Stephen Frears nos regala un oasis
El director ingl¨¦s utiliza la sutileza, es complejo, dosifica la emoci¨®n. Judi Dench ofrece un recital de sentimientos y humanidad
Stephen Frears demostr¨® en su obra maestra Las amistades peligrosas que pod¨ªa realizar con brillantez cine de ¨¦poca y de gran presupuesto, utilizar con criterio a estrellas de Hollywood, crear personajes sofisticados en posesi¨®n de un cerebro poderoso, amoral, maquiav¨¦lico y perverso, pero su prol¨ªfica carrera evidencia que lo que m¨¢s le gusta es hablar de gente cotidiana en circunstancias complicadas, utilizando la comedia o el drama, introduciendo su sentido del humor en situaciones que no son precisamente alegres. Esas caracter¨ªsticas son transparentes desde el comienzo de?Philomena, su ¨²ltima y conmovedora pel¨ªcula. Desde el arranque tienes la sensaci¨®n de que hay un director que sabe contar historias, que los personajes te van a resultar reconocibles y profundamente humanos, que lo que les ocurre va a mantener tu inter¨¦s.
Y como casi siempre, Frears no te decepciona, el tono que imprime al relato transmite verdad y encanto. Lo que cuenta en esta ocasi¨®n no es ficci¨®n, desgraciadamente es real. Una se?ora mayor mira con gesto m¨¢s tierno que desolado la vieja fotograf¨ªa de un ni?o. Ese d¨ªa cumple 50 a?os, pero no ha vuelto a verlo desde que era un beb¨¦. Es su hijo. Ella era una hu¨¦rfana en un convento irland¨¦s de monjas que cometi¨® el gran pecado a los 14 a?os de practicar sexo y quedarse embarazada. Las piadosas monjas, siempre pensando ellas en el bien de esos cr¨ªos, los entregaban en adopci¨®n a familias adineradas de Estados Unidos que hab¨ªan descubierto en Irlanda un fil¨®n para sus ansias de paternidad y maternidad. Sin el consentimiento de las desgarradas madres, por supuesto. Algo que tambi¨¦n nos resulta abyectamente familiar en Espa?a con los descubiertos casos de sores robani?os e impunes. La anciana, en compa?¨ªa de un periodista pol¨ªtico ca¨ªdo en desgracia que intenta buscarse la vida haciendo investigaciones y reportajes para un tabloide de gran tirada, viajar¨¢ a Estados Unidos en busca de ese hijo que le arrancaron y del que no sabe nada. All¨ª ocurrir¨¢n cosas tan sorprendentes como emotivas.
Aunque el material se preste a ello, Frears no hace un melodrama ni una pel¨ªcula convencional. Utiliza la sutileza, es complejo, dosifica la emoci¨®n y aporta mucha gracia a la relaci¨®n entre la inocente anciana y el quemado periodista. Judi Dench, esa actriz capaz de todos los registros y siempre magistral, ofrece un recital de sentimientos y humanidad. Pero como es famosa y lo ha ganado todo, tal vez cometan ese error tan imperdonable y repetido por los jurados de los festivales de no premiar su trabajo. Existe mucha qu¨ªmica entre ella y Steve Coogan, actor habitual en el cine de Winterbotton, que aqu¨ª no solo interpreta, sino que tambi¨¦n ha escrito el guion y la produce. Philomena aporta un respiro muy agradecible en medio de tanto cine pretencioso y fofo.
Lo primero que aparece en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de Child of God es que adapta una novela de Cormac McCarthy. O sea, palabras mayores. Ese admirable autor de?Meridiano de sangre, No es pa¨ªs para viejos y La carretera. No he le¨ªdo Child of God por lo que no puedo hacer comparaciones. La dirige James Franco, actor que ha gozado de moda ef¨ªmera y que a m¨ª me provoca inmediata antipat¨ªa cada vez que le veo en la pantalla.
Despu¨¦s de presentarnos al psic¨®pata protagonista, un individuo espasm¨®dico que sobrevive a la intemperie en un poblado de la monta?a durante los a?os cincuenta, el naturalismo vocacional del director nos muestra un plano no trucado en el que el tarado defeca y se limpia el culo con un palo. Y me echo a temblar ante ese gratuito alarde de realismo escatol¨®gico. La cosa sigue en un tono parecido. Lo que James Franco nos va a narrar de ese hombre salvaje es que adem¨¢s de su instinto de supervivencia, lo que m¨¢s le gusta es matar mujeres, follar con sus cad¨¢veres e instalarlas a perpetuidad en su cueva. Y me pregunto qu¨¦ he hecho yo para tener que soportar los desvar¨ªos de este desagradable fulano. No s¨¦ lo que pensar¨¢ Cormac McCarthy de lo que han hecho con su novela, pero estoy seguro de la calidad de su prosa, algo que no existe en esta especie de oda al animal salvaje que pretende James Franco.
Si Child of God me despierta estupor, la otra muestra de cine independiente estadounidense en la jornada de ayer, titulada Night moves y dirigida por Kelly Reichardt, me hace sentir verg¨¹enza ajena. Se supone que describe con pretensiones de complejidad la actitud de tres ecologistas radicales ante una central hidroel¨¦ctrica que est¨¢ devastando la naturaleza, pero la narraci¨®n es tan torpe, el ritmo tan pl¨²mbeo y las interpretaciones tan sosas que solo tiene capacidad para provocar el bostezo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.