Hasta nunca
Es un consuelo para los resentidos y mediocres perdedores que consideramos racional y visceralmente a Mourinho como una de las cosas m¨¢s t¨®xicas que le han ocurrido al f¨²tbol y por extensi¨®n a la vida (aclaro que hay divisi¨®n de opiniones al respecto, no solo los raciales Ultra Sur y el incomparable empresario P¨¦rez lo veneran, sino que un futbolista e individuo tan ejemplar como Xabi Alonso declaraba en una entrevista en Esquire que gracias a Mourinho se hab¨ªa convertido no solo en mejor futbolista, sino tambi¨¦n en mejor persona, bendito sea) nuestro convencimiento de que alguien que disfruta de tanto poder, dinero, fama y adoraci¨®n evidencie en su permanente actitud que el universo se ha conjurado contra ¨¦l, que la existencia se ha cebado injustamente contra los sagrados valores que encarna, que cada d¨ªa tenga que sentirse en la necesidad de encontrar nuevos villanos que anhelan su ruina, que es el s¨ªmbolo de la honradez, la sinceridad y la gloria en un mundo de fariseos, mentirosos y fracasados, que siempre parezca tan profunda y rabiosamente infeliz, que necesite verter excrementos sin prisas y sin pausas contra los dem¨¢s como supremo acto de afirmaci¨®n en s¨ª mismo.
Es probable que los personajes p¨²blicos se vean obligado a representar permanentemente un papel, pero ser¨ªa agradecible que poseyeran m¨¢s de un registro actoral, que alguna vez parecieran heterodoxos y complejos. Si su autenticidad no puede permitirse de vez en cuando los matices pueden acabar no ya indignando al p¨²blico, sino algo peor, aburri¨¦ndolo.
No es cierto que la grandeza del guerrero est¨¦ en funci¨®n de la categor¨ªa de sus enemigos. Del Bosque, Casillas y Guardiola, adem¨¢s de haber ganado m¨¢s y trascendentes batallas que las de este victimista eternamente endemoniado, se han caracterizado en su conducta p¨²blica por sentir alergia al numerito, por lograr que cualquiera en posesi¨®n de unas cuantas neuronas y sentido com¨²n respete y admire no solo su profesionalidad y su arte, sino tambi¨¦n su personalidad, el buen rollo que despiden. Pobre Mourinho. Entrenando a un equipo glorioso (nueve copas de Europa), disponiendo de todo lo que exigi¨®, y sin conquistar la d¨¦cima despu¨¦s de tres a?os. Es una tragedia, pero no shakesperiana. Al malvado le falta grandeza.
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