Ajedrez¡ y m¨¢s all¨¢
El ¨²ltimo libro de Leontxo Garc¨ªa muestra como el milenario juego podr¨ªa cambiar el mundo del conocimiento
Lo deja caer Leontxo Garc¨ªa en su libro, Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas: existen aut¨¦nticos ni?os prodigio en pocas disciplinas, quiz¨¢ solo en tres, matem¨¢ticas, m¨²sica y ajedrez. La expresi¨®n ni?o prodigio no significa aqu¨ª talento admirable para su edad, sino admirable en valor absoluto. Fuera de estas tres disciplinas existen genios adolescentes que escriben, que pintan o que juegan al f¨²tbol, pero nunca llegan a disputar el mismo espacio que ocupan los genios adultos. Sin embargo, a los 12 a?os Arturo Pomar hizo tablas con el legendario Alexander Alekhine, los conciertos del Mozart adolescente forman parte del repertorio de los grandes violinistas y cualquier matem¨¢tico admira la Teor¨ªa de Grupos que Galois concibiera siendo a¨²n menor edad. ?Por qu¨¦? ?Qu¨¦ tienen en com¨²n el ajedrez, la m¨²sica y las matem¨¢ticas? La afilada observaci¨®n de Leontxo no es f¨¢cil de analizar. Se dir¨ªa que la matem¨¢tica, la m¨²sica y el ajedrez son construcciones puramente mentales que deben su eficacia a un lenguaje universal y potente.
El texto de Leontxo Garc¨ªa rebosa de intuiciones que manan del ajedrez y van m¨¢s all¨¢ porque est¨¢ escrito por un observador que es a la vez jugador, periodista y amante pasional de este juego milenario. Lleva d¨¦cadas como testigo directo de los grandes acontecimientos ajedrec¨ªsticos desde que, como tant¨ªsimos otros, fuera abducido y seducido en 1972 por el encuentro entre Fisher y Spassky por el t¨ªtulo mundial. Desde entonces el autor ha estado siempre en primera fila como testigo, como divulgador y como conversador imprescindible. Algunas de sus conclusiones merecer¨ªan encontrar la manera de trascender. Mencionar¨¦ solo cuatro.
La primera tiene que ver con el mundo de los genios del ajedrez. Cada generaci¨®n tiene dos o tres jugadores de leyenda. Conversar sobre sus aciertos y errores alimenta la creatividad humana: Jos¨¦ Capablanca, la apisonadora invencible; Tigran Petrosian, la calma gran¨ªtica por posici¨®n; Mija¨ªl Tal, la imaginaci¨®n arriesgada por combinaci¨®n; Bobby Fisher, la rebeld¨ªa innegociable del genio de todos los genios; Garry Kasp¨¢rov, l¨ªder durante dos d¨¦cadas y, para muchos, el m¨¢s grande de todos los tiempos; Miguel Najdorf, un portento mental que en 1947 jug¨® 45 partidas simult¨¢neas (!) a ciegas (!!) ganando 39, empatando 4 y perdiendo 2, durante 21 horas seguidas, mientras sus adversarios se turnaban para descansar (?c¨®mo se consigue algo as¨ª?, el libro lo explica); Magnus Carlsen, el jovenc¨ªsimo n¨²mero uno actual y m¨¢s fuerte jugador de la historia (seg¨²n el coeficiente ELO)¡ Por cierto, algo similar ocurre con las personalidades de los grandes violinistas: Yasha Heifetz, el rigor electrizante; Isaac Stern, la profundidad envolvente; David Oistrakh, la rotundidez expresiva ; Yehudi Menuhin, el sonido del esp¨ªritu; Zino Francescatti, la frescura mediterr¨¢nea; Nathan Milstein, la elegancia cristalina; Michel Rabin, el virtuosismo de terciopelo¡ sin olvidar, tampoco aqu¨ª, el gran inter¨¦s de sus fallos y defectos.
Un resultado central del libro est¨¢ en la aportaci¨®n que el ajedrez puede hacer a la educaci¨®n. Y no se trata de una sospecha sino de toda una serie de argumentos encadenados: el ajedrez desarrolla la capacidad de an¨¢lisis y de toma de decisiones, ense?a a valorar situaciones, no busca excusas o culpables y estimula el ejercicio de una gran diversidad de aspectos de la inteligencia. Yo solo a?adir¨ªa que el ajedrez prestigia y entrena la conversaci¨®n. En ciencia toda comprensi¨®n ocurre en el extremo de alguna forma de conversaci¨®n: observar o experimentar es conversar con la realidad, reflexionar es conversar con uno mismo, trabajar en equipo requiere conversar con los colegas¡, pero nuestro vicio m¨¢s extendido consiste en no escuchar al interlocutor mientras se espera turno para volver a hablar. ?A qu¨¦ jugador de ajedrez se le ocurrir¨ªa mover pieza sin interesarse seriamente por el ¨²ltimo movimiento de su adversario?
La tercera sospecha de Leontxo Garc¨ªa se centra en la relaci¨®n entre el ajedrez y la salud. En los ¨²ltimos a?os han aparecido varias investigaciones cient¨ªficas sobre el impacto de la pr¨¢ctica del ajedrez en ciertas funciones cerebrales. El dato m¨¢s relevante tiene que ver con la enfermedad de Alzheimer. La revista New England Journal of Medicine public¨® un trabajo en 2003 que mostraba que las personas que juegan regularmente al ajedrez reducen el riesgo de contraer esta enfermedad en un 75%. La muestra era de 469 personas de m¨¢s de 75 a?os. Hoy la investigaci¨®n contin¨²a con vigor, pero, mientras tanto, hemos ganado un argumento m¨¢s a favor de la introducci¨®n del ajedrez en la educaci¨®n.
Y mencionemos finalmente la situaci¨®n creada por la descarada superioridad de los ordenadores sobre los humanos en ajedrez (¨¦pica cr¨®nica en el libro sobre la derrota de Kasp¨¢rov frente a las m¨¢quinas). Las preguntas son ahora turbadoras. ?Estamos ante el fin del ajedrez? El ajedrez no morir¨¢ con los ordenadores por la misma raz¨®n que el ciclismo no ha acabado con el atletismo (Karpov dixit), pero la r¨¢pida sofisticaci¨®n de los programas ya ha cambiado la pr¨¢ctica del juego (es decir, ya no se aplazan las partidas). Por otro lado nacen nuevas modalidades de torneos (es decir, partidas en las que los jugadores acuden con su propio ordenador, una especialidad Homo sapiens-m¨¢quina comparable a la f¨®rmula 1 en automovilismo).
?Piensan ya las m¨¢quinas? Muchos entusiastas del silicio son coherentes con el nombre que dan a su especialidad: la inteligencia artificial (?un abuso del lenguaje?). Sin embargo, a¨²n estamos lejos de vivir la profec¨ªa de Arthur Clark que alude al d¨ªa en el que los ordenadores se enamoren o no se dejen desenchufar. Un programa de ajedrez de 50 euros ya gana al campe¨®n del mundo, aunque sea incapaz de dar el pego manteniendo una simple conversaci¨®n con un humano sin que se le vea el plumero (criterio de Turing). Gracias al ajedrez existen hoy ordenadores que dise?an t¨¢cticas y estrategias, que calculan miles de millones de posiciones por segundo, que combinan o consultan todas las partidas de la historia, pero no solo eso: tambi¨¦n parecen empezar a manejar intuiciones.
Seg¨²n Leontxo Garc¨ªa, el ajedrez podr¨ªa cambiar el mundo de la salud y del conocimiento. Y yo le creo.
Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas. Leontxo Garc¨ªa. Cr¨ªtica. Barcelona, 2013. 268 p¨¢ginas. 21,90 euros.
Babelia
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