La atm¨®sfera supera a la intriga
No es en absoluto una pel¨ªcula desde?able, pero tampoco fascinante
Una pel¨ªcula dura y amarga como Mi vida como un perro le sirvi¨® al director sueco Lasse Hallstr?m para que Hollywood le otorgara su bendici¨®n y le incluyera en su n¨®mina de directores prestigiosos, de s¨®lido conductor de argumentos con pretensiones art¨ªsticas. Parad¨®jicamente, el cine de gran presupuesto y protagonizado por estrellas internacionales que ha realizado desde entonces aquel director que se consagr¨® narrando la ¨¢spera y desolada historia de un ni?o, ha sido etiquetado como academicista, pastelero y pseudopo¨¦tico. Esa sesuda aunque tambi¨¦n negociable etiqueta no me ha impedido disfrutar enormemente con algunas de sus pel¨ªculas, como las preciosas ?A qui¨¦n ama Gilbert Grape? (y de paso, descubrir a un actor tan joven como poderoso llamado Leonardo DiCaprio) y Las normas de la casa de la sidra,memorable adaptaci¨®n de la musculosa y tragic¨®mica escritura de John Irving.
Despu¨¦s de haber demostrado a lo largo de 20 a?os en Hollywood que la taquilla se lleva muy bien con las historias que cuenta, con su consecuente aval en el gran mercado y la posibilidad de hacer el cine que le d¨¦ la gana, Hallstr?m retorna a su pa¨ªs para rodar El hipnotista, una pel¨ªcula inequ¨ªvocamente sueca, habitada por una atm¨®sfera y unos personajes identificables geogr¨¢fica y emocionalmente. Cuenta Hallstr?m en una entrevista que ha vuelto a rodar en Estocolmo porque era la primera vez en su carrera que le ofrec¨ªan un thriller (el reto es entendible y leg¨ªtimo) y por algo tan humano como que este guion le ofrec¨ªa la oportunidad de interpretar un gran papel a su esposa, la actriz Lena Olin.
Como thriller, el arranque de El hipnotista, que describe el inexplicable asesinato a navajazos de toda una familia y el encargo de la polic¨ªa a un degradado m¨¦dico especializado en hipnotismo para lograr informaci¨®n del ¨²nico y malherido superviviente de esa masacre, es inquietante, pero el desarrollo es tibio y el desenlace parece forzado, no est¨¢ a la altura de las expectativas que ha creado. En cuanto al protagonismo de Lena Olin, actriz notable y una mujer que fue hermosa y sensual, me encuentro ante un problema grave, y es que me resulta complicado admitir que sea la madre de ese ni?o de 10 a?os, aunque me parecer¨ªa muy l¨®gico que fuera su abuela. En fin..., las cosas que se hacen por amor y por la estabilidad matrimonial.
El hipnotista no es en absoluto una pel¨ªcula desde?able, pero tampoco fascinante. Lo que m¨¢s me gusta de ella es su lenguaje visual, incluida la impresionante panor¨¢mica de la ciudad con la que se abre y se cierra la historia y la transmisi¨®n de clima. Recrea el invierno en Estocolmo, esa ciudad magn¨ªfica que solo he visitado en verano, pero cuya imagen m¨¢s real para mi t¨®pica imaginaci¨®n siempre ha estado asociada al invierno. Hallstr?m te hace sentir con fuerza el fr¨ªo, el hielo, la nieve, la bruma, y c¨®mo esto puede condicionar el estado de ¨¢nimo de sus habitantes. Algo que reconforta especialmente cuando no soportas el odioso calor que hace en tu ciudad y las rituales e indeseables alteraciones que provoca en tu cerebro, en tus nervios y en tu esp¨ªritu, cuando puedes identificar con el para¨ªso estar arropado por una manta viendo nevar.
Tambi¨¦n aparece un polic¨ªa tan normal como vulnerable, alguien que se parece muy poco a la imagen convencional de la polic¨ªa que ofrece cansinamente el cine mediocre. Hallstr?m est¨¢ m¨¢s preocupado por retratar la complejidad de los sentimientos que por dotar de acci¨®n a la trama. Lo primero lo consigue a medias. La pareja que forma el hipnotista amargado e insomne que debe recurrir a los somn¨ªferos m¨¢s potentes para no volverse loco y esa esposa que duda razonablemente de la cicatrizaci¨®n de las viejas heridas entre ellos es cre¨ªble, pero no fascinante. Y el suspense sobre la personalidad del asesino se derrumba pronto. Lo mejor de esta pel¨ªcula es su atm¨®sfera.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.