¡°Hemos buscado el misterio y el juego¡±
La comisaria de 'La belleza encerrada' invita a descubrir los misterios de las obras mostradas
Ante las dos vistas que Vel¨¢zquez pint¨® de los jardines de Villa Medici en Roma, Manuela Mena (Madrid, 1949) se plantea montones de preguntas. Para ella, ambas obras est¨¢n cargadas de misterios y secretos que pueden tener que ver con historias sentimentales, con recuerdos muy personales del artista. No duda de que ambas escenas est¨¢n relacionadas en su narraci¨®n pero, ante todo, son dos soberbios estudios de la luz y de la proporci¨®n sobre el espacio. Son dos obras que constituyen un perfecto ejemplo del concepto sobre el que la conservadora del Prado ha organizado La belleza encerrada. De Fra Angelico a Fortuny, una exposici¨®n que intenta ser una versi¨®n asequible de lo que muchos califican como la pinacoteca de arte antiguo m¨¢s importante del mundo. Est¨¢n representados todos sus grandes artistas, las escuelas, los temas. Desde el XIV hasta el XIX. Son 281 obras escogidas entre las m¨¢s de 800 de este tama?o que posee el museo. Su singularidad es el formato peque?o para contar una peculiar historia ¨ªntima de la pinacoteca.
Manuela Mena es, seguramente, una de las personas del Prado que mejor conoce cada una de las obras. No en vano empez¨® a trabajar como becaria en 1978 y sus primeros recuerdos est¨¢n ligados al museo. Con solo tres a?os, recuerda ahora, sus padres la llevaban a recorrer las salas, aunque no todo fuera placer. La contemplaci¨®n de Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya, le provoc¨® entonces terribles pesadillas.
Seguramente por ese exhaustivo conocimiento, el director del Prado, Miguel Zugaza, le plante¨® hace dos a?os la posibilidad de hacer una exposici¨®n de estas caracter¨ªsticas. Mostrar la esencia de sus tesoros, pero en peque?o formato. Mena ya hab¨ªa comisariado para el museo Cuadros de gabinete, bocetos y miniaturas, Rafael y Espa?a, en 1985. La gran diferencia, entre otras, es que ahora se trataba de meter todo el Prado en una sola exposici¨®n.
"Son cuadros y esculturas que podr¨ªan estar en una casa, muy a la vista"
Como "peque?o formato" Mena descarta la miniatura. "Pensemos en tama?os humanos. No en obras concebidas para apabullar o impresionar. Son cuadros y esculturas que podr¨ªan estar dentro de una casa, muy a la vista y muy pr¨®ximas al ojo. Se ha buscado la exquisitez, el misterio, la tesis, el juego. Muchos artistas contempor¨¢neos, desde Pablo Picasso a Damien Hirst han trabajado con estos tama?os".
Planteamiento l¨²dico
El juego impregna el montaje de las 17 salas que muestran las obras en orden cronol¨®gico. Para ello, las salas temporales se han llenado de nuevas paredes, techos abuhardillados, arcos que aproximan los frescos al espectador, ventanas que parecen trampillas de palomar a trav¨¦s de las que las piezas parecen jugar entre s¨ª. "La sorpresa es muy importante", explica. "Con esos juegos visuales descubrimos conexiones entre los artistas y sus obras. La exposici¨®n est¨¢ cargada de secretos hacia quien la contempla. El gran formato no permite esos juegos porque todo queda a la vista. Aqu¨ª, el visitante tiene que forzar su imaginaci¨®n frente a lo que hay delante de sus ojos".
Entre escondrijos, recovecos y zonas oscuras, Mena menciona una de las sorpresas que el visitante tendr¨¢ que descubrir: Muchacha durmiendo, de Luis Paret, un ¨®leo de solo 19 x 15 cent¨ªmetros, adquirido el pasado a?o por el museo y nunca expuesto hasta el momento. La muestra est¨¢ llena de peque?os detalles por descubrir. En algunos casos, como en la maqueta del museo, el ojo se tendr¨¢ que esforzar para encontrar todo lo que ocultan sus min¨²sculas ventanas.
Todas las piezas que lo necesitaban han sido concienzudamente restauradas
Son tablas, bocetos, pinturas o dibujos que llevan la firma de los grandes nombres que atesora el Prado. Sin embargo, casi la mitad de lo que se expone no forma parte de la colecci¨®n permanente. Est¨¢ en los almacenes o pertenece al llamado Prado disperso. Todas las piezas que lo necesitaban han sido concienzudamente restauradas. "Tenemos tantas grandes obras que no todo se puede colgar", presume Manuela Mena. "Aunque peri¨®dicamente se van mostrando en exposiciones temporales como esta".
?Hay un cierto autohomenaje del museo?. "Sin duda", responde. "Y est¨¢ bien que los museos cuenten su historia. Queremos que la gente venga y que si no puede dedicar d¨ªas y d¨ªas a conocer a fondo las salas, se pueda llevar una impresi¨®n muy aproximada a lo que es el Prado. Aqu¨ª est¨¢n Patinir, Tiziano, Giorgione, Murillo, Goya, Vel¨¢zquez, El Greco... solo que en su versi¨®n m¨¢s humana, por decirlo de alguna manera".
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