Coliseo: ¡®arrivederci¡¯ al tr¨¢fico
Roma peatonaliza los alrededores del monumento en una contestada decisi¨®n de la alcald¨ªa Las obras de restauraci¨®n comenzar¨¢n en unos meses
Roma no ama las revoluciones. Estos d¨ªas la ciudad asiste con asombro y algo de rabia a la determinaci¨®n del nuevo alcalde, Ignazio Marino, excirujano, quien tras tan solo dos meses en el Campidoglio cumple la m¨¢s fuerte de sus promesas electorales: peatonalizar la v¨ªa de los Foros imperiales, la calle que separa los mercados de Trajano de los Foros de C¨¦sar, Augusto y Trajano. Abierta por voluntad de Benito Mussolini, fue escenario de desfiles militares durante la dictadura y luego zona de conquista de caravanas de motos y coches. Hasta el viernes. Desde ese d¨ªa, el tr¨¢fico ha quedado restringido a todos los veh¨ªculos particulares en la zona que rodea la joya de la corona del ¨¢rea, el Coliseo. Solo pueden acceder taxis, autobuses p¨²blicos y ¡ªpor supuesto¡ª peatones y bicis. El Anfiteatro Flavio, que observa imperturbable las miserias y las alegr¨ªas de la vida romana, lo agradece. Y se prepara, por fin, al maquillaje pagado por el empresario Diego della Valle.
3.400 veh¨ªculos pasaban cada hora alrededor del monumento
¡°Era una calle, la convertimos en el m¨¢s bello paseo¡±, canta el eslogan del Ayuntamiento. En realidad, m¨¢s que una isla peatonal se trata de una limitaci¨®n del tr¨¢fico. ¡°Pero es el principio de un proceso m¨¢s largo. Vamos a cerrar la calle entera antes de enero para retomar la excavaci¨®n. Tras decenios de abandono, empezamos a dar un nuevo aspecto al punto m¨¢s representativo de la ciudad¡±, comenta entusiasta Rita Paris, directora de la Superintendencia arqueol¨®gica de Roma y consejera municipal en las filas de la izquierda que apoya al alcalde. ¡°Los restos de la antigua civilizaci¨®n son nuestra memoria y riqueza. Tenemos la responsabilidad no de poseerlos, sino de valorarlos. Y el tr¨¢fico es el peor enemigo de los monumentos porque provoca vibraciones y oscurece sus paredes¡±, analiza la arque¨®loga.
La necesidad de combatir la contaminaci¨®n es el argumento de Legambiente, asociaci¨®n que lleva a?os trabajando para que este proyecto arranque. Sus miembros han analizado el tr¨¢fico alrededor del monumento: ¡°Por la ma?ana pasan 3.400 veh¨ªculos a la hora. El 53% se trata de coches privados; el 31%, motos; el 10%, camionetas para el transporte de mercanc¨ªas; el 4%, taxis, y el 2%, transporte p¨²blico. Bicis y autobuses tur¨ªsticos ni llegan al 1%¡±, desgrana Lorenzo Parlati en la sede de la asociaci¨®n. ¡°Por eso recogimos firmas y depositamos una propuesta en el Ayuntamiento hace meses¡±, recuerda Maurizio Gubbiotti, coordinador nacional. ¡°Salvar el Coliseo del tr¨¢fico es una batalla de civilizaci¨®n: significa devolver dignidad a uno de los m¨¢s grandes conjuntos arqueol¨®gicos del mundo¡±. Por eso pidieron, y es la l¨ªnea de la nueva alcald¨ªa, que de forma gradual se ampl¨ªe la zona restringida y se dejen circular solo bicis y peatones. El s¨¢bado por la noche los romanos apoyaron la propuesta y 400.000 ciudadanos pasearon por los alrededores del Coliseo.
Quiz¨¢s cuando el sue?o prohibido de muchos alcaldes ¡ªque nunca se atrevieron a quitar a los romanos su dosis cotidiana de atasco a los pies de las arcadas de Travertino¡ª se cumpla, el Anfiteatro ya est¨¦ restaurado. En breve se montar¨¢n los andamios en el lado septentrional, justo el que se asoma a los Foros. Tras dos a?os de tr¨¢mites, puede arrancar la primera fase de la restauraci¨®n financiada con 25 millones de euros del bolsillo del due?o de Tod¡¯s. El Tribunal administrativo de la regi¨®n acaba de dar luz verde a las obras, rechazando los recursos de las empresas que perdieron el concurso. As¨ª que en 900 d¨ªas la ganadora Gherardi deber¨¢ limpiar, sanear y consolidar los primeros 10 arcos, de 50 metros de alto, y construir nuevas rejas que cierren la planta baja.
El s¨¢bado, 400.000 romanos disfrutaron del primer paseo alrededor del hito
Mientras tanto, el ¨¢rea que quedar¨¢ para pasear a los turistas tampoco ser¨¢ muy amplia en ese punto. Coinciden las vallas para la construcci¨®n de la tercera l¨ªnea del metro, que desde el Este entra al centro de Roma. Las obras avanzan con la t¨ªpica lentitud local desde 2007 y puede que en breve se suspendan otra vez, por falta de dinero. ¡°Est¨¢n en peligro 200 puestos de trabajo¡±, espeta Valerio Cochi, que se manifiesta con sus compa?eros, tambi¨¦n equipados con casco amarillo de obrero y banderas italianas. ¡°Todo el mundo se preocupa por conservar la memoria del pasado y a nadie le importa el presente¡±. Le da la raz¨®n Antonio Spagnoletto, que tiene dos puestos de camisetas I love Roma, estatuillas de centuriones y papas, coliseos y lobas en miniatura y cosas por el estilo: ¡°Debemos respetar a los antiguos pero tampoco machacar a los modernos¡±, glosa el vendedor, de 41 a?os, 20 en ese cruce esperando turistas. Le preocupa que el recorte le cause problemas cuando abre y cierra los puestos y transporte sus herramientas de trabajo.
En el folleto que publicitaba su campa?a, Legambiente citaba a Ferm¨ªn Garz¨®n, que, admirando el Coliseo, le comenta a Petra Delicado: ¡°Esta es la historia en directo. Es como volver atr¨¢s en los siglos. No entiendo c¨®mo permiten circular a los coches alrededor de una joya similar¡±. Los habitantes y trabajadores de la zona se echan a re¨ªr escuchando la cita de la novela de Alicia Gim¨¦nez-Bartlett. Los romanos tienen preocupaciones menos est¨¦ticas y m¨¢s pragm¨¢ticas. ¡°Para cerrar el tr¨¢fico van a quitar plazas de aparcamiento. ?Me dice d¨®nde carajo dejo el coche?¡±, dice Paola Cristofani, que vive al principio de la calle Labicana y se?ala un Fiat Panda con dos sillones para beb¨¦ montados atr¨¢s. ¡°El problema es que no hay un plan org¨¢nico que nos d¨¦ alternativas. Si no, estar¨ªamos encantados¡±, le da la raz¨®n un anciano.
Para iniciar el evento, se han organizado fiestas y hasta emitido un sello postal. Cuando se acallen el bombo y el platillo, habr¨¢ que ver si la m¨¢s delicada operaci¨®n del excirujano Marino aguanta la prueba pr¨¢ctica. Por suerte, es agosto. A los romanos no le gustan las revoluciones. Pero s¨ª les gusta irse de vacaciones.
Babelia
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