Keynes, la econom¨ªa y el sexo
La biograf¨ªa de John Maynard Keynes, editada por fin en su versi¨®n ¨ªntegra en espa?ol, es un fascinante paseo por la teor¨ªa econ¨®mica, el pensamiento pol¨ªtico y los c¨ªrculos intelectuales del siglo XX de la mano de uno de sus grandes humanistas
El historiador brit¨¢nico Niall Ferguson, cada vez m¨¢s escorado ideol¨®gicamente hacia las posiciones m¨¢s conservadoras (v¨¦ase su ¨²ltimo libro La gran degeneraci¨®n, en la editorial Debate) organiz¨® hace unos d¨ªas un enorme esc¨¢ndalo al defender que Keynes no se hab¨ªa preocupado nunca por las consecuencias de sus teor¨ªas econ¨®micas en el largo plazo porque al ser homosexual no pod¨ªa tener hijos y ese largo plazo le tra¨ªa sin cuidado. Se apoy¨® en su c¨¦lebre frase de que ¡°a largo plazo, todos muertos¡±.
La algarab¨ªa fue tan amplia que Ferguson, que en el pasado ya hab¨ªa coqueteado con esta idea, hubo de pedir perd¨®n. Su comentario, dijo, fue ¡°est¨²pido e insensible¡±, y la revista que reprodujo sus palabras explic¨® que era como si la filosof¨ªa econ¨®mica de Ferguson estuviese basada en que este es rico y famoso y, por tanto, no le interesa en absoluto lo que les ocurra a los pobres y a los parados.
Pero la simpleza del historiador y profesor de Harvard no era la primera vez que se expon¨ªa. Al menos hab¨ªa tenido un curioso precedente: en el obituario de la muerte de Keynes, en 1946, otra de las cimas de la econom¨ªa de todos los tiempos, el austriaco Joseph Schumpeter, escribi¨®: ¡°No tuvo hijos y su filosof¨ªa de vida era esencialmente una filosof¨ªa a corto plazo¡±. Lo cuenta Robert Skidelsky en la monumental y can¨®nica biograf¨ªa del economista brit¨¢nico, recientemente aparecida en Espa?a (John Maynard Keynes, editorial RBA). Es un libro maravilloso que justifica una vida, aunque su autor no ha dejado de escribir en ning¨²n momento.
Por cierto, la misma editorial acaba de publicar otro libro sensacional, las Memorias del intelectual franc¨¦s Raymond Aron, y ambos libros devienen imprescindibles para conocer la enorme complejidad del siglo XX. Tanto las memorias de Aron como el primer tomo de una versi¨®n previa de la biograf¨ªa de Keynes hab¨ªan sido editadas hace muchos a?os por Javier Pradera en Alianza Editorial y se encuentran descatalogadas. Durante demasiado tiempo se esper¨®, sin ¨¦xito, la aparici¨®n de los tomos dos y tres de la biograf¨ªa de Keynes, hasta que ahora RBA se ha atrevido con un ¨²nico volumen de casi 1.300 p¨¢ginas. Ambos son textos insustituibles.
Bibliograf¨ªa imprescindible
- Moneda y finanzas en la India (1913).
- Las consecuencias econ¨®micas de la paz (1919).
- Tratado de probabilidad.
- Breve tratado sobre la reforma monetaria(1923).
- ?Soy un liberal? (1925).
- El final del 'laissez faire' (1926).
- 'Laissez faire' y comunismo (1926).
- Las posibilidades econ¨®micas de nuestros nietos (1930).
- Ensayos de persuasion (1931).
- Carta abierta al presidente Roosevelt (1933).
- Teor¨ªa general de la ocupaci¨®n, el inter¨¦s y el dinero (1936).
Ferguson no ten¨ªa raz¨®n ni en la afirmaci¨®n de que Keynes era homosexual ni en la de que su obra desde?aba el largo plazo. Aunque le gustaron mucho los hombres (uno de los amores de su vida fue el pintor escoc¨¦s Duncan Grant, perteneciente al grupo de Bloomsbury) tambi¨¦n lo hicieron las mujeres: se cas¨® con la bailarina del ballet de Diaghilev Lydia Lopokova, que sufri¨® un aborto cuando conviv¨ªa con Keynes.
En el a?o 1930, Keynes y la Lopokova visitan la Residencia de Estudiantes de Madrid, en la que dicta una conferencia cuya primera versi¨®n hab¨ªa pronunciado dos a?os antes en Winchester, titulada expresivamente Las posibilidades econ¨®micas de nuestros nietos. Keynes entiende que en ese momento (ya ha tenido lugar el crash de la Bolsa de Nueva York) el mundo sufre ¡°un fuerte ataque de pesimismo econ¨®mico¡±; entonces era corriente (lo que tanto recuerda a la actualidad) escuchar a muchas personas la afirmaci¨®n de que la ¨¦poca de enorme progreso que caracteriz¨® al siglo XIX hab¨ªa pasado para siempre, y que una ca¨ªda de la prosperidad era m¨¢s veros¨ªmil que una mejora en la d¨¦cada que acababa de empezar. ¡°Creo¡±, dice Keynes, ¡°que esta es una interpretaci¨®n extraordinariamente equivocada de lo que est¨¢ sucediendo; estamos sufriendo no los reumatismos de la vejez, sino los dolores crecientes que acompa?an a los cambios excesivamente r¨¢pidos, el dolor del reajuste de un periodo econ¨®mico a otro. No hay que sobreestimar la importancia del problema econ¨®mico ni sacrificar a sus supuestas necesidades otras cuestiones de mayor significado y permanencia. La econom¨ªa debe ser una cuesti¨®n reservada a los especialistas, como la odontolog¨ªa¡±. Y aqu¨ª pronuncia una de sus frases m¨¢s celebradas sobre la necesaria humildad del economista (aunque Keynes fue todo menos humilde): ¡°?Ser¨ªa estupendo que los economistas lograran que se les considerara como personas modestas y competentes, igual que los dentistas!¡±.
La biograf¨ªa de Skidelsky aglutina a todos los Keynes que hab¨ªa dentro de su privilegiada cabeza: el economista, el inversor, el moralista, el intelectual bloomsburiano, el funcionario del Gobierno brit¨¢nico, el inconformista, el que nos dej¨® en herencia el orden econ¨®mico posterior a la Segunda Guerra Mundial, etc¨¦tera. Siempre perteneci¨® a la ¨¦lite intelectual dentro de la ¨¦lite econ¨®mica de la Gran Breta?a del primer tercio del siglo XX, y su genialidad brillaba en cualquier cosa que hiciese. El fil¨®sofo Bertrand Russell dijo de Keynes: ¡°Es la mente m¨¢s aguda y m¨¢s clara que jam¨¢s conoc¨ª. Cuando discut¨ªa con ¨¦l, sent¨ªa que mi vida pend¨ªa de un hilo y raramente terminaba sinti¨¦ndome algo muy diferente a un est¨²pido¡±.
Y en estas llega Ferguson y resume que las teor¨ªas de John Maynard Keynes son consecuencia directa de su condici¨®n sexual¡
Babelia
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