Wenguang Huang: ¡°Los valores de China se han tirado por la ventana¡±
El escritor chino-estadounidense publica su ¨®pera prima 'El peque?o guardia rojo', escrita en ingl¨¦s e in¨¦dita en su pa¨ªs de origen
Nacido en Xi¡¯an (centro de China) en 1965, Wenguang Huang se fue a Estados Unidos a hacer un doctorado tras la matanza de Tiananmen (4 de junio de 1989) y decidi¨® reiniciar su vida en ese pa¨ªs, aunque vuelve con frecuencia a su tierra natal. El peque?o guardia rojo (Libros del Asteroide), su ¨®pera prima, escrita en ingl¨¦s y publicada en Estados Unidos, son las memorias de un muchacho y de un pa¨ªs que viven atrapados entre la tradici¨®n y el comunismo reinante, cuyas ideas aclara o ampl¨ªa a trav¨¦s de correo electr¨®nico.
Una novela que no se ha traducido al chino pese a que ha recibido varias ofertas de editoriales aunque con la condici¨®n de que cambiase algunos ¡°pasajes sensibles¡±, como su participaci¨®n en el movimiento estudiantil del 4 de junio. ¡°Ahora no quiero publicarlo¡±, dice Wenguang, pero adelanta que en el futuro planea reescribir la novela en chino y a?adirle algunos cap¨ªtulos para esos lectores. ¡°Las memorias de la d¨¦cada de los 70 se han hecho muy populares entre los nost¨¢lgicos de China. Pero primero lo publicar¨¦ en Taiw¨¢n y Hong Kong¡±.
Se trata de un autor que destaca las contradicciones entre confucianismo y comunismo durante la Revoluci¨®n Cultural. Ante la pregunta sobre si piensa que el enorme desarrollo de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas ha creado nuevas y m¨¢s profundas contradicciones, el escritor cree que s¨ª: ¡°Mao y sus revolucionarios estaban obsesionados con construir la nueva sociedad de la utop¨ªa comunista a trav¨¦s de la destrucci¨®n de la vieja tradici¨®n y los valores confucianos. Los l¨ªderes comunistas de la era post Mao se han ido al otro extremo, convirtiendo el desarrollo econ¨®mico en una prioridad irrevocable. En la actualidad, ning¨²n otro partido pol¨ªtico del mundo ha dedicado m¨¢s energ¨ªa a generar riqueza que el Partido Comunista Chino (PCCh). En consecuencia, no hay en el mundo ciudadanos m¨¢s codiciosos que los chinos. Con Mao, la gente cre¨ªa que ¡°con la verdad y la justicia de tu lado, puedes ir a cualquier parte¡±. Ahora, el principio gu¨ªa es ¡°con dinero en tu bolsillo, puedes ir a cualquier parte. La cultura y los valores morales tradicionales se han tirado por la ventana. China padece contradicciones profundas".
Ning¨²n otro partido pol¨ªtico del mundo ha dedicado m¨¢s energ¨ªa a generar riqueza que el Partido Comunista Chino. En consecuencia, no hay en el mundo ciudadanos m¨¢s codiciosos que los chinos
Su padre se desencant¨® del Partido Comunista Chino. ?l y sus contempor¨¢neos cre¨ªan fervientemente en el comunismo. ¡°Ve¨ªan al PCCh, que representaba lo mejor de la sociedad, como un partido libre de corrupci¨®n, que constru¨ªa una sociedad igualitaria, en la que el pueblo pod¨ªa disfrutar de seguridad en el trabajo y de atenci¨®n m¨¦dica gratuita. En la era de Mao, pese a la puesta en marcha de una campa?a pol¨ªtica tras otra para purgar a los disidentes y a que el pa¨ªs estaba casi en bancarrota, mi padre ten¨ªa el cerebro tan lavado que no ve¨ªa el lado oscuro del comunismo. En la era post Mao, cuando las descontroladas reformas capitalistas abolieron el trabajo seguro y la atenci¨®n m¨¦dica gratuita y ensancharon la brecha entre ricos y pobres, mi padre y sus camaradas, que sostuvieron la revoluci¨®n, se sintieron abandonados y muy desencantados¡±.
La pregunta, entonces, es si el PCCh podr¨¢ erradicar la rampante corrupci¨®n. Wenguang cree que la corrupci¨®n seguir¨¢ creciendo si no aborda reformas pol¨ªticas fundamentales, como elecciones libres, libertad de prensa e independencia judicial. ¡°Pese a las muchas campa?as iniciadas por el partido contra los corruptos, nada funciona. Por cada funcionario corrupto que captura, emergen miles¡±, y advierte: "Tiene que haber un cambio del sistema¡±.
Un retrato del pasado y del presente es que ¨¦l cuenta que los j¨®venes no se pod¨ªan casar hasta que las autoridades les asignaran la vivienda y ahora no se casan porque no tienen dinero para comprar o alquilar un apartamento. ?Qu¨¦ es peor? ¡°Es igual de malo. Los constructores, en connivencia con los gobiernos locales, se han forrado y han creado una burbuja inmobiliaria. Han inflado de tal manera los precios de la vivienda que en las ciudades la gente corriente, y en especial los j¨®venes, no tienen acceso a ella, lo que crea tremendos problemas sociales¡±.
Otro retrato tiene que ver con el confucianismo vista como una filosof¨ªa feudal y obsoleta, pero en los ¨²ltimos a?os el Gobierno ha erigido varios monumentos al maestro. Wenguang cree que se debe a la incapacidad de ofrecer una alternativa atractiva. El Gobierno, afirma, ¡°ha iniciado campa?as masivas de propaganda para elevar la fe de la gente en el comunismo pero nadie se traga sus mentiras. La corrupci¨®n y la codicia han originado una crisis de fe. Frente a esta degradaci¨®n de los valores morales y sociales, mucha gente se ha volcado en el cristianismo y el budismo. El PCCh, preocupado porque esta fe religiosa, en especial la cristiana, pueda erosionar a¨²n m¨¢s el apoyo al partido y al monopolio de su direcci¨®n, se ha girado hacia el confucianismo y ha adoptado algunos de sus elementos. El programa del expresidente Hu Jintao de ¡°construir una sociedad armoniosa¡± recogi¨® abiertamente los valores confucianos. Incluso realizaron una pel¨ªcula de propaganda sobre Confucio. Yo dudo de que el partido se salve inyectando confucianismo al comunismo¡±.
Una de las consecuencias de la pol¨ªtica de un solo hijo preocupa a Wenguang, porque muchos ancianos mueren solos y muchos ser¨¢n abandonados. ¡°La pol¨ªtica del hijo ¨²nico ha tra¨ªdo consecuencias sociales inesperadas. Quienes nacieron en los a?os 80 y 90 se encuentran con que tienen que cuidar de sus padres ancianos sin la ayuda de un hermano o hermana. Incluso si quieren cumplir sus deberes filiales no pueden. Adem¨¢s, la generaci¨®n conocida como los peque?os emperadores y emperatrices naci¨® en un momento de obsesi¨®n de toda la naci¨®n por hacer dinero. Son ego¨ªstas, est¨¢n mal educados y han crecido sin un sentido de responsabilidad familiar. La piedad filial se ha convertido en un producto raro en China¡±.
Su abuela se mofaba, y el tiempo le ha dado la raz¨®n, de que lo que le ense?aban a ¨¦l en la escuela sobre que ¡°una sociedad comunista implica menos diferencias en t¨¦rminos de poder, posici¨®n social, bienestar y riqueza¡±. ?Acaso el comunismo fue una gran mentira? ¡°Cuando crecimos nos contaron que la ¡®religi¨®n es el opio del pueblo¡¯ y ahora escuchamos que el ¡®comunismo es el opio de las masas¡¯. Es verdad. Mao y sus revolucionarios crearon, en nombre del comunismo, una pesadilla orwelliana de brutalidad, pobreza y falta de libertad personal. Su colapso ser¨¢ inevitable¡±.
Hoy, en contra del consejo de su padre de luchar contra el capitalismo, Wenguang se ha dedicado, como su bisabuelo, a ganar dinero y comprar propiedades. ?Ser¨¢ el comunismo una p¨¢gina en la historia milenaria de China? ¡°En los ¨²ltimos cien a?os, China ha atravesado muchas turbulencias, pero pese a la destrucci¨®n que trajo la guerra y el comunismo, China avanzar¨¢ y los valores morales, sociales y culturales tradicionales desaparecidos renacer¨¢n¡±.
Sobre la matanza de Tiananmen y de la represi¨®n desatada tras el aplastamiento estudiantil, escribe en El peque?o guardia rojo: ¡°Perdimos la ilusi¨®n de que pod¨ªamos cambiar China¡±, ?se debe a ese fracaso la aton¨ªa pol¨ªtica de la juventud china? Despu¨¦s de la masacre de Tiananmen, dice el escritor, el PCCh se embarc¨® en una campa?a masiva para ¡°hacerse rico¡¯, con la esperanza de que el r¨¢pido desarrollo econ¨®mico calmar¨ªa a las masas. En consecuencia, todo el pa¨ªs, y en especial los j¨®venes, se dedicaron a hacer dinero y se olvidaron de la pol¨ªtica. Diez a?os despu¨¦s, sin embargo, comenzamos a ver algunas se?ales estimulantes. Una nueva generaci¨®n, harta de la corrupci¨®n rampante y las injusticias sociales, despierta a nuevas ideas y a trav¨¦s de Internet y los foros sociales promueve cambios pol¨ªticos en China. Durante la ¡®primavera ¨¢rabe¡¯ hubo protestas antigubernamentales en muchas ciudades chinas. Tengo mucha esperanza en la generaci¨®n m¨¢s joven¡±.
Wenguang recuerda que la actual elite del poder se niega a enfrentarse a los horrores pasados del comunismo y rechaza quitar de los altares a Mao y Deng. ¡°Es dif¨ªcil para China avanzar sin reconciliarse con el pasado¡±.
Una nueva generaci¨®n, harta de la corrupci¨®n rampante y las injusticias sociales, despierta a nuevas ideas y a trav¨¦s de Internet y los foros sociales promueve cambios pol¨ªticos en China
Un pasado que afect¨® tambi¨¦n a la literatura, pero que desde los a?os noventa vive un renacer. Aunque la censura y los intereses comerciales, recuerda el autor de El peque?o guardia rojo, lastraron la literatura en la d¨¦cada de los noventa. ¡°Pero hay escritores muy prometedores que luchan contra la censura y narran sin miedo sobre la China actual. El que m¨¢s me gusta es Yan Lianke, que utiliza la s¨¢tira para explorar la complejidad y las contradicciones de la China moderna¡±.
?Y el premio Nobel a Mo Yan? ¡°Solo he le¨ªdo dos libros de Mo Yan y me encantaron. Es un gran narrador, que presenta, con frecuencia en escuetas im¨¢genes, la vida de la gente com¨²n en la China rural contempor¨¢nea. No estoy de acuerdo con el punto de vista pol¨ªtico que Mo Yan expresa en p¨²blico, pero comprendo su dilema. Como muchos dentro del sistema, es un hombre de contradicciones. Para gente como yo, que vive en una sociedad libre y democr¨¢tica, es m¨¢s f¨¢cil criticar, pero quien vive dentro, tiene que hacer ciertos compromisos para sobrevivir, como mi padre en los a?os 70. Me alegra que el Gobierno chino aplauda la concesi¨®n del premio a Mo Yan, pero tambi¨¦n debe reconocer al otro ganador del Nobel: Liu Xiaobo¡±.
Babelia
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