Una historia de amor
Un relato de marcadas se?as de identidad del cine independiente americano posterior a los a?os noventa
Con pel¨ªculas como Keep the lights on siempre cabe la tentaci¨®n de cerrar el abanico y circunscribir el texto y la reflexi¨®n al hecho de que estamos ante un determinado tipo de historia de amor, como si valor¨¢ramos casi un subg¨¦nero rom¨¢ntico. Algo en lo que siempre inciden las promociones y hasta los galardones de los que puede presumir la producci¨®n: mejor pel¨ªcula de tem¨¢tica gay del Festival de Berl¨ªn, mejor pel¨ªcula del Festival Gay y L¨¦sbico de Los ?ngeles, y premio al mejor director y al mejor actor en Lesgaycinemad 2012. Y, sin embargo, ?existen distintos tipos de romance o simplemente existe el amor? Homosexual, heterosexual, qu¨¦ m¨¢s da. ?O s¨ª?
Porque, al final, como en el relato de esta pareja de hombres a trav¨¦s de casi una d¨¦cada, lo que cuenta es la fidelidad, la constancia, lo que le dicen las tripas por dentro a cada uno. Y ah¨ª Ira Sachs, director de la pel¨ªcula, con evidentes matices autobiogr¨¢ficos, parece poner ¨¦l mismo el h¨ªgado. Y se nota, para bien, aunque estemos ante un relato de marcadas se?as de identidad del cine independiente americano posterior a los a?os noventa, y ello redunde en cierta sensaci¨®n de ya visto.
KEEP THE LIGHTS ON
Direcci¨®n: Ira Sachs.
Int¨¦rpretes: Thure Lindhart, Zachary Booth, Marilyn Neimark, Julianne Nicholson.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 102 minutos.
Sachs y su director de fotograf¨ªa utilizan colores apagados, iluminaci¨®n tenue y grano duro en la textura para su historia de gente que busca y busca (sexo, amor), pero que probablemente a quien no acabe de encontrar sea a ella misma.
As¨ª, con ternura, explicitud y un buen manejo de las elipsis, Keep the lights on se impone como una propuesta no ya a contracorriente, sino simplemente tan v¨¢lida como otra cualquiera. Los lejanos tiempos de Mala noche, de Gus van Sant, all¨¢ por el a?o 1985, cuando este tipo de producci¨®n a¨²n escandalizaba, han pasado a mejor vida.
Y ya ven, al final, aunque sea para negarlo, tambi¨¦n hemos ca¨ªdo en la tentaci¨®n.
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