San Ferm¨ªn 2013: el riesgo como alimento
?Qu¨¦ ser¨ªa del encierro sin los montones? Un balance de las fiesta de Pamplona con el 'Pobre de m¨ª' de fondo
La primera imagen fue de impacto total. Una broma macabra, quiz¨¢, del realizador de televisi¨®n. Pero, no. M¨¢s de un centenar de mozos, apretados unos contra otros, hab¨ªan formado una compacta muralla humana a la entrada misma del ruedo de la plaza. ?Y los toros estaban a punto de llegar¡! Un chaval rept¨® por encima de la multitud hasta alcanzar el aire; otros intentaban zafarse sin conseguirlo de la pesada carga que los asfixiaba. La peque?a pantalla era en s¨ª misma un derroche de angustia y desesperaci¨®n, solo con el rumor de fondo de los gritos que llegaban desde los tendidos, sin esa voz en off que ofreciera serenidad¡
Y llegaron, primero, los cabestros y quedaron incrustados en el mont¨®n; y, despu¨¦s, los toros, esos toros cornalones y astifinos de Fuente Ymbro, y se arrebujaron en la multitud, en la b¨²squeda impotente de una salida. Surgieron, entonces, esas fotos que han dado la vuelta al mundo: ese pit¨®n que rodea el cuello de un mozo aterrado; ese otro que siente el aliento de un cabestro en su nuca y reza lo que sabe; esos momentos hist¨®ricos de dram¨¢tica incertidumbre, que finalizan cuando los animales encuentran el camino del callej¨®n y se sienten liberados de una situaci¨®n tan ins¨®lita como inesperada.
Llegar¨ªa, despu¨¦s, el parte de heridos, 23 en total, entre ellos ese chico de Vitoria que se llev¨® peor fortuna. Y el an¨¢lisis, la pol¨¦mica, y las declaraciones de los pol¨ªticos, que prometen nuevas medidas para evitar accidentes como este.
Est¨¢ fuera de toda duda que el encierro es una locura. Echar a la calle a seis toros de 600 kilos elegidos entre los de mayor trap¨ªo de la caba?a brava para que dos millares de j¨®venes se jueguen literalmente la vida corriendo delante de ellos no tiene una l¨®gica explicaci¨®n racional. Pero esa y no otra es la fiesta de San Ferm¨ªn, que venera a un dios que es el toro y se alimenta cada ma?ana del riesgo.
Existe la certeza fundada de que el encierro cuenta con medidas de seguridad que van m¨¢s all¨¢ de lo habitual; el cierre de las calles es mod¨¦lico y el despliegue policial y sanitario sencillamente espectacular; y la inmensa mayor¨ªa de los mozos que corren lo hacen en condiciones adecuadas para ello.
El ¨²nico problema es que corren seis toros de verdad que convierten el encierro en una loca carrera contra el riesgo en la que en el corto espacio de tres minutos se viven emociones fuertes que solo est¨¢n al alcance de unos pocos. Y ese beneficio tiene un coste humano, que es la ca¨ªda, el atropello, el traumatismo, la cornada, el mont¨®n, el miedo, el terror e, incluso, y ha ocurrido ya en quince ocasiones, la muerte.
Pero esa es la esencia de San Ferm¨ªn. No es conocida porque sea una botellona colectiva, sino porque es un juego cierto con la posibilidad de la muerte.
Dijeron los pol¨ªticos que estudiar¨ªan m¨¢s medidas para evitar accidentes como el del s¨¢bado. Hacen bien, pero ellos saben que no se puede mutilar la fiesta.
Permitan, por favor, una canallada, con el debido respeto a quienes yacen en el lecho del dolor: el mont¨®n del s¨¢bado ha sido la mejor campa?a de publicidad para los Sanfermines venideros. No tendr¨ªan ning¨²n sentido ni gozar¨ªan de prestigio internacional si el encierro fuera un juego de ni?os. Su atractivo y su fuerza residen en los astifinos pitones que rozan las camisetas de mozos que corren por tradici¨®n o de aquellos otros, los m¨¢s, que acuden a Pamplona a la b¨²squeda de emociones fuertes. Y el que corre, aunque proceda del rinc¨®n m¨¢s lejano del planeta, sabe que lo que se disputa en aquellas calles es algo muy serio.
Tienen raz¨®n los detractores del encierro. Es una locura correr delante de un toro asustado por el gent¨ªo y el ruido. Pero no la han perdido los mozos, que han encontrado en el encierro una forma de vida.
Es triste el saldo de heridos y angustiosa la visi¨®n de un mont¨®n como el que se form¨® el s¨¢bado, pero ese es el alma de San Ferm¨ªn. Si con nuevas medidas de seguridad desapareciera el riesgo, los toros correr¨ªan solos.
Mira que se come y se bebe en San Ferm¨ªn, pues el mejor alimento es el encierro; para los que corren es una medicina viv¨ªfica, y para los espectadores, pura envidia; presos todos nosotros de tensi¨®n y de emoci¨®n por esa experiencia que desear¨ªamos experimentar, pero que el miedo nos lo impide. Y todos, todos sabemos que el precio que se puede pagar es muy alto. ?Viva San Ferm¨ªn!
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