Brutal atropello inici¨¢tico
Una vez m¨¢s, Daniel Luque manej¨® el capote con soltura y gracia El Cid record¨® naturales largos y sentidos en una faena sin fundamento
L¨®pez Sim¨®n no olvidar¨¢ nunca su primer muletazo en las Ventas como matador de toros. Cit¨® por estatuarios, y el animal acudi¨® con violencia. En el momento del encuentro, cambi¨® su trayectoria y atropell¨® al muchacho como solo puede hacerlo un cami¨®n. Se lo ech¨® a los lomos y lo pisote¨® en el suelo. Parec¨ªa evidente que no llevaba cornada, pero la paliza fue de esas que solo se soportan con los veintid¨®s a?os que tiene este chaval.
Qued¨® en el suelo totalmente desmadejado. Ayudado por sus compa?eros, no se manten¨ªa en pie. El Cid le vaci¨® una botella de agua por la nuca, y el l¨ªquido elemento obr¨® el milagro. El torero se repuso, tom¨® aire, pidi¨® la muleta, y con el vestido blanco hecho un cristo entre la tierra mojada y la sangre del toro, se dirigi¨® con paso firme hacia la boca de riego.
San Lorenzo/El Cid, Luque, Sim¨®n
Toros de Puerto de San Lorenzo, mal presentados los tres primeros y correctos los dem¨¢s; mansones, blandos, nobles y sosos. El segundo, inv¨¢lido, muy protestado.
Manuel Jes¨²s El Cid: estocada y un descabello (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
Daniel Luque: pinchazo y estocada muy trasera (silencio); estocada ca¨ªda (ovaci¨®n).
L¨®pez Sim¨®n, que confirm¨® la alternativa: tres pinchazos _Aviso_ dos pinchazos, estocada y un descabello (ovaci¨®n); pinchazo _aviso_ pinchazo y tres descabellos (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. 14 de mayo. Sexta de feria. Casi lleno.
All¨ª, hinc¨® las dos rodillas en la arena, no se sabe si en actitud heroica o porque no le sosten¨ªan los magullados huesos, y volvi¨® a citar al toro.
Fueron cuatro o cinco muletazos con la mano derecha, en los que la emoci¨®n fue creciendo hasta el do de pecho final, el torero ya enhiesto, que desbord¨® el entusiasmo en los tendidos.
Nunca un golpetazo tan descomunal tuvo un final tan gratamente inesperado. Lo cierto es que L¨®pez Sim¨®n hab¨ªa pasado del dolor al ¨¦xito en cuesti¨®n de minuto y medio, y se hab¨ªa metido a la gente en el bolsillo con una reacci¨®n propia de torero valiente y cabeza fr¨ªa.
A partir de ah¨ª, la pel¨ªcula no sigui¨® el guion esperado. El toro se vino abajo, molest¨® el viento, y el p¨¦ndulo de la tensi¨®n fue perdiendo intensidad. Adem¨¢s, mat¨® muy mal, y todo qued¨® en una ovaci¨®n de reconocimiento porque el joven torero se hab¨ªa presentado en Madrid con un atropello inicial de los que hacen ¨¦poca y no perdi¨® la compostura, que se dice pronto.
Volvi¨® a intentarlo en el sexto, cuando llov¨ªa con fuerza y el p¨²blico estaba m¨¢s pendiente del paraguas que de lo que ocurr¨ªa en el ruedo. Un toro muy manso y rajado, que embest¨ªa a rega?adientes y a su aire, le impidi¨® alcanzar el ¨¦xito que busc¨® con pundonor y entrega encomiable. Algunos naturales brotaron ajustados, -siempre al hilo del pit¨®n-, y aunque volvi¨® a errar con el estoque, qued¨® claro que este muchacho quiere ser torero.
Un torero hecho y derecho es Manuel Jes¨²s El Cid, y tuvo la mala suerte de que le tocara en primer lugar un inv¨¢lido que el presidente, en una decisi¨®n inexplicable, se empe?¨® en mantener en el ruedo. Pero Manuel Jes¨²s le echaba el capote arriba para que el animal, un muerto en vida, no se cayera y arreciaran las protestas que ya eran abundantes. Se supone que el torero no quer¨ªa matar el sobrero y prefer¨ªa el esc¨¢ndalo del toro enfermo. Y consigui¨® su prop¨®sito. Y debi¨® estar satisfecho porque El Cid se empe?¨® en darle pases al moribundo entre el choteo general en lugar de acabar cuanto antes con aquel desagradable espect¨¢culo. A veces, entender a los toreros es tarea imposible.
OVACION: Encomiable actitud del joven L¨®pez Sim¨®n ante el toro de su confirmaci¨®n.
PITOS: Inexplicable la decisi¨®n del presidente de mantener en el ruedo al inv¨¢lido segundo toro de la tarde.
Lleg¨®, despu¨¦s, el cuarto, de noble pit¨®n izquierdo, y el torero lo pas¨® por ese lado de manera desigual, aunque algunos naturales brotaron largos y sentidos. Sigui¨® con la mano derecha y forj¨® una faena sin fundamento ni esencia, destemplada y superficial. Adem¨¢s, pinch¨®, y la remota posibilidad de una oreja se escap¨®.
De nuevo ha demostrado Daniel Luque que maneja el capote con soltura y gracia. Recibi¨® a su primero con airosas ver¨®nicas, y lo quit¨®, despu¨¦s, con ajustadas ver¨®nicas que cerr¨® con una media primorosa. Se mostr¨® valeroso y entregado ante un toro deslucido, de embestida pegajosa y corto recorrido. Al final, su labor qued¨® en nada. Volvi¨® a intentarlo en el quinto, cuando llov¨ªa copiosamente, y dibuj¨® algunos naturales de buen trazo. Lo intent¨® mientras cada cual buscaba un refugio, pero apareci¨® entonces un torero moderno y aliviado, siempre mal colocado y con todas las ventajas. As¨ª, su labor se fue diluyendo, y solo sirvi¨® para pasar con mejor humor el malaje del agua.
Total, que acab¨® la corrida deprisa y corriendo, calados hasta los huesos y el alma encogida. Porque no hubo triunfo, ni toros ni toreros que fueran capaces de remontar las dificultades para cambiar el tono tan mediocre de esta feria que ya ha celebrado cinco corridas y a¨²n no conoce el sabor de una vuelta al ruedo.
Lo que son las cosas, una voltereta de miedo hizo albergar las mejores esperanzas. Paradojas de esta fiesta¡
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