Efren del Valle Pe?amil. Debate. Barcelona, 2013.416 p¨¢ginas. 23,90 euros (electr¨®nico: 13,99)
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