El encuentro de Dal¨ª con la imagen

Salvador Dal¨ª cre¨® en sus ¨®leos im¨¢genes impactantes, de una gran fuerza. Sus mejores a?os como pintor coinciden con el nacimiento del cine sonoro, as¨ª que era l¨®gico pensar que una mente como la suya se viera atra¨ªda por ese medio capaz de crear historias e hipnotizar al espectador. Su primera incursi¨®n en el cine fue Un perro andaluz, de Luis Bu?uel, esa obra llena de simbolismos y cr¨ªtica: el burro putrefacto o los frailes atados. Repetir¨ªa con Bu?uel en 1930 en La edad de oro.

Alfred Hitchcock fue otro de los grandes maestros con los que trabaj¨® Dal¨ª. En Recuerda (1945) colabor¨® en los decorados y en la c¨¦lebre escena en la que el protagonista, Gregory Peck, cuenta esos sue?os que le atormentan para que un psicoanalista pueda interpretarlos y curar sus fobias. El megal¨®mano original daliniano, veinte minutos de sue?o, qued¨® reducido en el montaje a solo dos.

El artista volvi¨® al cine poco despu¨¦s para aliarse esta vez con Walt Disney para un nuevo experimento cinematogr¨¢fico, el corto de dibujos animados Destino. Un proyecto inacabado pero que Disney recuper¨® m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, para estrenarlo en 2003.

Dal¨ª tambi¨¦n busc¨® la popularidad y el dinero de la publicidad, con varios anuncios como el de chocolates Lanvin (1969), el delirante spot para Alka-Seltzer (1974) e incluso uno para la compa?¨ªa Iberia.