El foco de Dios
Claro est¨¢ que la idea de belleza cambia con cada ¨¦poca. Perecer¨ªa que existiendo un Dios eterno la belleza acompa?ar¨ªa ese zanco de eternidad, pero no es, sin embargo, de este modo. Dios obra como una poderosa luz que desataca lo bello y lo feo, lo malo y lo bueno, aunque o todo depende, desde luego, de aquello que los autores sit¨²en en el plat¨®.
La batalla para lograr lo hermoso y su contrario se halla en manos de los autores. Con una importante condici¨®n y es que a Dios no se le pueden exponer baratijas, dise?os que no poseen imaginaci¨®n. La relaci¨®n de Dios con los aristas es muy estrecha y muy laxa, a la vez. Es estrecha en el recinto de la mente pero es laxa en el sentido de que a Dios lo mismo le da, una obra maestra que una copia, algo excelso u otra que no levanta un palmo de la mediocridad.
Dios es s¨®lo el foco. Un foco tan potente como la de un juez absoluto m¨¢s all¨¢ del cual no hay recursos de casaci¨®n. ?Y que qu¨¦ le queda al artista ante este anonadamiento judicial? S¨®lo la invenci¨®n. Inventarse, reinventarse o revelarse son asuntos de gran empaque criminal. Toda innovaci¨®n conlleva una negaci¨®n de lo preexistente y si el golpe es de muerte mejor que mejor. El aut¨¦ntico artista es un gran asesino. Sacar una belleza nueva de los preexistente comporta tomar lo preexistente como un cad¨¢ver y practicar sobre ¨¦l una suerte de autopsia y resucitaci¨®n.
S¨®lo los artistas de potencia, abocados al precipicio, olvidados de s¨ª son capaces de mostrar ante Dios otro g¨¦nero ins¨®lito bajo su foco ins¨®lito. A Dios no lo intimida el cambio, no faltaba m¨¢s. Pero la ¨¦poca se siente afectada por el un nuevo modelo de belleza que remueve la moral.
La belleza, en suma, es todo menos un aditamento est¨¦tico. Los artistas que innovan son capaces de intuir que ha cambiado el mundo y no siempre exageran en su apreciaci¨®n. Lo bello y lo feo son faros de ida y vuelta. Atraen luz divina sobre la nueva cosa y la nueva cosa irradia sobre el entorno de las costumbres o la manera de amar. Ser humano, aparte de otros alicientes, permite disfrutar de este imprevisible cambio entre lo bello y su birria. O, lo que es lo mismo: lo que al cabo es moral habiendo sido inmoral.
El ejes obre el que gira el mundo podr¨ªa reasumirse en esta idea sencilla. Lo que es feo hoy ser¨¢ bello ma?ana, tal como dicen los modistos. Y la moda es el torno crucial en torno al cual orbita una constelaci¨®n de s¨ªmbolos que terminan por aterrizar en el asunto del bien y del mal. ?Una boda entre homosexuales? Era feo y ahora tiende a ser bonito. Un cuadro o un espect¨¢culo de vieja factura pasar¨¢ ahora al cementerio de lo ya visto. Lo no visto, sin amargo, impresiona bajo el potente foco de Dios que revela la emergencia de una nueva belleza. Nos pasaba ya con chicas que nos enamoraban. No eran guapas para la ¨¦poca pero llevaba en sus facciones los presagios de otro gusto actual, preconizadoras de una nueva cultura est¨¦tica y primordial.
Somos lo que somos sin llegar nunca a ser. Y la belleza m¨¢s atractiva es aqu¨¦lla que es sin alimentarse en el pesebre de toda la vida nos llama la atenci¨®n. Toda la vida, en cualquier punto, posee belleza pero gracias a los artistas ¨Cfautores clave- la est¨¦tica es cambiante, la est¨¦tica es divertida, la est¨¦tica da pie a mantener un di¨¢logo digno y bailable con la Creaci¨®n. Dios el mundo y yo.
Babelia
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