La novela como acto moral
La ciudad de Granada, en los ochenta, fue clave en la privatizaci¨®n de la literatura
Al comienzo del decenio de los ochenta todo estaba preparado para la canonizaci¨®n de la intimidad en la literatura. No s¨¦ muy bien por qu¨¦ (pero creo que un d¨ªa habr¨¢ que divagar sobre ello) la ciudad de Granada fue un punto clave de aquella maniobra que yo me atrev¨ª a llamar, algunos a?os despu¨¦s, la ¡°privatizaci¨®n de la literatura¡±. La decisi¨®n requer¨ªa un pasado de militancia y compromiso, muchas y bul¨ªmicas lecturas y la convicci¨®n de que contar las cosas y preparar nuestro futuro en libertad empezaba por uno mismo. Por entonces, un joven funcionario del Ayuntamiento de aquella ciudad, Antonio Mu?oz Molina, escrib¨ªa unas columnas en el Diario de Granada y en El Ideal, las primeras bajo la bandera de El Robins¨®n urbano, y las segundas bajo la identidad del Capit¨¢n Nemo y desde un imaginario Nautilus,¡°que no es buque de guerra, sino refugio submarino contra las crudas afrentas de la realidad¡±. En ellas se hablaba de la ¡°dolencia de la irrealidad¡± y se afirmaba que ¡°uno escribe para combatir el olvido¡± o que ¡°hay criaturas solas que pasean por la ciudad como si atravesaran un desierto¡±.
Dice la leyenda que aquellos s¨ªntomas de un nuevo romanticismo (tan desenga?ado) los ley¨® Pere Gimferrer y pidi¨® al joven escritor una novela que casualmente ya ten¨ªa escrita. As¨ª naci¨® Beatus ille (1986), cuya forma interior es la de una ansiosa toma de posesi¨®n de su espacio narrativo. Se trata de una novela de la Guerra Civil y sus consecuencias, y tambi¨¦n de los d¨ªas encendidos de la preguerra en los que todo era posible. Y donde el joven Minaya, su protagonista, se gana el derecho de heredar a su Mio Cid, que es un escritor y militante olvidado: Jacinto Solana. Como en un relato inici¨¢tico, de ¨¦l recibe la investidura de sus recuerdos, su impotencia para sobrevivir y el saber que existi¨® un cuadro, Une partie de plaisir, que reflejaba la exacta temperatura que la amistad, el deseo, la vocaci¨®n, tuvieron un d¨ªa remoto. Otro cuadro (verdadero, en este caso), El jinete polaco, dio t¨ªtulo y sentido a otra nueva novela de Mu?oz Molina donde tambi¨¦n la conquista del pasado se confunde con la posesi¨®n de una mujer: no hay conocimiento sin adquisici¨®n y por las p¨¢ginas de El jinete polaco pululan las voces que desean confesar lo que ocurri¨®, las fotograf¨ªas perdidas y halladas que desvelan aquellos d¨ªas, una canci¨®n de Jim Morrison ¡ªRiders in storm¡ª y, por supuesto, aquel cuadro de Rembrandt que es emblema y adem¨¢n de todo eso.
A esas alturas, Mu?oz Molina ya hab¨ªa escrito dos juegos de g¨¦nero: una novela negra (El invierno en Lisboa) y otra de militantes clandestinos derrotados, con aire de relato de Graham Greene (Beltenebros). Y hab¨ªa descubierto que una novela es una virtualizaci¨®n del pasado y un acto esencialmente moral. Ya no era solo un inquieto rom¨¢ntico de provincias, sino ¡ªcomo tantos escritores europeos y estadounidenses que empezaron a escribir en los a?os setenta¡ª un censor (y un aguafiestas) de su tiempo: unas veces, recontando las experiencias por s¨ª mismo (Ardor guerrero, Ventanas de Manhattan, El viento de la luna), otras por intermedio de la parodia demoledora (Carlota Fainberg, El due?o del secreto), y algunas m¨¢s por la ambiciosa voluntad de abordar las heridas enconadas del presente. Plenilunio habla a la vez de un polic¨ªa al que persigue ETA, de la p¨¦sima educaci¨®n escolar de nuestros d¨ªas y de la pederastia. Sefarad lo hace de los destierros y acaba ?otra vez! con la evocaci¨®n de un cuadro exiliado: el Retrato de una ni?a de Vel¨¢zquez, en el Metropolitan. La noche de los tiempos reconstruye (e inventa tambi¨¦n) la historia de un fracaso amoroso que se enlaza a otro fracaso hist¨®rico: los dos son hijos del ego¨ªsmo de los particulares y v¨ªctimas ¡ª?inocentes?¡ª del horror colectivo.
El Premio Pr¨ªncipe de Asturias ha dirigido otra vez su mirada a un escritor espa?ol, por lo que cabe felicitarse. Y ha reconocido a alguien cuya estirpe intelectual tiene mucho que ver con la de otros que lo han obtenido en fechas recientes: Philip Roth, Leonard Cohen, Margaret Atwood, Amos Oz, Claudio Magris o George Steiner ver¨¢n en nuestro escritor a un merit¨ªsimo cofrade.
Babelia
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