Dal¨ª noquea a su personaje
El Museo Reina Sof¨ªa acoge una gran retrospectiva del artista espa?ol con unas 200 obras La exposici¨®n demuestra que el pintor ocupa un lugar entre los grandes de la historia del arte
En diciembre de 1965, Dal¨ª, toda una estrella planetaria, protagoniza varias intervenciones en Nueva York. A prop¨®sito de la inauguraci¨®n de la Gallery of Modern Art es invitado a realizar una acci¨®n. Ante un p¨²blico cargado de c¨¢maras y joyas pinta en directo un jinete al tiempo que el guitarrista Manitas de Plata y el cantaor Jos¨¦ Reyes entonan unas soleares cuya letra ensalza su genialidad. Pocos d¨ªas despu¨¦s, transforma una copa del Esclavo de Miguel ?ngel en una versi¨®n horizontal. Antes de romperlo, lo besa en la boca y sobre un ata¨²d cubierto de monedas y de un d¨®lar, un ocelote le olfatea la cara. La intervenci¨®n concluye cuando Dal¨ª sorbe ante el p¨²blico un huevo de cisne del que salen montones de hormigas. Ambas acciones forman el n¨²cleo central del documental Dal¨ª in New York, realizado por Jack Bond, en el que el artista espa?ol muestra su peor cara como artista y lo mejor de su personaje.
Ante las c¨¢maras va desgranado todas esas sentencias que le han hecho intragable para grandes sectores a lo largo de muchos a?os: "A mi lado solo quiero esclavos", "la monarqu¨ªa es la mejor forma de gobierno porque los reyes como yo somos elegidos de Dios", "hay que resucitar la Santa Inquisici¨®n"... Narciso, eg¨®latra, maestro de la performance, genio de la publicidad ("estoy muy ocupado siendo Dal¨ª y solo puedo ver a las personas por razones simb¨®licas como el dinero o la publicidad", dijo en una entrevista en 1955), imitado hasta la saciedad entonces y ahora por artistas como Andy Warhol, Damien Hirst o Jeff Koons, Salvador Dal¨ª (Figueres, 1904-1989) es un artista muy superior a su inconmensurable personaje. Su lugar en la historia del arte est¨¢ entre los primeros puestos y ese es el reto al que se enfrenta la exposici¨®n Dal¨ª. Todas las sugestiones po¨¦ticas y todas las posibilidades pl¨¢sticas, que el s¨¢bado se abre al p¨²blico en el Reina Sof¨ªa con m¨¢s de 200 obras. Procedente del Pompidou parisiense, donde ha sido vista por 790.090 personas a lo largo de cuatro meses, Dal¨ª ser¨¢, sin duda, la exposici¨®n del a?o en Espa?a.
Comisariada para su versi¨®n en Madrid por Montse Aguer, directora del Centro de Estudios Dalinianos de la Fundaci¨®n Gala-Salvador Dal¨ª de Figueres y una de las personas m¨¢s pr¨®ximas al artista en sus ¨²ltimos a?os de vida, cree que es el momento de hacer una aproximaci¨®n sin prejuicios al doble Dal¨ª, al personaje y al artista. Para ello se han reunido obras procedentes de importantes instituciones, colecciones privadas y de los tres depositarios principales del arte de Dal¨ª: la Fundaci¨® Gala-Salvador Dal¨ª, el Salvador Dal¨ª Museum de St. Petersburg (Florida) y el Museo Reina Sof¨ªa. El museo madrile?o cuenta entre sus fondos con medio centenar de obras de primer orden. Hay treinta que nunca se han visto en Espa?a y que han sido prestadas de manera excepcional, como La persistencia de la memoria (1931) y El ?ngelus de Gala (1935), prestadas por el MoMA neoyorquino; Metamorfosis de Narciso (1937), de la Tate londinense; La tentaci¨®n de San Antonio (1946), de los Mus¨¦es Royaux des Beaux-Arts de B¨¦lgica; Alucinaci¨®n: seis im¨¢genes de Lenin sobre un piano (1931), del Centre Pompidou;?Los ba?istas (1928) y Ni?o geopol¨ªtico contemplando el nacimiento del hombre nuevo (1932), del Salvador Dal¨ª Museum de St. Petersburgo y Chaqueta afrodisiaca (1964), de la colecci¨®n particular del millonario griego George Economou.
Se han reunido obras de instituciones, colecciones privadas y de los tres depositarios del artista
Manuel Borja-Villell, director del Reina Sof¨ªa, interesado por Dal¨ª hasta el punto de dedicarle su tesis doctoral conjuntamente con Antoni T¨¤pies, est¨¢ seguro de que esta exposici¨®n es absolutamente necesaria. Hace m¨¢s de 30 a?os que en Espa?a no se le dedica una antol¨®gica y las ¨²ltimas generaciones no le conocen en profundidad. "Es el momento de desvelar la importancia de su inteligencia pict¨®rica, de mostrar a un artista que ha estado oculto en parte por su desbordante personaje y en parte por el rechazo que produc¨ªa su relaci¨®n con la dictadura franquista. Hay artistas que no le pod¨ªan ver, y eso cuesta reconducirlo".
"Es un creador constante de im¨¢genes", explica Borja-Villell. Participa en todos los movimientos y es un precursor en todo. Su dominio de la pintura es total desde muy joven, al igual que Picasso, una de sus obsesiones. Y como Duchamp, se da cuenta de la importancia del trabajo en serie y de cual es el papel del artista. En eso es muy rompedor porque luego hemos visto a otros artistas como Koons que siguen haciendo lo mismo que Dal¨ª, pero sin su contenido".
Para mostrar esa aut¨¦ntica esencia daliniana, la exposici¨®n ha sido organizada siguiendo un orden hist¨®rico que se interrumpe para dar paso a momentos po¨¦ticos. Dividida en once apartados, arranca en una sala dedicada a sus autorretratos. Tomado a s¨ª mismo como modelo hasta la saciedad, aqu¨ª hay seis obras realizadas sobre diferentes soportes, entre las que se incluye un Dal¨ª con cara de Marilyn Monroe y toques de Mao Tse-Tung. Son a?os de aprendizaje en los que utiliza como modelos a sus familiares: a su hermana Ana Mar¨ªa o a su padre, el notario de Cadaqu¨¦s, y en los que aparecen alusiones a uno de sus tormentos: el haber sido bautizado con el mismo nombre del hermano muerto a la edad de tres a?os, algo que perturb¨® la personalidad del Dal¨ª ni?o. En este primer apartado se proyecta uno de los v¨ªdeos (la exposici¨®n incluye una decena) m¨¢s interesantes de la muestra, por la informaci¨®n que aporta sobre el personaje. Autoportrait mou de Salvador Dal¨ª, realizado en 1966 por Jean-Cristophe Averty, y en el que el artista hace una divertid¨ªsima disertaci¨®n sobre la importancia de las pelucas, entre otras muchas cosas.
La Generaci¨®n del 27
Su vinculaci¨®n a la Generaci¨®n del 27 y sus a?os en la Residencia de Estudiantes con Lorca y Bu?uel arranca con el retrato del cineasta. Los dibujos de la serie Putrefactos, realizados a mediados de los veinte, en su tiempo en la Residencia, son una fascinante joya de este espacio dedicado a la juventud del artista.
El surrealismo, movimiento del que fue expulsado por Breton y a quien Dal¨ª comparaba con su padre por el autoritarismo, es su etapa m¨¢s representada. El famoso m¨¦todo paranoico-cr¨ªtico inventado por ¨¦l le permite revolucionar el movimiento y crear obras como El gran masturbador (1929), La persistencia de la memoria (1931), Guillermo Tell (1930), El espectro del sex-appeal (1934). Son obras en las que juega a las im¨¢genes dobles o las im¨¢genes invisibles, a gusto del espectador que las contempla; un planteamiento con el que consigue que quien contemple el cuadro pase a formar parte de ¨¦l
Sus fantasmas sexuales se explicitan en el apartado dedicado a El ?ngelus de Millet. Sobre esta pintura escribe profusamente y reinterpreta su imaginario. Para Dal¨ª, la figura de la mujer es una mantis religiosa que despu¨¦s del apareamiento se come al macho, y la figura masculina tiene que proteger sus ¨®rganos genitales para que no sean devorados.
A partir de los sesenta, su inter¨¦s se vuelca en la ciencia y las nuevas tecnolog¨ªas
Aunque su imagen fr¨ªvola no lo recoja, los conflictos y sus efectos est¨¢n muy presentes en su obra, como se ve en el espacio dedicado al rostro de la guerra y el surrealismo despu¨¦s de 1936. De ese tiempo son los inquietantes ¨®leos Premonici¨®n de la guerra civil (1936) o El rostro de la guerra (1940), en los que recurre a im¨¢genes de canibalismo para mostrar su desagrado. Como en ning¨²n otro momento, la pintura es un texto y las im¨¢genes son s¨ªntomas.
Con la Segunda Guerra Mundial empieza de verdad su desembarco americano. Pero no a Nueva York. Con Gala se instala en Miami y all¨ª abandona ya todo resquicio de romanticismo. Crece como performer de su propio personaje, colabora en el cine con Walt Disney y Alfred Hitchcock (un v¨ªdeo recoge fragmentos de Recuerda, de 1945, con todo el universo freudiano-daliniano en la pantalla). Escribe guiones de cine, dise?a decorados y vestuarios y empieza a dar muestras de no controlar sus intervenciones p¨²blicas.
A partir de los a?os sesenta, su inter¨¦s creativo se vuelca en la ciencia y las nuevas tecnolog¨ªas. Hace holograf¨ªas e im¨¢genes estereosc¨®picas. Escribe y protagoniza happenings y performances filmadas por el mayor n¨²mero de televisiones posible, sin olvidar nunca a sus grandes maestros: Vel¨¢zquez, Rafael y el propio Picasso. Cierra la exposici¨®n Cola de golondrina y violonchelos (1983) en la que reflexiona sobre su ¨²ltima obsesi¨®n: las teor¨ªas matem¨¢ticas de Ren¨¦ Thom, una prueba m¨¢s de que su b¨²squeda de la fama no era incompatible con la investigaci¨®n de las grandes preocupaciones de su tiempo.
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