Un maestro de maestros
El autor de ¡®Personajes y temas de El Quijote¡¯ era uno de los mayores hispanistas Era especialista en la la literatura espa?ola y gran conocedor de la obra de Cervantes
Abarcar en unas pocas l¨ªneas una obra de la magnitud de la de Francisco M¨¢rquez Villanueva es una tarea tan imposible como la de intentar apresar con redes el agua del mar. ?C¨®mo dar cuenta de su ingente labor investigadora, de la riqueza y variedad de sus fuentes, de la profundidad y agudeza de sus an¨¢lisis? Nadie conoc¨ªa mejor que ¨¦l la literatura espa?ola desde sus or¨ªgenes hasta su decadencia a finales del siglo XVII. Mi deuda con ¨¦l es inmensa. Su lectura asidua me abri¨® nuevos caminos y orient¨® mi curiosidad hacia temas que sin ¨¦l no hubiera tenido la posibilidad de tratar. Decir que era el maestro de varias generaciones de hispanistas se ajusta exactamente a la verdad. Recuerdo que al leer una selecci¨®n de ensayos de autores muy diversos sobre lo raro (queer) en la literatura castellana del siglo XV y del llamado Siglo de Oro, le dije que solo cuatro de ellos me hab¨ªan interesado, y sonri¨®: los cuatro hab¨ªan sido disc¨ªpulos suyos.
Pero esta maestr¨ªa, reconocida por cuantos examinan nuestro pasado sin anteojeras, es decir, en toda su riqueza constitutiva, suscit¨® lamentablemente el rechazo o, por mejor decir, favoreci¨® la ignorancia voluntaria de quienes se aferraban y se aferran al canon literario de una Espa?a ¨²nicamente cristiana y occidental, sin componentes ¨¢rabes ni jud¨ªos.
Abierto a todas las fuentes del saber, Francisco M¨¢rquez Villanueva emprendi¨® su vasta obra desde un prisma integrador de cuantas corrientes converg¨ªan en el rico caudal de nuestra literatura. Desde sus primeros ensayos de la d¨¦cada de los sesenta de la pasada centuria, establecido ya en Estados Unidos, abord¨® el tema de la espa?olidad conflictiva del siglo XVI con una amplitud de miras, en la estela de Am¨¦rico Castro, que atrajo inmediatamente mi atenci¨®n. Durante mis a?os de profesor visitante en California, Boston y Nueva York tuve ocasi¨®n de frecuentarle y admirar su labor. Sus ensayos sobre Cervantes, desde Personajes y temas de El Quijote (1975) a Moros, moriscos y turcos de Cervantes (2010), pasando por Trabajos y d¨ªas cervantinos (1995) son de obligada referencia para quienes calan en la obra de nuestro primer escritor. Nadie se ha aproximado a ella con tal variedad de enfoques y ha hondado en sus estructuras narrativas y sem¨¢nticas con tanta lucidez y erudici¨®n. Desde su c¨¢tedra de Literaturas Rom¨¢nicas de la Universidad de Harvard ejerci¨® su magisterio mediante una metodolog¨ªa interdisciplinaria fundada en su bien asentada convicci¨®n de que el medievalismo espa?ol deber¨ªa comprender tanto lo rom¨¢nico como lo sem¨ªtico y que no pod¨ªa ni deb¨ªa ignorar la tarea investigadora de los arabistas y hebra¨ªstas.
Como mostr¨® a lo largo de sus trabajos, la situaci¨®n vivida por una importante minor¨ªa de espa?oles privados de la facultad de expresarse a cara descubierta foment¨® la creaci¨®n de estrategias creadoras defensivas de autores tan dispares como el del Lazarillo y Fray Luis de Le¨®n, de Mateo Alem¨¢n y Cervantes, una disidencia de fondo enfrentada a los escollos del Santo Oficio y a la opini¨®n mayoritaria de quienes lo sosten¨ªan. M¨¢rquez Villanueva no fue nunca un heterodoxo ni se propuso serlo. Buscaba tan solo ampliar las bases y ajustar los criterios historiogr¨¢ficos en beneficio de los amantes y estudiosos de nuestra literatura. Sus Or¨ªgenes y sociolog¨ªa del tema celestinesco, que rele¨ª recientemente, me cautiv¨® tanto por sus conocimientos en la materia como por su claridad y rigor expositivos.
Mientras redacto apresuradamente estas l¨ªneas, conmovido por la noticia de su fallecimiento, examino la buena docena de libros que tengo al alcance de la mano y no s¨¦ a cu¨¢l remitirme. Su obra, como dije, nos desborda y me resisto a hablar de ella en pret¨¦rito puesto que sigue vigente y seguir¨¢ si¨¦ndolo para cuantos consideramos la literatura espa?ola sin apriorismos de ninguna ¨ªndole. Como escrib¨ª hace ya algunos a?os, subrayar a estas alturas la importancia de su obra en el campo de la literatura e historiograf¨ªa hispanas desde la Espa?a ¡°alegre¡± de Juan Ruiz a la de la ¡°f¨²nebre conmemoraci¨®n del vac¨ªo¡± posterior a Cervantes, G¨®ngora y Quevedo ser¨ªa a todas luces superfluo si el tenaz e incorregible desconocimiento por parte de nuestro pa¨ªs de la obra de sus mejores hijos no nos obligara a ello. Su postura valiente y esclarecedora, en las ant¨ªpodas del conformismo predominante en nuestro Parnaso, ha alentado la conspiraci¨®n de silencio que premia en Espa?a a todo lo perturbador y fecundo. Pero tarde o temprano, la val¨ªa de una obra se abre paso y la de M¨¢rquez Villanueva aguarda su hora sin prisas. El futuro le pertenece y volver¨¢ caducos los argumentos de quienes abiertamente o con sigilo se enfrentaron a ella.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.