Peat¨®nito contra el ch¨®fer diab¨®lico
Un licenciado vestido de superh¨¦roe defiende del tr¨¢fico a los viandantes El h¨¦roe an¨®nimo estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas y le gustan Russell y Chomsky
El justiciero enmascarado que defiende de los coches a los peatones de M¨¦xico DF tambi¨¦n tiene un punto d¨¦bil. Superman no soportaba la criptonita, y a Batman a veces le daban bajones. Peat¨®nito es al¨¦rgico al gluten. En la cocina de su apartamento tiene dos cartones de cereales libres de esta prote¨ªna: Panda Puffs y Cocoa Pebbles.
Su nombre de combate tiene dos acepciones seg¨²n se le ponga tilde o no: Peat¨®nito, dice, tiene la fuerza fon¨¦tica del superh¨¦roe, y Peatonito tiene ese diminutivo entra?able que usan los mexicanos para quitarle un tantito de hierro a lo dura que es la vida. Dos o tres veces a la semana, este joven se pone en su casa una m¨¢scara de luchador de lucha libre, se coloca una capa negra y sale a la calle a enfrentarse a su enemigo: el tr¨¢fico de la capital de M¨¦xico. Hablamos de m¨¢s de seis millones de veh¨ªculos. Hablamos de un pa¨ªs en el que la carretera mata a 24.000 personas al a?o, m¨¢s del doble que todos los carteles del narcotr¨¢fico con sus rifles kalashnikov.
Cre¨® su personaje hace un a?o para llevar a la pr¨¢ctica su carrera acad¨¦mica
Peat¨®nito, como se llama ¨¦l oficialmente, tiene 26 a?os. Es un chico de clase media, hijo de una madre fil¨®loga y de un padre arquitecto. Ellos saben que su ni?o es un superh¨¦roe. Lo descubrieron en una entrevista en un peri¨®dico. Iba enmascarado, pero lo identificaron por las manos. Los padres tambi¨¦n tienen poderes extraordinarios.
?l cre¨® su personaje hace un a?o para llevar a la pr¨¢ctica su carrera acad¨¦mica. Es licenciado en Ciencias Pol¨ªticas y est¨¢ terminando su tesis, Pol¨ªtica y movilidad urbana en el DF. Trabaja en una ONG que se dedica a estos asuntos y en otra cosa que impacta al escucharla: ¡°Tambi¨¦n soy mecatr¨®nico¡±. ?Perd¨®n? ¡°Es ingenier¨ªa de hardware para robots¡±. Ah, bueno. El justiciero de la movilidad tiene un taller con un socio en el que fabrican peque?os drones de uso civil. Son como los aviones no tripulados de Obama, pero no para bombardear talibanes, o en su defecto civiles inocentes, sino para sacar fotos a¨¦reas y cosas as¨ª. ?l le est¨¢ dando vueltas a la idea de usarlos para vigilar intersecciones inseguras y para pintar los pasos de cebra que est¨¢n borrados. Superman volaba. Batman ten¨ªa un batm¨®vil estupendo. Con un ej¨¦rcito de drones en sus manos, Peat¨®nito se pondr¨ªa a la altura de Bruce Wayne y de Clark Kent.
Su nombre ya ha aparecido en un peri¨®dico, pero ¨¦l prefiere que quede en el anonimato. ¡°Un superh¨¦roe no revela su identidad porque quiere hacer justicia por su propia cuenta, y eso te puede traer problemas con la autoridad, que es la ¨²nica que puede hacer justicia. La otra raz¨®n es que todos somos este personaje. Hasta el que va en un Ferrari, en un carrazo, tiene que bajarse en alg¨²n momento a caminar al menos una cuadra, y tambi¨¦n est¨¢ expuesto a la inseguridad vial¡±. Peat¨®nito mide 1,83 y pesa 85 kilos. No fuma. No toma drogas. Casi no bebe. La ¨²ltima vez que se puso beodo fue en las Navidades pasadas. Es un universitario de ideas progresistas. En los estantes que tiene de librer¨ªa en el sal¨®n de su casa hay libros de Bertrand Russell y de Noam Chomsky. Tambi¨¦n hay un mu?eco de un guerrillero del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional. En este momento a¨²n no se ha puesto sus ropas de acci¨®n. Viste una playera blanca, unos jeans y unas zapatillas de andar en monopat¨ªn. Sobre una mesilla tiene la partitura de la canci¨®n Spanish bombs, del grupo brit¨¢nico The Clash. El joven que est¨¢ detr¨¢s del superh¨¦roe sostenible toca el bajo el¨¦ctrico en una banda de ¡°punk y surf¡±. Durante unos segundos coge una guitarra y se pone a cantar: ¡°Spanish songs in Andaluc¨ªa¡¡±. Luego se va a su habitaci¨®n a cambiarse. Regresa Peat¨®nito. Lleva la m¨¢scara del luchador que m¨¢s le gustaba de peque?o, Black Shadow. Sus colores son blanco y negro, como los de los pasos de cebra, el principal campo de batalla de este polit¨®logo fortach¨®n.
Su careta, blanca y negra, homenajea
Peat¨®nito sale de su apartamento y saluda a un ni?o en el ascensor. Abajo se despide del portero, un se?or mayor que apoya su causa. Lo primero que hace en la calle es pedirle a un coche que se pare ante un paso de cebra. Los m¨¦todos de combate de Peat¨®nito son pac¨ªficos. Se planta en el paso de cebra y le hace se?ales a los conductores para que no se muevan mientras cruza la gente. Cuando un veh¨ªculo frena encima del paso de cebra, Peat¨®nito ejecuta una performance urbana. Hace como que lo empuja de vuelta. Por lo general, los conductores, al ver que un loco encapuchado esta intentando desplazar su autom¨®vil, dan un poco marcha atr¨¢s.
El luchador sigue su camino y se encuentra un sumidero tapado solo con unas planchas de madera. Le hace un c¨ªrculo alrededor con un spray amarillo que lleva para estos casos. Tambi¨¦n tiene uno blanco para pintar pasos de cebra desva¨ªdos o inexistentes. Sobre la marcha, habla de los autores que m¨¢s le gustaban cuando estudiaba ciencias pol¨ªticas, le gustaban Kant y John Rawls. Mientras avanza al atardecer por las calles del moderno centro de M¨¦xico DF, el hombre enmascarado se pone a disertar sobre el Leviat¨¢n, el animal marino de fantas¨ªa con el que Thomas Hobbes simboliz¨® en el siglo XVII el monopolio estatal de la violencia. ¡°En esta ciudad se mueren una o dos personas al d¨ªa por accidentes de tr¨¢fico¡±, dice. ¡°El Gobierno no est¨¢ cumpliendo su trabajo de Gran Leviat¨¢n, y si no cumple, tenemos que llamarle la atenci¨®n¡±.
Calle Papaloapan. Peat¨®nito acaba de encontrarse una furgoneta roja aparcada sobre una acera. El Peque?o Leviat¨¢n mexicano se quita las zapatillas, se sube al veh¨ªculo y en un conciliador acto de resistencia simb¨®lica camina sobre el techo de la furgoneta sin rayarla ni abollarla. A unos metros hay dos polic¨ªas cuidando la entrada de un edificio corporativo. Los agentes no intervienen, pero le dan un aviso al justiciero enmascarado. El due?o de la furgoneta es el vendedor ambulante de dulces que est¨¢ en la esquina.
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