Dulcinea veranea en El Toboso
El pueblo de la amada de Don Quijote sigue atado a Cervantes, cultiva el turismo y la agricultura porque de sue?os no se vive
En marzo de 1979 lo primero que pregunt¨® el viajero en El Toboso fue si alguien se llamaba Dulcinea en la patria de la princesa de Don Quijote. Y nadie se llamaba entonces Dulcinea en El Toboso. Pero ese mismo a?o, en mayo, naci¨® una ni?a a la que su madre quiso llamar Dulcinea, y hasta ahora es la ¨²nica Dulcinea de El Toboso. Tiene 34 a?os, es qu¨ªmica y trabaja en Londres. En agosto veranea aqu¨ª, con sus padres, Mar¨ªa Luisa Mar¨ªn, auxiliar administrativa, y Jos¨¦ Luis Ortiz, farmac¨¦utico. ?l fue alcalde.
La Dulcinea real es ingeniera de procesos qu¨ªmicos en una empresa que se dedica a las prospecciones petrol¨ªferas. Busc¨® empleo en Espa?a y en la pesquisa hall¨® este trabajo ingl¨¦s. Su nombre es ¨²nico; lo que le ha sorprendido al decirlo es que tantos ingleses conozcan la obra magna de Cervantes, aunque ella tiene que deletrear, o resumir, su nombre: ¡°Dulce, o Dulci¡±. Querr¨ªa volver, pero Inglaterra ya la tiene atrapada. Y viene en Navidad, en carnaval, en verano. Dulcinea veranea en El Toboso. Ahora ya sabe que cuando naci¨® este pueblo, por ejemplo, no ten¨ªa agua potable.
As¨ª era. Hace 34 a?os, cuando se iban a celebrar las primeras elecciones municipales de la democracia, El Toboso se parec¨ªa todav¨ªa a aquel lugar ruinoso que describ¨ªa Azor¨ªn; entonces la gente esperaba a¨²n que viniera el agua y las mujeres iban con sus ropajes oscuros a la fuente com¨²n. Era un poblach¨®n en el que dos o tres cosas recordaban a la principal hero¨ªna de ficci¨®n de la literatura.
Eso pas¨® a la historia. Ahora aqu¨ª casi todo se llama Dulcinea, de modo que resulta raro que la ciudad cervantina no se denomine ya Dulcinea del Toboso o El Toboso de Dulcinea. Dulcinea dice: ¡°Es El Toboso. As¨ª lo llam¨® Cervantes. El Toboso de Dulcinea, si acaso¡±. Se han multiplicado los albergues y los hoteles, y los restaurantes; funciona una biblioteca p¨²blica muy bien dotada, se ha incrementado una colecci¨®n incre¨ªble (y este es el adjetivo adecuado) de ediciones del Quijote enviadas, desde los a?os veinte, por mandatarios espa?oles o extranjeros (de Hitler a Per¨®n, de Thatcher al Rey, pasando por Franco o por Mitterrand), se ha restaurado la casa en la que se supone que vivi¨® la inolvidable hero¨ªna, y hay agua, y luz, y fiesta. Ahora se dir¨ªa que El Toboso representa la evoluci¨®n que estos pueblos sobre los que pos¨® su mirada exhausta el Azor¨ªn del 98 han vivido en la Espa?a que era el territorio polvoriento que recorri¨® Don Quijote. Hay, incluso, un Museo del Humor Gr¨¢fico, cuyo contenido regal¨® un humorista generoso y genial, Mena, ¡°que pasaba por aqu¨ª y nos dej¨® este tesoro¡±.
Lo primero que sorprende es que sobre la enorme iglesia (siglo XVI), rodeado de golondrinas, el reloj d¨¦ la hora exacta. ¡°Con la Iglesia hemos dado, Sancho¡±. El Toboso es ahora un callejero del Quijote: por todas partes las inscripciones te van llevando por los cap¨ªtulos en los que la desde?osa princesa romp¨ªa el coraz¨®n del caballero. La Dulcinea real, la qu¨ªmica, no vive aqu¨ª, pero la de ficci¨®n es tan presente ahora como lo fue en la mente desnortada del hidalgo. Pilar Harinero, la concejal de Cultura, se?ala a las golondrinas. ¡°Vienen y se van, no hacen verano¡±. En 1979 el pueblo le ped¨ªa a la democracia agua y poblaci¨®n. Ha tenido lo primero. Pero ahora viven aqu¨ª 2.100 personas, 700 menos que en 1979.
Hubo otros cambios, claro. Esta plaza a la que da el Ayuntamiento, y sobre la que se alzan la figura de Dulcinea y de Don Quijote, tiene asfalto y adoquines, y ahora los turistas tienen donde quedarse e ¡°irse descansados¡±. Y no, no pesa Dulcinea, ni pesa Cervantes. Al contrario, dice Pilar, ¡°le debemos mucho a Cervantes, que se quiso acordar de nosotros¡±. La leyenda lo sit¨²a enamorado de una mujer que se llamaba Ana Zarco; ¡°ven¨ªa huyendo o buscando¡±. Lo tiraron a la fuente, parece, lo apalearon. Y en la ficci¨®n Don Quijote la ve como una princesa y Sancho la ve de cualquier manera, ¡°como una saladora de puercos¡±.
Aqu¨ª fabrican velas que compran los chinos. Y los albergues y hoteles dan trabajo y acogida
Aqu¨ª hasta 1981 no hab¨ªa ni alcantarillado. V¨ªctor Torrillas Esquinas, que ha trabajado para el Ayuntamiento casi desde entonces, habla del asfalto, de la piscina y del c¨¦sped como contempor¨¢neos de la Dulcinea de verdad. ¡°Antes no hab¨ªa ni c¨¦sped¡±. Tom¨¢s Rodr¨ªguez, que lleva orquestas y fiestas, viene por El Toboso para organizar el jolgorio. Esquinas cree que ¡°El Toboso enamora¡±. El silencio es el que escuch¨® Don Quijote, el que cautiv¨® a Antonio Machado, el que subyug¨® al Azor¨ªn cansado de 1905. Le pregunt¨¦ a V¨ªctor c¨®mo se imagina ¨¦l a la Dulcinea inventada, que seg¨²n dice fue su vecina:
¡ªCara redondita, mo?o tipo magdalena, sayas largas, buenos melones. Y esperando a Don Quijote. Pero este mandaba a Sancho Panza, el pobre.
?l cree que ser¨ªa una joven ¡°de unos treinta a?os¡±, y no como esa de la escultura, ¡°que parece una bruja¡±. De ficci¨®n no vive el hombre. Se sigue viviendo de la agricultura (cereales, vid); el alcalde, Marciano Ortega, cree que son enga?osas las cifras del desempleo, ¡°no hay tanto¡±. Aqu¨ª fabrican velas que compran los chinos. Y los albergues y los hoteles dan trabajo y acogida. Azor¨ªn dec¨ªa que era un pueblo estupendo y Gald¨®s lo vio ¨²nico y destartalado.
El hermano de Marciano, Rufino, acaba de morir. Fue el primer alcalde de la democracia. Entonces se jurament¨® con los que vinieran a mantener la fisonom¨ªa del pueblo. ¡°Y ahora es igual pero mejor; se mantuvo su fisonom¨ªa¡±, dice Marciano, que se present¨® por el PP. ¡°Y se ha hecho del nombre de Dulcinea una marca. La gente cree que somos un pueblo irreal, un lugar de ficci¨®n. A eso tambi¨¦n jugamos¡±. Vienen ahora cervantistas a dilucidar qui¨¦n fue Dulcinea. ¡°?Y es que Cervantes nombra 189 veces El Toboso en el Quijote! ?C¨®mo no lo vamos a hacer valer!¡±.
?l lo tiene a gala: ¡°Los dos pueblos m¨¢s famosos de la historia son Bel¨¦n en la Biblia y El Toboso en el Quijote¡±. Quien se lo discuta le tendr¨¢ que doblar el brazo.
Hace 34 a?os naci¨® la Dulcinea real. Su padre, Jos¨¦ Luis Ortiz, fue alcalde de 1987 a 1991, tambi¨¦n del PP. En la democracia, dice, se cumplieron aqu¨ª normas estrictas y ahora El Toboso es un lugar que seguramente hubiera enorgullecido a Cervantes. Natividad Mart¨ªnez, profesora de lengua y literatura, fue alcaldesa socialista 12 a?os, y fue la maestra de Dulcinea. La de ficci¨®n ¡°fue ideal de feminidad, pero esas mujeres no existen; Dulcinea es un icono vac¨ªo¡±. Su alumna ¡°es una muchacha excepcional, una estudiante fant¨¢stica¡±. La ¨²nica mujer del mundo que se llama como la enamorada imposible de Don Quijote.
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