Neorrealismo venezolano y masturbaciones mentales
'Enemy' est¨¢ interpretada por Jake Gyllenhaal, ese actor de actitud siempre torturada
A pesar de recurrir preventivamente al otorrino cuando voy a volar frecuentemente y de preocuparme excesivamente porque mis o¨ªdos capten con nitidez los sonidos, descubro en gran parte del cine latinoamericano que solo capto fragmentos de lo que dicen los personajes, trato de intuir el significado, necesitar¨ªa subt¨ªtulos en castellano para entender plenamente lo que sale de sus bocas. Me entero cuando las secuencias se desarrollan en interiores, pero si las conversaciones van acompa?adas de los ruidos de la calle estoy perdido, solo pillo la mitad por mucho que me esfuerce. Evidentemente, el problema no es de las pel¨ªculas, sino m¨ªo. Y comprendo a tantos espectadores de habla inglesa de la serie The wire cuando aseguran necesitar el subtitulado en ingl¨¦s para entender el argot de los barrios lumpen de Baltimore.
Me asalta esa laguna ling¨¹¨ªstica viendo la apreciable pel¨ªcula venezolana Pelo malo, que disfruto moderadamente aunque el o¨ªdo padezca. Dirigida por Mariana Rond¨®n, cuenta con afanes neorrealistas la ¨¢spera historia de un cr¨ªo al que la naturaleza le ha dotado de una cabellera indomablemente rizada y que pretende alisarla y despu¨¦s convertirse en cantante. La cuesti¨®n no es tan simple. Es un ni?o estigmatizado por su ambiente y por su dura madre, una profesional de la supervivencia sin trabajo, sin dinero y sin pareja, al resultar evidente que su sexualidad, sus aficiones, su gestualidad, revelan que es homosexual, algo que le puede condenar precozmente a la marginalidad, la burla, el desprecio y el acorralamiento. Est¨¢ bien descrita la crisis, los sue?os, el ansia de amor, la capacidad de resistencia y la rebeld¨ªa de ese cr¨ªo contra las crueles imposiciones de su desquiciada madre. Tambi¨¦n la asfixia de los que siempre lo tendr¨¢n muy crudo para buscarse cotidianamente la vida, con el chavismo o sin ¨¦l. Resulta cre¨ªble lo que ves y lo que escuchas. Tambi¨¦n pat¨¦tico, o rozando a veces la sordidez.
No conozco la ciudad de Toronto, tan de moda ella por un convenientemente promocionado festival de cine, pero tal como la describe el director Denis Villeneuve en su estilizado onanismo mental Enemy, me provoca escasas ganas de visitarla. Lo que vemos es desasosegante, g¨¦lido, solitario, con aroma de pesadilla. Esas im¨¢genes y esa atm¨®sfera es lo ¨²nico conseguido en esta pel¨ªcula tan pretenciosa como absurda, psicologista en el peor sentido, bobamente enigm¨¢tica, en posesi¨®n de un argumento disparatado en el que cualquier espectador sensato precisa al final que su herm¨¦tico creador o el repelente alumno aventajado de la clase le explique lo que ha intentando contarte esa historia sin pies ni cabeza, inanemente interpretada por ese actor con actitud permanentemente torturada llamado Jake Gyllenhaal (de acuerdo en que Ang Lee y David Fincher son tan buenos directores que lograban que hasta Gyllenhaal estuviera cre¨ªble en las excelentes Brokeback Mountain y Zodiac), desprendiendo la sensaci¨®n de que el creador se ha empapado de la literatura de Kafka y del cine de David Lynch pero eso solo le ha servido para hacer una pel¨ªcula indigesta.
El pretexto argumental para este desatino convencido de su arte y su complejidad es el descubrimiento que hace un hombre de que existe otro tipo en su ciudad que es exactamente igual que ¨¦l. El tema del doble lo trat¨® inquietantemente Kieslowski en La doble vida de Ver¨®nica. No es el caso de Enemy. Me gust¨® y me perturb¨® Incendies, la anterior pel¨ªcula de Denis Villeneuve. Por ello, la decepci¨®n y el estupor son mayores.
Babelia
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