¡°El reto es estar siempre a la altura de tu prestigio y de tu pasado¡±
La prestigiosa instituci¨®n acad¨¦mica celebra los 75 a?os de su embri¨®n, la Casa de Espa?a
El Colegio de M¨¦xico est¨¢ de fiesta. La instituci¨®n acad¨¦mica donde se ha formado buena parte de la ¨¦lite intelectual del pa¨ªs celebra estos d¨ªas el 75 aniversario del nacimiento de su embri¨®n, la Casa de Espa?a, fundada por exiliados republicanos. Y su actual director, el historiador Javier Garciadiego (Ciudad de M¨¦xico, 1951), ha entregado el premio Alfonso Reyes al fil¨®logo Francisco Rico. ¡°Nos hab¨ªamos tra¨ªdo a lo mejor de Espa?a y hoy lo volvemos a hacer, al mejor amigo de los dos manchegos, Don Quijote y Sancho¡±, dice del galardonado. Cordial, expansivo, Garciadiego comparte canap¨¦s con el profesor Carlos Marichal o con la historiadora Clara Lida pero, sin soltar el tequila, tiene un momento para abandonar la celebraci¨®n y contestar a la prensa en un peque?o cuartito junto al sal¨®n de actos.
La Casa de Espa?a se fund¨® en 1938 gracias a la invitaci¨®n personal que el entonces presidente mexicano, L¨¢zaro C¨¢rdenas, hizo a 12 intelectuales espa?oles, entre ellos el poeta Le¨®n Felipe, los fil¨®sofos Joaqu¨ªn Xirau y Jos¨¦ Gaos, o Mar¨ªa Zambrano ¨Cla ¨²nica mujer. Su estancia iba a ser temporal, ¡°por uno dos a?os¡±, mientras durara la guerra. Pero la derrota de la Rep¨²blica los ancl¨® definitivamente en M¨¦xico. ¡°La Casa de Espa?a es un hito y un mito en la historia intelectual hispanoamericana. Un hito porque gener¨® muchas cosas y un mito porque era una instituci¨®n inexistente. Nunca tuvo instalaciones propias ni programa docente propio¡±, explica.
El fin del conflicto, parad¨®jicamente, impuls¨® a la instituci¨®n. ¡°Empezaron a llegar solicitudes de m¨¢s espa?oles en peligro. En cosa de meses, la Casa creci¨® en un 400%¡±. Pero segu¨ªa siendo un proyecto muy personal del presidente C¨¢rdenas y de su esposa. As¨ª que decidieron institucionalizarlo, ponerle un nombre m¨¢s aut¨®ctono [el actual de Colegio de M¨¦xico] y darle instalaciones. No cobrar matr¨ªcula, becar a todos los estudiantes. Y para no colisionar con las universidades, dotarlo de un programa centrado solo en Humanidades y Ciencias Sociales y formar a sus alumnos para ser profesores universitarios e investigadores. Hoy cuenta con 176 docentes y 224 alumnos, pero las esencias no han variado en estas siete d¨¦cadas. Y no parece que vayan a hacerlo. ¡°As¨ª fue, as¨ª es, no vamos a cambiar, no vamos a crecer¡±, dice rotundo.
?Un balance totalmente positivo entonces? Garciadiego se muestra en principio comedido. ¡°Uno nunca est¨¢ del todo satisfecho¡±. Pero aunque as¨ª sea, por su locuacidad se nota que s¨ª est¨¢ muy contento del papel que ha desempe?ado la instituci¨®n. ¡°Hemos cumplido, en algunos momentos con creces, con lo que la sociedad mexicana nos ha encomendado y hemos atendido los problemas m¨¢s graves de este pa¨ªs¡±. ?Y c¨®mo una entidad tan peque?a ha tenido tanto impacto? El presidente del Colegio de M¨¦xico lo resume en pocas palabras: ¡°Calidad y pertinencia. Y habernos centrado en algunas ¨¢reas, no en todas las ciencias sociales¡±.
Pero si dice que uno nunca est¨¢ satisfecho ?qu¨¦ detalles faltan por afinar? ¡°No nos faltan nuevas disciplinas, m¨¢s bien nuevas problem¨¢ticas y nuevas tem¨¢ticas. La econom¨ªa actual es distinta que la de hace d¨¦cadas. En el caso de la demograf¨ªa, por ejemplo, el problema ya no es la natalidad, sino el envejecimiento. Tus investigadores deben estar al d¨ªa con sus temas¡±. Conservar, entonces, el esp¨ªritu pero renfocar el tiro para abordar el gran desaf¨ªo: ¡°Debemos mantenernos a la altura de nuestro prestigio y de nuestro pasado¡±.
La foto para la entrevista no se toma en el cuartito, demasiado angosto ¨C¡°parecer¨ªa un preso¡±- sino en la librer¨ªa de la instituci¨®n. El Colegio de M¨¦xico publica unos cien vol¨²menes al a?o, algunos de rotundo ¨¦xito comercial, como la Historia M¨ªnima de M¨¦xico, y otros m¨¢s minoritarios, aunque siempre hay sorpresas. Contra cualquier pron¨®stico, por ejemplo, el diccionario swahili- espa?ol se agot¨®, ¡°por los inmigrantes en Europa¡±. Garciadiego se muestra muy satisfecho tambi¨¦n de las siete revistas ¡°en el padr¨®n de la excelencia¡± que publica la instituci¨®n. Y tras posar para el fot¨®grafo despide al embajador de Espa?a, que se ha comprado dos libros. ¡°No puedo entrar aqu¨ª sin llevarme nada¡±, bromea el diplom¨¢tico.
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