Apocalipsis con estilo
Marc Forster revela una inteligencia en pleno ¡ªy afortunado¡ª funcionamiento
Con su best seller Guerra mundial Z, Max Brooks, hijo de Mel Brooks y Anne Bancroft, encontr¨®, en el formato de la historia oral a varias voces, la perfecta estrategia narrativa para reflejar el impacto global de una pandemia zombi. La pel¨ªcula de Marc Forster que llega a las pantallas bajo el mismo nombre no es, pues, una adaptaci¨®n fidedigna de ese planteamiento, pero, a trav¨¦s de la radical movilidad de su h¨¦roe a la fuerza, invierte no poco esfuerzo en dibujar un mapamundi urgente del apocalipsis: la acci¨®n se desplaza de Nueva Jersey a Corea del Sur, para encontrar una de sus secuencias m¨¢s espectaculares ¡ªy problem¨¢ticas¡ª en Israel y culminar, en clave antiespectacular, en los pasillos de un laboratorio infestado en Cardiff.
GUERRA MUNDIAL Z
Direcci¨®n: Marc Forster.
Int¨¦rpretes: Brad Pitt, Matthew Fox, David Morse, Mireille Enos, Daniella Kertesz, Ruth Negga.
G¨¦nero: ciencia ficci¨®n. EE UU, 2013.
Duraci¨®n: 116 minutos
En un momento en la evoluci¨®n del arquetipo que parece haber convertido al zombi en pura sobrecarga de met¨¢foras, Forster no parece demasiado interesado en adjudicarle al monstruo una nueva etiqueta, pero cada una de las impactantes escenas que punt¨²an la acci¨®n revela algo muy gratificante en el territorio blockbuster: una inteligencia en pleno ¡ªy afortunado¡ª funcionamiento. Guerra mundial Z llega a su estreno arrastrando rumores de reescrituras y procesos creativos problem¨¢ticos: el resultado no es un conjunto cohesionado, pero s¨ª una sucesi¨®n de grandes momentos que confirma a Forster como ese estilista de la acci¨®n que se esbozaba en Quantum of Solace, pero que aqu¨ª da un recital de versatilidad desde la hip¨¦rbole (el enjambre de muertos en Jerusal¨¦n) a la sutileza (la huida neblinosa del cuartel coreano, la mec¨¢nica anticlim¨¢tica de Cardiff).
La secuencia del embotellamiento urbano donde la familia protagonista experimenta, por primera vez, el horror de la plaga funciona como un mecanismo de precisi¨®n en el uso del suspense: el remate ir¨®nico de pautar el avance de una infecci¨®n zombi con la voz de un mu?eco de peluche es una guinda perfecta. Forster incluso logra salvar una situaci¨®n l¨ªmite ¡ªun ataque zombi en pleno vuelo¡ª con inteligencia, demostrando que el estilo es la mejor arma para redimir, vitaminizar y engrandecer un relato que, a estas alturas y con un sentido del espect¨¢culo menos imaginativo, podr¨ªa haber resultado fastidiosamente redundante.
Babelia
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