Dram¨¢tico y peligros¨ªsimo sexto encierro
Larga y complicada carrera de los toros de El Pilar Uno de los cuales se ensa?¨® con un corredor al que corne¨® repetidamente en la calle Estafeta En total, cuatro heridos por asta de toro y varios contusionados
Se rompi¨® la buena racha y la fama de la ganader¨ªa de El Pilar. Hubo sangre en las calles de Pamplona, el encierro fue el m¨¢s largo de lo que llevamos de Feria -cuatro minutos y cincuenta y siete segundos- y la ¡®bondad¡¯ de estos toros salmantinos -solo dos corneados en sus cuatro comparecencias anteriores- se torn¨® en dramatismo a causa de uno de los miembros de la manada, que se ensa?¨® con un corredor en la calle Estafeta y le hizo pasar uno de los peores momentos de su vida.
Iban los toros de forma compacta por la recta cuando uno de capa negra qued¨® rezagado un par de metros, tropez¨® con un chaval, se dio la vuelta para comprobar qui¨¦n era y ah¨ª comenz¨® una dram¨¢tica paliza que pudo acabar en tragedia.
El joven, vestido con pantal¨®n blanco y camiseta azul y amarilla, qued¨® a merced de un morlaco de muy astifinas defensas, que lo volte¨®, lo busc¨® con sa?a, lo desnud¨® casi por completo, lo desmadej¨®, y lo levant¨® en peso entre la impotencia de los que asist¨ªan al tremendo suceso. El mozo intentaba a duras penas cubrirse la cara con las manos y de asirse a un tiempo a los amenazantes cuernos que buscaban su cuerpo, ya solo en ropa interior, mientras los pastores trataban de llamar la atenci¨®n del toro y otros lo coleaban con poco ¨¦xito. Al final, -hab¨ªan pasado treinta y cinco eternos segundos-, consiguieron coger por los pies al muchacho y arrastrarlo de la cara de su agresor. Sea cual sea el estado del chaval, que se supone ser¨¢ uno de los heridos, una vez m¨¢s la suerte ha ofrecido su mejor cara. No es f¨¢cil encontrar mayor celo en un toro contra su v¨ªctima, ni tirar m¨¢s cornadas que lanz¨® este animal sobre su presa, y la primera impresi¨®n es que err¨®, por fortuna, en la mayor¨ªa de ellas. Otra vez, el famoso capote de San Ferm¨ªn cubri¨® a este corredor, que, sin duda, ha vuelto a nacer, aunque el doloroso parto no se le olvide en lo que le quede de vida.
No acab¨® ah¨ª la caza del toro. Continu¨® solo por la calle Estafeta, donde tuvo tiempo de arrollar a algunos corredores que intentaron cerrarle el paso, corne¨® a otro mozo, tambi¨¦n con camiseta amarilla, -para que luego digan que ese color no es gafe-, junto al vallado de Telef¨®nica, y desafi¨® a cuantos se acercaron a su jurisdicci¨®n antes de entrar en el t¨²nel de acceso al ruedo de la plaza. En fin, que tardar¨¢ en olvidarse el paseo pamplonica de este animal que no se anduvo con chiquitas ni estuvo dispuesto a admitir bromas de los corredores.
Pero no fueron estos los ¨²nicos momentos dram¨¢ticos de este encierro tan singular. Ya en la Cuesta de Santo Domingo, gan¨® la cabeza del pelot¨®n un toro casta?o que se percat¨® de quienes esperaban en las aceras y decidi¨® dar una r¨¢pida barrida. En su carrera se llev¨® por delante a un mozo con pinta de extranjero, al que arroll¨® contra las tablas, e instantes despu¨¦s a otro m¨¢s.
Al final, el primer parte m¨¦dico habla de cuatro heridos por asta de toro, uno de ellos en un brazo y otro en el abdomen, y varios contusionados en las numerosas ca¨ªdas que se produjeron durante el recorrido. Visto el dramatismo del encierro de los de El Pilar, el parte se antoja bastante leve para lo que se esperaba. Hasta el d¨ªa de hoy se hab¨ªan producido 15 traslados a los centros sanitarios y solo dos heridos permanec¨ªan ingresados.
Repuesto el ¨¢nimo, tras el ajetreo de un encierro tan atropellado, queda esperar el juego de estos toreros cuando los clarines anuncien a las seis y media el comienzo de la corrida. Juan Jos¨¦ Padilla, ¨ªdolo de esta tierra, El Juli y el malague?o Jim¨¦nez Fortes, tienen una cita con la gloria.
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