El West End se mueve
La crisis no parece haber afectado al teatro londinense, aunque se ven por primera vez algunas filas vac¨ªas
Hacia las siete de la tarde comienza a percibirse la excitaci¨®n en el aire, una forma de electricidad que empuja a la gente hacia los bares y las puertas de los teatros, una l¨ªnea brillante que baja por Charing Cross, serpentea por las esquinas de St Martin¡¯s Lane y se expande por Shaftesbury Avenue. Como cada fin de semana, la tradici¨®n de cenar algo antes de ir al teatro desborda los pubs y restaurantes, y no hay forma de encontrar mesa (ni asiento en la barra) del Sheekey Oyster Bar, del Salisbury o de Joe Allen hasta pasadas las once de la noche.
La crisis no parece haber afectado al West End, aunque he visto, por primera vez en mucho tiempo, algunas filas vac¨ªas. Las entradas siguen tan caras como antes de la crisis, e incluso m¨¢s, y los hottest tickets (como Matilda, en el Cambridge, o The Audience, con Helen Mirren, en el Guielgud, que acab¨® la semana pasada) estaban disparados, pero en buena parte de los teatros se han generalizado los cl¨¢sicos Day Seats, a la venta desde las diez de la ma?ana hasta poco antes de empezar la funci¨®n, ahora a precios que oscilan, felizmente, entre las diez y las veinte libras.
El National Theatre, por cierto, abri¨® har¨¢ unos a?os una modalidad que podr¨ªamos llamar ¡°Day Seat subvencionado¡±, gracias a la empresa Travelex, que cada temporada compra 115.000 entradas de cuatro producciones, para que puedan ponerse a la venta a doce libras.
El quiosco de TKT¡¯s en Leicester Square sigue siendo un term¨®metro infalible para detectar lo que funciona a medias y lo que arrasa, lo que se est¨¢ vendiendo a mitad de precio y lo que no se encuentra. Los turistas siguen siendo el p¨²blico principal, pero el Reino Unido es muy grande y hay much¨ªsimo aficionado. La media de edad suele ser alta, de aire entre profesoral y acomodado, y generalmente de raza blanca, aunque con infinitas variables: hay un p¨²blico ¡°familiar¡± en el Apollo, que va a ver The Curious Incident of the Dog In the Night, la adaptaci¨®n de la novela de Mark Haddon que se ha llevado siete Oliviers; un p¨²blico ¡°especializado¡± en Trafalgar Studios, que aplaude al arrasador Simon Russell Beale en The Hot House, de Pinter, y que se dir¨ªa de la misma quinta del dramaturgo, y un p¨²blico si no juvenil al menos trendy y bullanguero en el Pinter Theatre (antes Comedy) para ver el Merrily We Roll Along de Sondheim que ha dirigido Maria Friedman. El ¨²nico lugar en el que he visto p¨²blico de muy diversas edades es en el National, abarrotando el Olivier para ver el Othello protagonizado por Adrian Lester y Rory Kinnear.
Hablando del National, yo dir¨ªa que los dos movimientos recientes m¨¢s destacables en el West End han sido los desembarcos del NT (en varios teatros) y de la compa?¨ªa de Michael Grandage en el Coward. Tras dirigir formidablemente el Donmar Warehouse durante una d¨¦cada, Grandage se fue llev¨¢ndose a su mano derecha, James Berman, y ambos montaron la compa?¨ªa que se ha afincado en el Coward (donde ahora dirige a Daniel Radcliffe en The Cripple of Inishmaan), con luminarias como Russell Beale, que abri¨® en oto?o con Privates on Parade; Judy Dench y Ben Whishaw, que siguieron con Peter and Alice, y Jude Law, que protagonizar¨¢ Henry V en noviembre. L¨®gicamente, a cada nuevo estreno de la compa?¨ªa hay tortas para conseguir entradas, aunque, seg¨²n reitera su publicidad, han puesto 100.000 Day Seats a disposici¨®n del p¨²blico.
Lo del National ha sido un desembarco progresivo pero arrasador. Sus art¨ªfices han sido un grupo de empresarios que en 2003 adoptaron el nombre de guerra (un tanto sonrojante) de National Angels. Prometieron que invertir¨ªan en transfers del National al West End y que, a diferencia de otros promotores, buena parte de los beneficios volver¨ªan directamente al NT, y lo han cumplido. No comenzaron a ganar hasta el 2007, con The History Boys, pero dos a?os m¨¢s tarde triunfaron por partida doble (en el West End y en Broadway) con War Horse, que est¨¢ recaudando, dicen, m¨¢s de 15 millones de libras al a?o. Actualmente, el National (y sus ¨¢ngeles custodios) tienen nada menos que cuatro producciones de ¨¦xito en el West End: War Horse, en el New London Theatre/Drury Lane, One Man Two Guvnors, en el Haymarket, Untold Stories, de Alan Bennett, en el Duchess (con un aclamado Alex Jennings en el rol del dramaturgo), y The Curious Incident of the Dog in the Night, en el Apollo. Un buen modelo a seguir, si cambiaran nuestras leyes, claro. Para acabar, un detalle significativo: durante estos d¨ªas no he escuchado ni una sola vez el sonido del m¨®vil en un teatro londinense.
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