Un fardo en la basura

Quiosquero de peri¨®dicos y promotor inmobiliario. No parecen profesiones con un gran presente ni futuro inmediato, as¨ª que no resulta extra?o que hayan sido las elegidas por Alejandro Marzoa, director de Somos gente honrada, para dotar de enjundia a los protagonistas de su notable largo de debut, y para acabar hablando de nuestra penosa situaci¨®n: un pa¨ªs econ¨®mica, social y moralmente al borde del precipicio, que sin embargo a¨²n no ha perdido la capacidad para re¨ªrse (y eso, a mucha honra, tambi¨¦n es muy nuestro). Un tono al que se apunta Marzoa con una pel¨ªcula que, a pesar de su t¨ªtulo, no remite al Jardiel Poncela de Los ladrones somos gente honrada, sino al humorismo de corte humanista del Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦ de la sensacional Un mill¨®n en la basura (1967).

Miembro del escalaf¨®n m¨¢s bajo de aquella sociedad, el barrendero Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez podr¨ªa ser el padre inspirador de los dos parados de Somos gente honrada, que se topan en la playa con algo mucho m¨¢s contempor¨¢neo que una cartera llena de dinero: un fardo de coca¨ªna. Interpretados con sentimiento, cercan¨ªa y gracia por Paco Tous y Miguel de Lira, los dos personajes son pura picaresca espa?ola, ayudados por los muy reconocibles secundarios: desde el polic¨ªa cuyo mayor acto de valent¨ªa ha sido colocar dedos en tinta y papel para la renovaci¨®n del DNI, hasta el honrado ciudadano que en la fiesta de cumplea?os de su hija, y en su chalet con piscina, recibe a los nuevos capos de la droga para hacer negocios. Desolaci¨®n infinita, cutrez alarmante, cabreo perpetuo, risa de matiz acongojante.

Con la loter¨ªa como maldici¨®n, esa que puede sacar lo peor de un ser humano, y un guion en el que las secuencias, gracias a elipsis y cortes por delante y por detr¨¢s, parecen muy ajustadas, la pel¨ªcula es un buen ejemplo de historia que, hoy mismo, nos podr¨ªa definir como pa¨ªs. M¨¢s casos, cada d¨ªa, en su telediario habitual.