En la casa de jud¨ªos, moros y cristianos
El festival de las 3 Culturas de Frigiliana en M¨¢laga celebra ocho a?os de intercambio cultural a trav¨¦s de las costumbres de tres religiones
Una danzarina del vientre por una intrincada calle, una partida de bandoleros en la esquina cercana, un grupo de buhoneros, unos mercaderes ambulantes de sedas y joyas¡ de fondo suena todo el rato m¨²sica ¨¢rabe, morisca, sefard¨ª, andaluza. Puestecillos de venta de jabones milagrosos, p¨®cimas para remedios incurables, especias, yerbas arom¨¢ticas y medicinales, brujas leyendo la mano o echando el tarot, comparsas y bullicio. T¨²nicas, turbantes, capuchas, h¨¢bitos de tela de saco. Aroma de carne asada a la le?a y al aire libre. ?Es la Edad Media?. No, es Frigiliana, un peque?o pueblo malague?o a tiro de piedra de la veraniega Nerja que estos d¨ªas celebra la octava edici¨®n de su Festival de las 3 Culturas que le ha dado fama y prestigio en los ¨²ltimos a?os.
En plena comarca de la Axarqu¨ªa, en la linde del parque natural de las escarpadas sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, Frigiliana presume de ser el pueblo donde m¨¢s tiempo convivieron cristianos, jud¨ªos y moros, incluso despu¨¦s de la expulsi¨®n de estos dos ¨²ltimos por parte de los Reyes Cat¨®licos. El ¨²ltimo enclave de la pen¨ªnsula al que lleg¨® la persecuci¨®n. Con ese esp¨ªritu de convivencia de religiones y costumbres distintas crearon hace siete a?os el Festival de las 3 Culturas. Un encuentro intercultural para juntar en los cuatros d¨ªas del ¨²ltimo fin de semana completo de agosto la m¨²sica, el arte, la gastronom¨ªa, la ciencia y la cotidianidad de una Espa?a que pudo ser ejemplo de tolerancia y respeto.
Sin embargo, no todo debi¨® ser id¨ªlico en aquellos d¨ªas finales de la Edad Media. Por las estrechas callejuelas de Frigiliana cuelgan mosaicos que narran historias truculentas all¨ª acaecidas, venganzas terribles y derramamiento de sangre. La resistencia armada de los moriscos frente al avance de las huestes cristianas. Pero de esa parte de la historia de violencia y terror no se habla mientras dura el festival. Y muchas son las manifestaciones para sentirse m¨¢s pr¨®ximo a la convivencia que al enfrentamiento.
La m¨²sica ocupa una parte muy importantes de ¡°3 Culturas¡±, sin art¨ªculo, como llaman los lugare?os a su festival. Desde el jueves hasta el domingo un artista importante ha ocupado el escenario central de la Plaza ya llamada desde hace siete a?os De Las Tres Culturas. El Canijo de Jerez el jueves, Javier Ruibal el viernes, Fatoumata Diawara el s¨¢bado, y La Banda Morisca el domingo, cuya actuaci¨®n del domingo tuvo que suspenderse por la lluvia. Y otro escenario, m¨¢s recoleto e ¨ªntimo, el que se sit¨²a en el patio interior de la Casa del Apero, a pocos metros de la gran plaza, sirve a propuestas que requieren mayor actitud y concentraci¨®n. Mara Aranda y su aproximaci¨®n al legado musical sefard¨ª lo abri¨® el viernes, el s¨¢bado lo sigui¨® Vaib¨¦n, un grupo de reciente creaci¨®n liderado por el aragon¨¦s Luismi Baj¨¦n, y el sudan¨¦s Wafir lo cerr¨® el domingo.
¡°He venido aqu¨ª a hablar de mi libro¡±, parafrase¨® al famoso escritor El Canijo de Jerez cuando desde el p¨²blico le ped¨ªan m¨¢s canciones del grupo en el que hasta hace poco milit¨®, Los Delinq¨¹entes, que del reci¨¦n editado en solitario. Fue un concierto delirante, divertido y lleno de energ¨ªa donde el Canijo se dej¨® la piel intercalando canciones recientes con las m¨¢s conocidas de su anterior grupo. Casi tres horas de marcha sin interrupci¨®n, con esa mezcla juguetona de rumba y rock and roll garrapatero y letras de buen rollo, colegueo, y asombro de colores.
Ruibal tir¨® de belleza en compa?¨ªa del grupo Glazz, en el que milita su propio hijo, Javi, a las percusiones. Y repas¨® su repertorio desde sus inicios, con La canci¨®n del gitano, hasta composiciones m¨¢s recientes, como A Roma no quiero ir, o el chirigotero himno al C¨¢diz, adem¨¢s de un par de estrenos prometedores: El cine Macario, un homenaje a los cines de barrio de sesi¨®n continua, calent¨®n y doble programa de los a?os 60 y 70; y una hermosa canci¨®n de amor Qu¨¦date conmigo. ¡°Ya que no sabemos qu¨¦ hemos venido a hacer a este mundo¡±, dijo Ruibal al presentarla, ¡°y aunque queramos a largo plazo la paz mundial, al menos vamos a dedicarnos mientras a querernos, y a hacer que nos quieran¡±.
Fatoumata Diawara puso el color maliense de su pa¨ªs, aunque ella es nacida en Costa de Marfil. ?nica actuaci¨®n en Espa?a de esta artista que ha irrumpido con fuerza en los ¨²ltimos a?os en el circuito de las denominadas m¨²sicas del mundo. Una propuesta mucho m¨¢s amplia, panafricana, podr¨ªa decirse, pues ella acab¨® reconociendo que Camer¨²n, Mal¨ª, Angola, Liberia, Costa de Marfil, Senegal o Nigeria son como un mismo pais con problem¨¢ticas muy parecidas.
La Banda Morisca sirvi¨® de resumen de esas tres culturas que abandera el festival. Era casi su presentaci¨®n como grupo, aunque en sus filas militan aventajados m¨²sicos que han estado en formaciones tan prestigiosas como Radio Tarifa o La Jambre. Es decir, en su propuesta hay m¨²sica antigua espa?ola, bizantina, andalus¨ª, gitana, cristiana, flamenca, jud¨ªa y mora.
Y entremedias una exposici¨®n de instrumentos antiguos reconstruidos por Jota Mart¨ªnez, m¨²sico acompa?ante de la levantina Mara Aranda, talleres diversos, desde gastronom¨ªa a percusi¨®n, cuentacuentos de adultos a la luz de las velas, exhibici¨®n de aves rapaces, conferencias, proyecciones, mercado medieval. El reloj en Frigiliana volvi¨® a atrasarse 500 a?os para verse reflejada en este siglo 21 de zozobra y desasosiego. Una met¨¢fora de una Espa?a que pudo ser y no fue por obra y gracia de unos reyes cat¨®licos que la descalabraron y que no ha conseguido levantar cabeza desde entonces, por mucho siglo de oro que viniera tiempo despu¨¦s.
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