Morante se hace perdonar
El toro del siglo XXI, las exigentes figuras y un p¨²blico claudicante ser¨¢n los verdugos de la fiesta Jim¨¦nez Fortes dio toda una lecci¨®n de responsabilidad y valent¨ªa
Morante de la Puebla se hizo perdonar; y no con un quite, sino con tres. Y sin torear. Cosas del misterio. Despu¨¦s de una tarde aciaga por culpa de un lote inapropiado para su concepto del toreo, y de que el p¨²blico se enfadara con ¨¦l tras la muerte del desclasado cuarto, sali¨® Jim¨¦nez Fortes en el quinto a hacer un quite por ajustad¨ªsimas chicuelinas que quiso rematar con una larga cambiada de rodillas; quiso pero pudo costarle caro porque perdi¨® la verticalidad del medio cuerpo y qued¨® a merced del toro. Pero hete aqu¨ª que surge providencial el capote de Morante, muy atento en su condici¨®n de director de lidia, y se llev¨® al toro entre la sorpresa, primero, y el entusiasmo, despu¨¦s, del respetable.
A continuaci¨®n, se dispone a banderillear Juan Jos¨¦ Trujillo, subalterno de Manzanares, y lo hace muy bien, como es habitual en ¨¦l, pero el animal lo persigue con codicia, y, de nuevo, Morante al quite. Y se repite la jugada en el segundo par, de modo que en las tres intervenciones evit¨® un posible percance. El p¨²blico se lo agradeci¨® de veras y se olvid¨® de la mala tarde del artista, lo que hab¨ªa enfadado a m¨¢s de uno.
Domecq/Morante, Manzanares, Fortes
Toros de Juan Pedro Domecq, justos de presentaci¨®n, mansones, blandos, descastados y nobles.
Morante de la Puebla: dos pinchazos, casi entera y un descabello (silencio); pinchazo, pinchazo hondo y un descabello (bronca).
Jos¨¦ Maria Manzanares: pinchazo _aviso_ pinchazo, media y un descabello (palmas); estocada tendida (divisi¨®n de opiniones).
Jim¨¦nez Fortes, que confirm¨® la alternativa: estocada tendida _aviso_ pinchazo y estocada (palmas); pinchazo _aviso_ media tendida y un descabello (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. 16 de mayo. Octava corrida de feria. Lleno.
Lo cierto es que el lote del sevillano no le ofreci¨® muchas opciones. Una ver¨®nica al relance, en su primero, y eso fue todo. Era ese un toro distra¨ªdo, muy descastado, con la cara siempre a media altura y sin ganas de colaborar. El torero lo intenta, pero es imposible. Y el segundo, peor, muy desclasado, sin recorrido alguno, sin humillar nunca; y el torero hizo lo que hay que hacer: quitarle las moscas y montar la espada. A la gente no le gust¨® tal decisi¨®n y mostr¨® su enfado. Lo que ocurri¨®, adem¨¢s, es que Morante no acert¨® con el estoque, y aquello estuvo a punto de convertirse en un sainete. Lo abroncaron como se ri?e a quien bien se quiere. Prueba de ello es que se lo quer¨ªan comer a besos con los tres quites providenciales. Y a esperar a la siguiente, que ser¨¢ el pr¨®ximo jueves.
El que estuvo mal fue Manzanares. Se podr¨¢ decir que lo molestaron con protestas continuas y a destiempo, del mismo modo que se puede argumentar que el torero tir¨® una cuantas l¨ªneas muy mal trazadas y adi¨®s muy buenas. Su lote se dej¨® torear, sobre todo, el quinto, pero el torero se mostr¨® indolente. Elegante siempre, eso s¨ª, y en su primero, despegado y abusando del pico; y en cuanto pudo, un circular invertido, tres pases por la espalda, unas manoletinas¡ Un gazpacho incomestible. Y en el otro, en el de los quites de Morante, de mejor condici¨®n, lo hizo bonito, pero sin poder¨ªo ni entrega. Mucho pico, mucha l¨ªnea recta, muchas ventajas y poco toreo. Hubo protestas destempladas, pero ten¨ªan raz¨®n.
Al final, el triunfador entre comillas fue el m¨¢s joven, Jim¨¦nez Fortes, -seren¨ªsimo toda la tarde-, que vino a confirmar la alternativa, y ha dado una lecci¨®n de responsabilidad y valent¨ªa. Bueno, y de algo m¨¢s: de pesadez, que, de lo contrario, quiz¨¢ hubiera paseado una oreja del sexto. Se luci¨® de verdad con el capote por chicuelinas ajustad¨ªsimas, -dos veces-, y por gaoneras, y se encontr¨® con un primer toro que era tan noble, tan noble, que era la tonta del bote. Y, claro, emocionar con la tonta del bote no debe ser f¨¢cil. De hecho, Jim¨¦nez Fortes lo mulete¨® muy bien y a¨²n quedar¨¢ en el recuerdo un natural de antolog¨ªa, pese a que a toda su labor le falt¨® calor. Recibi¨® al ¨²ltimo con buenas ver¨®nicas y cerr¨® la tanda enroscando su cuerpo en una media. Brind¨® a sus compa?eros de cartel, y llam¨® la atenci¨®n de la afici¨®n madrile?a por su valor seco y su buena colocaci¨®n ante la cara del toro. Muy decidido y entregado, cincel¨® una obra de menos a m¨¢s que ech¨® por tierra por no acabarla cuando debi¨®. A pesar de todo, fue la grata sorpresa de la tarde.
OVACION: Juan Jos¨¦ Trujillo triunf¨® una vez m¨¢s en el tercio de banderillas.
PITOS: La corrida de Juan Pedro Domecq estuvo muy justa de presentaci¨®n, y ayuna de fuerzas y de casta.
Por cierto, la corrida de Juan Pedro fue un fracaso en toda regla. Toros de just¨ªsima presencia, just¨ªsima fuerza, just¨ªsima casta y just¨ªsima nobleza. El toro del siglo XXI; el deseado por estas figuras, -que a tantos nuevos aficionados arrastran-, pero que, a buen seguro, ser¨¢n los verdugos de la fiesta de los toros. Dentro de unos a?os, no habr¨¢ toros, sino ¡®juampedros¡¯, borreguitos del norit, y no habr¨¢ h¨¦roes artistas, sino bailarines. As¨ª, la fiesta morir¨¢ sola, sin necesidad de pol¨ªticos que le pongan zancadillas en el Congreso, como est¨¢ ocurriendo con la ILP, paralizada sin raz¨®n desde el pasado 12 de febrero, ni detractores de la tauromaquia. Con toros como estos, sin poder, sin casta, sin sangre brava, se construir¨¢ la fiesta del futuro, esa que quedar¨¢ para una peque?a minor¨ªa de turistas ¨¢vidos por conocer las barbaridades de los espa?oles de finales del siglo pasado. Solo falt¨® el velcro en el lomo de los toretes para que no asisti¨¦ramos al espect¨¢culo de la sangre. Es lo que nos queda; pero es lo que quieren los que mandan y la inmensa mayor¨ªa claudicante de los que pagan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.