?Qu¨¦ pintan las figuras en Pamplona?
Si saben que en Pamplona se lidia el toro grande y ellos est¨¢n convencidos de que ese no embiste, ?por qu¨¦ se anuncian en la feria?
El toro que se elige para San Ferm¨ªn es grande, serio, con cuajo y pitones. A veces, muchas veces, van a Pamplona toros fuera de tipo del encaste que le es propio por la exigencia de la plaza. Y a veces, muchas veces, esos toros no embisten o no lo hacen todo lo bien que se puede esperar de su famosa y contrastada casa. Y entonces es cuando las figuras dicen que ese toro, con esas hechuras, no puede embestir y justifican as¨ª su fracaso sanferminero.
?Pero la pregunta es obvia: si saben que en Pamplona se lidia el toro grande y ellos est¨¢n convencidos de que ese no embiste, ?por qu¨¦ se anuncian en la feria? Es m¨¢s, si se va a San Ferm¨ªn es para jug¨¢rsela; porque para tirar cuatro l¨ªneas, poner cara de pocos amigos, culpar al toro del fracaso¡ para eso, mejor quedarse en casa.
Algo de esto ocurri¨® en la cuarta de feria. Se anunciaban toros de Victoriano del R¨ªo, que tanto gustan a se?ores como Morante, El Juli y Talavante. Pero eran muy serios ¡ªlos toros¡ª y ninguno sali¨® artista; a excepci¨®n de los dos primeros, tuvieron movilidad y recorrido en la muleta, pero no eran pastue?os ni bombones; por el contrario, exig¨ªan toreros con mando, que hicieran las cosas muy por derecho, y que estuvieran dispuestos a jugarse el tipo. Cuatro toros embistieron, con distintas dosis de calidad, y ninguno sirvi¨® a las figuras. ?Qu¨¦ pintan, entonces, estos se?ores en feria tan singular?
Ficha
Del R¨ªo/Morante, El Juli, Talavante
Cinco toros de Victoriano del R¨ªo y uno, el sexto, de Toros de Cort¨¦s, muy bien presentados y mansurrones; deslucido el primero; agotado el segundo y con casta y movilidad los dem¨¢s.
Morante de la Puebla: dos pinchazos, media atravesada, cinco descabellos y el toro se echa (pitos); tres pinchazos y media (silencio).
El Juli: pinchazo y estocada trasera y baja (silencio); tres pinchazos, media y dos descabellos (silencio).
Alejandro Talavante: pinchazo, estocada baja y dos descabellos (ovaci¨®n); media tendida y dos descabellos (silencio).
Plaza de Pamplona. 10 de julio. Cuarta corrida de feria. Lleno.
Quede claro, pues, que con todas las comillas que se les quieran poner a las actuaciones de los tres, Morante, El Juli y Talavante dieron un petardo en Pamplona; porque un petardo es no estar a la altura de las circunstancias, estar por debajo de las condiciones de sus toros, dar pases siempre fuera de cacho, al hilo del pit¨®n y despegados; y un petardo es entrar a matar ech¨¢ndose fuera con todo el descaro del mundo, como hicieron ayer Morante y El Juli.
?Que estos toros no eran para Morante? Pues seguro que no, pero si es verdad que estuvo justificado ante el deslucido primero, no fue as¨ª en el cuarto, al que prob¨® por ambos lados sin apreturas, no expuso un alamar y acab¨® dando un mitin con la espada, alargando el brazo hasta extremos c¨®micos. Este torero artista, que lo es y en grado sumo, requiere, ya se sabe, de un animal hecho a la medida, y el de ayer no lo era. Pero la culpa, que conste, no fue del toro, sino de su corta motivaci¨®n.
Recibi¨® con airosas ver¨®nicas El Juli al segundo y quit¨® despu¨¦s por vistosas chicuelinas con el comp¨¢s abierto que hicieron albergar la mejor esperanza. Tir¨® bien de la embestida en la primera tanda de redondos, pero el animal se raj¨®, se apag¨®, se agot¨® y el gozo qued¨® en un pozo.
Pero se movi¨® y mucho el quinto, otro toro de enorme trap¨ªo, y El Juli, que es torero poderoso, le dio muchos pases, pero aquello no ganaba en intensidad. ?Qu¨¦ estaba pasando? Sencillo: se erigi¨® en el torero ventajista de anta?o, citaba y citaba al hilo del pit¨®n y su labor result¨® triste y anodina. Para colmo, entr¨® a matar con m¨¢s precauciones que Morante, con lo cual est¨¢ dicho todo.
Y el mejor lote, para Talavante. Comenz¨® muy bien su faena al primero: por estatuarios, otro por la espalda, un pase del desprecio y rematado con el de pecho, templad¨ªsimo todo. La plaza vibr¨® de verdad. Pero ah¨ª se acab¨® su tauromaquia. A partir de entonces, vulgaridad, pegapasismo imperante, todo muy despegado y sin mando alguno. Y los dos toros embistieron de lo lindo. ?l sabr¨¢, se supone, de qui¨¦n fue la culpa, pero es dif¨ªcil estar peor que Talavante en San Ferm¨ªn.
Lo dicho: ?qu¨¦ pintan las figuras en Pamplona?
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